Las economías europeas están en un momento crucial que definirá el futuro de la próxima década. Se enfrentan a desafíos como el envejecimiento de la población, la disminución de la productividad y la pérdida de competitividad en sectores industriales tradicionales. Además, la creciente dependencia económica del exterior y la rápida evolución de tecnologías disruptivas complican aún más la situación. Sumado a esto, la limitación de la capacidad fiscal y los altos niveles de deuda están impidiendo que los Estados miembros implementen las reformas necesarias. Si Europa desea mantener su competitividad global y su estilo de vida, es fundamental que avance en el proceso de integración.
Reformas Necesarias para la Sostenibilidad Económica
Esa es la visión compartida en los informes de Letta y Draghi, que abogan por pasos decisivos como la creación de una Unión de Mercados de Capitales, la emisión de deuda común y el fomento de inversiones públicas a escala continental. Aunque existe consenso sobre la necesidad de estas reformas, la Comisión Von der Leyen y los Estados miembros aún no han concretado estrategias efectivas para acelerar su implementación.
Para abordar retos críticos como la descarbonización, la autonomía energética y la soberanía tecnológica, es crucial discutir los Bienes Públicos Europeos. Estos son aquellos recursos que ni los mercados ni los gobiernos nacionales pueden ofrecer adecuadamente por sí solos, ya que requieren un enfoque a escala europea y generan beneficios que trascienden las fronteras. Ejemplos de estos bienes incluyen la defensa, la infraestructura eléctrica y las tecnologías emergentes.
Estrategias Financieras para el Futuro
Entonces, ¿qué reformas permitirían financiar estos bienes colectivos a nivel europeo? En primer lugar, se necesita una integración financiera que fomente un mercado único de capitales. Actualmente, Europa opera con 27 mercados separados, lo que limita la canalización del ahorro europeo hacia inversiones productivas. Un alarmante 34% de estos ahorros se mantiene en depósitos bancarios, mientras que 300.000 millones de euros al año se dirigen a EE.UU. en busca de mejores rendimientos. Además, el capital disponible para la innovación en la UE es diez veces menor que en China o Estados Unidos.
Otra medida esencial sería aumentar las fuentes de recursos propios del presupuesto europeo. Esto implicaría contar con más instrumentos de inversión pública que estimulen la inversión privada, que hoy en día representa apenas un 8% del gasto total de la UE, mientras que el resto se enmarca en subvenciones. Adicionalmente, la emisión de deuda común podría ser un método eficaz para financiar grandes inversiones públicas de forma inmediata.
Los próximos meses serán testigos de intensas negociaciones dentro de las instituciones europeas, especialmente en el Consejo de la UE, donde se discutirá el futuro del Marco Financiero Plurianual (MFP) para el periodo 2028-2034. La propuesta actual de la Comisión, aunque introduce una reorganización significativa de las prioridades de gasto, sigue siendo insuficiente para abordar las transformaciones necesarias.
Con un MFP total de 1,98 billones de euros para siete años (equivalente a 280.000 millones anuales), una corrección por el pago de la deuda de los fondos NextGenerationEU deja un presupuesto que no solo no se incrementa, sino que, de hecho, sufre una reducción de 200.000 millones de euros respecto al actual. En términos reales, esto representa solo un 1.15% del RNB, en comparación con el 1.8% del periodo 2021-2027 y está muy por debajo de los 800.000 millones anuales recomendados por Draghi.
Nuevas Prioridades y Estrategias de Gasto
La Comisión propone también una reorganización del presupuesto que redirija recursos hacia nuevas prioridades. Los fondos tradicionales, que antes representaban dos tercios del MFP, verán reducciones significativas: la Política Agraria Común (PAC) disminuirá un 30% y los fondos de Cohesión un 20%, sumando un total de 453.000 millones en el nuevo marco. En contraposición, las áreas relacionadas con competitividad, descarbonización y digitalización prácticamente duplicarán su asignación, ocupando el 30% del MFP.
Un aspecto relevante de este nuevo enfoque es la mayor autonomía de los Estados miembros en la ejecución del presupuesto. Cada gobierno presentará planes nacionales en consulta con las regiones, similar a lo que se realizó con los fondos NextGenerationEU. Sin embargo, esto podría concentrar demasiado poder en los gobiernos nacionales, afectando la eficacia del gasto.
A pesar de que se proponen nuevas fuentes de ingresos, como impuestos al tabaco y a residuos tecnológicos, estos cambios no aportan ingresos significativos al total de la UE.
Conclusiones: La Urgencia de una Visión Ambiciosa
El análisis actual sobre la reforma de la gobernanza económica europea destaca la necesidad de revisar los planes presupuestarios, otorgando flexibilidad de gasto vinculada a objetivos a largo plazo. Es imperativo finalizar la Unión de Mercados de Capitales y explorar formas de deuda común para financiar los Bienes Públicos Europeos, así como asegurar fuentes estables de recursos que respalden la deuda.
El debate sobre el nuevo MFP debe centrarse en las verdaderas prioridades de la UE, que requieren no solo ambición política, sino también la capacidad de evitar que problemas inmediatos desvíen la atención de reformas estructurales esenciales. Para asegurar un futuro sostenible, es crucial que Europa encuentre formas de generar recursos financieros adicionales, ya sea dentro del MFP o fuera de él, como se hizo con NextGenerationEU.
