Ángeles, una empleada de hogar de 37 años, habla mientras hace la compra, asegurándose de que su voz no revele su situación. Esta peruana vive en una casa donde cuida de una anciana dependiente y trabaja en condiciones irregulares. Su jornada se extiende de lunes a viernes, con una pausa corta en la tarde y a la espera de cualquier eventualidad durante la noche. “Gano 900 euros por un trabajo que ocupa toda mi vida. Mi jefa dice que, al no tener papeles, no tengo derecho a nada. Es bastante deprimente”, confiesa Ángeles. Anhela el día en que pueda regularizar su situación y cambiar de empleo; sueña con abrir un restaurante peruano, similar al que dirigía en su país.
### Una Caída Preocupante en el Empleo Doméstico
La situación de Ángeles no es aislada. En el último año, 52,900 empleadas de hogar han abandonado o perdido su trabajo. Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre, este sector ha experimentado un descenso del 8.9%, siendo la actividad con mayor contracción, en contraste con el aumento de 564,000 ocupaciones en otras áreas de España, lo que representa un avance del 2.6%.
Esta problemática refleja una tendencia preocupante: el empleo doméstico acumula las peores condiciones salariales de la economía española, con ingresos promedios de 1,014 euros mensuales en 2023, frente a un promedio general de 2,273 euros. De hecho, el 93% de los trabajadores en este sector son mujeres, y el 66% son inmigrantes o tienen doble nacionalidad.
### Las Causas de la Crisis
Expertos coinciden en que las razones detrás de esta crisis son multifacéticas. La principal patronal del sector sugiere que un aumento en las condiciones laborales ha llevado a esta realidad. La subida del salario mínimo interprofesional (SMI) —un 61% desde 2018, alcanzando los 1,184 euros— y derechos laborales nuevos como el acceso a prestaciones de desempleo están incrementando los costes para los empleadores. Ana Garrido, presidenta de la Asociación Española de Servicios Personales y Domésticos (AESPD), argumenta que estas medidas van en contra de las familias empleadoras: “No son empresas; estas cargas burocráticas afectan su capacidad para contratar”.
En contraste, el Ministerio de Trabajo defiende que estas reformas son esenciales para brindar protección a un colectivo históricamente discriminado, buscando equiparar sus derechos a los de otros trabajadores.
Dolores Jacinto, coordinadora de la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar, señala un aumento en despidos y menos horas declaradas por las empresas a la Seguridad Social, sugiriendo un nexo con el aumento de costes que han llevado a muchas empleadas a trabajar en la economía informal.
### Trabajadoras vs. Empresas de Cuidado
Un fenómeno adicional es que algunas empleadas de hogar han comenzado a trasladar sus servicios a empresas de cuidados profesionales. María Juncay, de la asociación Emakume Migratu Feministak, indica un movimiento hacia el sector sociosanitario, donde las condiciones laborales son más favorables y se espera un crecimiento en la ocupación.
Sin embargo, esta migración no compensa el descenso en el empleo doméstico. Jacinto enfatiza que muchas trabajadoras se ven atrapadas en un sistema que no les permite prosperar. Para ella, “el trabajo interno, además de ser físico, impacta gravemente en la salud mental. Las trabajadoras viven en un ciclo de agotamiento y precariedad”.
### Luchas por un Futuro Mejor
Ambas mujeres, así como sus colegas, abogan por un reconocimiento de su trabajo y una mejora en las condiciones laborales. Demandas como la reducción de la edad de jubilación para empleadas de hogar y cuidadoras son esenciales, dada la exigencia física del trabajo.
Por su parte, Otxoa critica la falta de reconocimiento de periodos anteriores de cotización y el inminente registro horario que dejará fuera a muchas trabajadoras. La situación es crítica: el 40% de las empleadas de hogar internas trabaja más de 60 horas a la semana, muchas veces sin derecho a descanso.
### Conclusión
La crisis en el empleo doméstico no solo refleja las dificultades económicas, sino también la necesidad de un cambio estructural en la manera en que valoramos y tratamos a estas trabajadoras. Sin su labor, el sistema de cuidados en España podría enfrentar una crisis profunda. Ángeles, como tantas otras, continúa luchando por un futuro mejor, tanto para ella como para sus hijos, a quienes desea traer un día a estudiar en este país.
