La Unión Europea se prepara para afrontar el invierno con reservas de gas que alcanzan el 82%. Aunque esta cifra podría parecer adecuada, es la más baja desde el inicio de la crisis energética y la segunda menor en diez años, situándose 10 puntos por debajo de la media histórica desde 2011. Además, está 10 puntos por debajo de la meta que la Comisión Europea estableció para esta época del año. La previsión meteorológica sugiere que el invierno en el hemisferio norte podría ser más frío que los tres anteriores, lo que, como es habitual, podría elevar el consumo de energía.
A medida que la demanda de gas comienza a aumentar, con las calefacciones ya encendidas en gran parte del continente, el panorama genera preocupación, pero no pánico. La situación de suministro ha mejorado después de la significativa reducción del gas ruso, y los países de la UE han actuado rápidamente para diversificar sus fuentes de importación. Han establecido terminales de licuefacción para traer gas desde diversas partes del mundo, aunque también han disminuido la demanda, especialmente en el sector industrial, lo que, aunque es una mala noticia económica, ha añadido una capa de seguridad al suministro energético.
Desafíos en el suministro de gas y la competencia global
El nivel de gas almacenado es especialmente bajo en Alemania, el mayor consumidor de Europa, lo que deja a la UE vulnerable al volátil mercado global del gas natural licuado (GNL). Este mercado ahora está dominado por Estados Unidos y Qatar, mientras que otros actores como Argelia, Nigeria y Noruega juegan un papel menor debido a la exitosa retirada rusa. Una buena noticia es que, a diferencia de años anteriores, la competencia de Asia por GNL ha disminuido.
Los técnicos de ENTSOG, la organización europea que representa a los operadores de gas, han alertado sobre la necesidad de seguir monitorizando los niveles de almacenamiento y la preparación para el invierno. Según sus proyecciones, las reservas en Europa podrían descender a entre un 25% y un 33% para finales de marzo. En un escenario de consumo elevado, como una ola de frío durante dos semanas, lo más preocupante sería un déficit en la disponibilidad de GNL, lo que dejaría los depósitos casi vacíos. Sin embargo, incluso en ese caso, los países europeos podrían utilizar su red de regasificadoras para importar suficiente gas.
«Los países europeos no han podido compensar la considerable extracción de gas que se registró a principios de año», explica Ira Joseph, investigador del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia. La combinación del descenso en la producción global de GNL y la reducción de la demanda ha complicado la situación.
El panorama eléctrico y la inminente incertidumbre climática
A pesar de la reducción en las reservas de gas, Joseph sostiene que Europa está en una posición relativamente favorable para enfrentar el frío invierno. Ha disminuido tanto la demanda habitual como los picos de consumo en la última década, y se espera un aumento en la disponibilidad de GNL.
Si de alguna manera las temperaturas caen más de lo habitual, habrá diferencias significativas entre los países. Por ejemplo, Alemania, que enfrenta un gran déficit, podría experimentar un impacto más agudo. Las proyecciones climáticas sugieren que podría haber un aumento en las temperaturas medias, pero un enfriamiento repentino podría alterar esta tendencia.
Disparidades entre países y las estrategias de almacenamiento
La situación no es uniforme en toda la UE. Mientras que países como Suecia, Polonia, Rumania y Portugal se acercan al 100% de sus reservas, otros, como Letonia y Croacia, apenas alcanzan el 50%. Alemania y los Países Bajos, con proporciones de almacenamiento en torno al 70%, quedan en una posición desfavorable, en comparación con España, que cuenta con un 86% gracias a su diversidad de fuentes de suministro.
Pedro Cantuel, analista del grupo energético Ignis, señala que aunque no hay alarma, los niveles de almacenamiento en el norte podrían afectar los precios en el futuro. “La disponibilidad de metaneros será suficiente, pero los precios pueden subir y las regasificadoras podrían enfrentarse a un atasco. Es crucial que Noruega, nuestro principal proveedor, mantenga un suministro continuo”, advirtió.
Un nuevo rol en el mercado energético global
El panorama global también está cambiando. Según Ira Joseph, el mundo no solo ve a la UE como un importante consumidor de gas, sino como un potencial proveedor de almacenamiento. Se estima que la oferta de GNL aumentará un 50% en los próximos cinco años, lo que hace que la capacidad de almacenamiento europeo sea vital para satisfacer las necesidades de gas líquido.
Mientras nos adentramos en los meses de frío, la capacidad de Europa para adaptarse al mercado y gestionar sus recursos energéticos será clave en la búsqueda de un equilibrio entre el suministro y la demanda.
