La inflación en China ha entrado en terreno negativo por vez primera desde febrero de dos mil veintiuno. El Índice de Precios al Consumo (IPC) cayó un cero con tres% interanual en el mes de julio, tras un dato plano el mes precedente, conforme ha revelado este miércoles la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). La nueva no sorprende tras las cantidades de comercio exterior publicadas un día ya antes, que patentizaron que la demanda interna no acaba de repuntar pese a la reapertura pospandémica y que las compañías privadas prosiguen reluctantes a invertir. Ante esta coyuntura, poco a poco más especialistas advierten que China podría caer en una trampa deflacionaria —en la que su vecina Japón lleva sumida desde hace décadas—, una situación que podría lastrar aún más el consumo y entorpecer la restauración económica.
Aunque el acuerdo de los analistas aguardaba este resultado, el dato “no deja de ser llamativo”, apuntan desde Danske Bank en una nota. “Es raro que los precios al consumo bajen en China. Ocurrió durante las crisis internacionales de 2020 y 2009″, señala Jens Nærvig Pedersen, experto del citado banco danés, quien resalta que, en esta ocasión, la situación coincide con “un momento en el que muchas grandes economías siguen luchando contra una inflación elevada”.
Los datos de la ONE muestran que la caída interanual de julio se vio motivada en buena medida por el caiga del veintiseis% del coste de la carne de cerdo, debido a la alta base comparativa tras un repunte de su costo el año pasado. La inflación en China se ha visto con fuerza perjudicada en el último quinquenio exactamente por el importe de este comestible básico en la dieta del gigante asiático.
Por eso, desde la ONE aseguran que la caída del IPC es una cuestión temporal: “Con la recuperación de la economía china, la expansión sostenida de la demanda de mercado, la mejora continua de la relación entre la oferta y la demanda y la eliminación progresiva de los efectos de la alta base comparativa del año pasado, se espera que el IPC repunte paulatinamente”, expresó el estadístico Dong Lijuan. De hecho, en términos intermensuales, el IPC medró en el mes de julio hasta el cero con dos%, tras 5 meses sucesivos a la baja.
Por su parte, la inflación latente, de la que se excluyen los artículos con costes más volátiles, los comestibles frescos y los productos energéticos, subió un cero con ocho%, su pico desde enero, al paso que los costes de los servicios tocaron su máximo de los últimos diecisiete meses al subir un uno con dos%.
El índice de costes a la producción (IPP), que mide los costes industriales y que lleva diez meses en terreno negativo, registró una contracción interanual del cuatro con cuatro% en el mes de julio, un punto menos que el mes precedente. La asesora británica Capital Economics relaciona el relativo avance con la volatilidad de los costes de las materias primas, esta vez, al incremento del costo de crudo y gas.
“Tanto el IPC como el IPP se encuentran en terreno deflacionario”, declara Zhang Zhiwei, presidente y economista jefe de Pinpoint Asset Management, convocado por el rotativo South China Morning Post. “La deflación del IPC puede ejercer presión sobre el Gobierno para que considere la posibilidad de aplicar estímulos fiscales adicionales”, opina Zhang. Según el Fondo Monetario Internacional, se considera deflación el descenso extendido y prolongado (por lo menos, de dos semestres) de los costes de recursos y servicios por una inconsistencia entre la demanda y un exceso de la oferta.
Objetivo del tres%
La ONE notificó que la inflación media de los costes al consumo en lo que va de año fue de solo el cero con cinco%, muy bajo el objetivo del tres% fijado por el Gobierno para este dos mil veintitres, lo que pone de relieve la creciente divergencia entre las esperanzas y la realidad sobre el terreno. No obstante, desde Capital Economics se muestran “escépticos sobre la posibilidad de que China esté entrando en un período prolongado de deflación”. El marzo, China anunció un propósito de desarrollo del PIB del cinco% para este año, el más bajo en décadas.
Aunque entonces se consideró una meta prudente, la información económica publicada en los últimos meses ha hecho que aumenten las dudas sobre si va a ser capaz de cumplirlo. La economía solo medró un cero con ocho% entre el primer y el segundo trimestre del año, tras un comienzo de dos mil veintitres prometedor. Además, en el mes de julio, el valor llamado en dólares estadounidenses de las exportaciones se cayó un catorce con cinco% interanual, la mayor caída desde el principio de la pandemia, al paso que el de las importaciones ensayó su mayor descenso desde enero, contrayéndose un doce con cuatro%.
A finales de julio, en una asamblea encabezada por el líder chino, Xi Jinping, el primordial órgano de resolución del Partido Comunista reconoció que la restauración económica era “tortuosa”. Según lo publicado entonces por los medios estatales, el poderoso Politburó aprobó efectuar ajustes políticos para “estimular activamente el consumo interno, ayudar a las empresas privadas y reforzar el sector inmobiliario”, si bien no se han ofrecido considerablemente más detalles a este respecto.
Los analistas mantienen que para revertir la coyuntura económica son precisas reformas y más apoyo político, incluyendo un incremento del gasto público, recortes de los modelos de interés y de los impuestos, como una red de seguridad social más completa para promover el consumo. La semana pasada, el Foro China Finance cuarenta, un señalado think tank nacional, informó en un informe que “gestionar la deflación podría ser más difícil que solucionar una inflación elevada, por lo que debería prestarse gran atención a los potenciales riesgos derivados de un entorno con una inflación baja”.