Hace tres con tres millones de años, los humanos crearon algo que marcó un jalón para la humanidad: las primeras herramientas. Tenían unas aristas afiladas, que parecían simples, mas eran geniales para recortar objetos y cavar hoyos. Aunque no se sabe precisamente de qué manera ni en qué momento ocurrió precisamente, la transición de saber emplear herramientas a aprender a edificarlas se comprende como un salto cognitivo muy grande, que seguramente requirió una imaginación y un argumento avanzados. Es lo que distinguió, de forma más significativa, a los humanos de los animales. Y es lo que, hoy, aparta a los humanos de los robots. Al menos por el momento.
Desvelar ciertos misterios de la consciencia humana para prosperar a las habilidades de los robots es la meta de Metatool, un proyecto que une arqueología, neurociencia y robótica, dirigido por los españoles Pablo Lanillos del Instituto Donders para la Cognición (Países Bajos) y Ricardo Sanz de la Universidad Politécnica de Madrid. El objetivo es investigar la capacidad de monitorización cerebral humana, la metacognición, para prosperar las habilidades de los robots. En un futuro, la meta final es que sean capaces de inventar nuevas herramientas como hicieron nuestros antepasados. En total, 7 instituciones científicas y compañías europeas son parte del proyecto, que cuenta con un aporte de 4 millones de euros financiado por el Consejo Europeo de Innovación, por un periodo de 4 años.
Lanillos, organizador científico del proyecto, explica que la metacognición es la función que los humanos tienen de medir si se puede o no efectuar a una labor, valorar si lo que se genera es triunfante y si acarrea algún efecto en el planeta. El ejemplo tradicional es la caza: al no poder apresar animales con las manos, el humano probó las piedras. “Podemos entenderlo también con los alimentos. Si quiero guardarlos y no me caben en las manos, lo que puedo hacer es crear es una cesta”, explica el especialista, que ideó Tiago, el primer robot que fue capaz de reconocerse en el espéculo. De forma general, se trata de comprender un inconveniente exterior e imaginar un objeto para resolverlo.
Un efecto afín al que se persigue con Metatool es la creación de imágenes y vídeos desde textos con inteligencia artificial. “Crean caras nuevas, lo que llamamos modelos generativos. También se puede tener un modelo generativo que invente una herramienta”, ejemplariza Lanillos. Sin embargo, en la robótica, es un fenómeno considerablemente más complejo pues requiere una “inteligencia del cuerpo”, en la que las capacidades dependen siempre y en toda circunstancia de una cuestión física que interacciona con el entorno externo.
Los robots actuales están hechos para proseguir reglas, hacerlo de forma precisa y en general en gran escala, conforme lo que afirma su código. Sin embargo, no pueden amoldarse sobre la marcha y ni crear lo que no existe. Con un mejor comprensión de las funciones cerebrales, eso podría mudar. El organizador científico aclara que el término consciencia utilizado para describir esta nueva habilidad que van a poder tener los robots no trata del sentido más profundo, sino es algo simple. “Tú te das cuenta de que no puedes realizar una tarea y que con un objeto puedes hacerlo de una manera mejor”, afirma. Consciencia, en este contexto, es la traducción de la palabra awareness y no de su aspecto fenomenológico, que en inglés sería consciousness (en castellano, las dos palabras se traducen a consciencia).
“No replicamos la consciencia porque no la entendemos y no sabemos cómo hacerlo. También porque no lo necesitamos. Queremos robots seguros, capaces de estar en las casas”
Por lo tanto, la investigación no persigue el desarrollo de la consciencia artificial, sino se inspira en los procesos cerebrales para prosperar lo que hay en nuestros días en el mercado de la robótica. “No replicamos la consciencia (en el sentido más amplio) porque no la entendemos y no sabemos cómo hacerlo. También porque no la necesitamos. Lo que sí queremos son robots seguros, capaces de estar en las casas”, explica el especialista, y agrega que jamás va a ser posible tener la consciencia humana en un robot hasta el momento en que no haya una entendimiento completa sobre ella, lo que aún está lejos de ser descubierto por la comunidad científica. En Metatool, explican, están pendientes de las dimensiones morales que el proyecto puede acarrear y Lanillos asegura que cuentan con una persona especialista en moral, a fin de que el desarrollo de tecnologías como esta pueda ser trasmitido a la sociedad de forma conveniente.
Tal y como explica Lanillos, esta es una investigación inicial para aplicaciones en laboratorio: “Al final de los cuatro años, el propósito es tener una demo para empresas tecnológicas y para el público en general, en el cual mostramos cómo un robot puede inventar una herramienta”. Además, otro objetivo es asistir a los arqueólogos, neurocientíficos y sicólogos a comprender el desarrollo y los cambios en el cerebro humano a lo largo del tiempo.
Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica.
Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales, es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.