Julia Ebner (Viena, mil novecientos noventa y uno) estudia el desarrollo de ideas radicales en nuestras sociedades. Hace 3 años publicó La vida segrega de los extremistas (Temas de Hoy). Ahora termina de sacar una suerte de segunda parte, por el momento solo en inglés: Going Mainstream [Viaje hacia el centro], sobre de qué forma esas ideas se han movido al centro de la sociedad y provocan buenos resultados electorales de partidos extremistas.

La tecnología es una herramienta esencial en ese proceso: foros de discusión oscuros, redes secundarias, memes triunfadores, algoritmos que premian lo excepcional solo para hacer dinero. Gracias a su tarea para el Instituto de Diálogo Estratégico, con sede en Londres, Ebner explica en esta entrevista la relevancia de esos recovecos.

Pregunta. ¿De qué manera se han ido colando las ideas extremas en el centro de la sociedad?

Respuesta. Lo que he visto es que, desde la covid, una gran parte de la población en las democracias liberales se ha vuelto más susceptible a ideas extremistas y conspiraciones. Parece que ciertos de ellos se sienten abandonados, sienten que pasan demasiadas cosas. Se sienten en rebeldía contra lo que llamarían una cultura woke, políticamente demasiado adecuada y contra lo que llaman políticas globalistas. Pero, para otros, han alterado demasiadas pocas cosas. Sienten saña por la inacción política para abordar la desigualdad económica, ahora exacerbada por la crisis inflacionaria y del costo de vida. Esas dos frustraciones muy profundas sobre el statu quo impulsan ideas que ya antes eran marginales. Es interesante observar diferentes países europeos por el hecho de que vemos un incremento en partidos populistas de extrema derecha, incluyendo supongo Vox en España, mas claramente en Italia con Fratelli d’Italia o en Suecia con los Demócratas de Suecia. Parece que con la pandemia y con los confinamientos hubo un renacer de mitos conspirativos contra políticos, medios establecidos e instituciones científicas y que medró esta crisis de falta de confianza que ya vimos con acontecimientos como el Brexit o la elección de Trump en dos mil dieciseis.

P. ¿Cuáles son las puertas de entrada al mundo de la conspiración?

R. El antifeminismo ha sido una; es el desarrollo de la masculinidad tóxica, que verdaderamente se ha visto como un punto de entrada a narrativas extremistas más extensas. También las vacunas y las políticas de covid, mas asimismo la guerra de Ucrania y evidentemente la crisis económica y de inflación, aparte de las críticas contra el movimiento trans u otras minorías.

P. En el libro afirma que estamos en una “Edad Media digital”.

R. Si seguimos en este camino en el que estamos, los libros de historia del futuro (si, con suerte, los hay) podrían charlar de la década de dos mil veinte como el inicio de la Edad Media digital o la edad obscura. Estamos viendo un retorno del logotipos al mito, que es precisamente lo opuesto a lo que revirtió la Ilustración. Es un camino peligrosísimo.

P. Los memes son una herramienta básica en esta batalla cultural. Y el humor es esencial. Se afirma que a la izquierda le cuesta más utilizar ese recurso. ¿Es cierto?

R. Sí, es más simple que la extrema derecha haga memes amenos por el hecho de que pueden ir a por las gracietas más simples. El humor es un arte en sí, mas cuando puedes ir a por los recursos simples, esto es, hacer gracietas políticamente incorrectas… es más simple y más superficial que imaginar gracietas más complejas, que estarían on line con los derechos humanos o que no se fundamentan en deshumanizar o degradar a otras personas. Es considerablemente más simple burlarse del resto que, por servirnos de un ejemplo, de uno mismo.

P. Telegram, la app de correo, sale en todos y cada capítulo del libro. ¿Es Telegram la portada de toda la información conspiranoica de internet?

R. Telegram se está transformando en un vehículo increíble para propagar desinformación, conspiraciones y contenido extremista. Cuando empecé a investigar el extremismo y la radicalización en dos mil quince, lo utilizaban yihadistas y extremistas islamistas. Apenas lo utilizaban conjuntos extremistas de derecha o aun por la población normalmente. No era tan usual como ahora. Casi se ha establecido como un paraíso de libertad de expresión para gente que prosigue a influencers de extrema derecha y a quienes les suprimieron sus cuentas de las grandes plataformas [como Twitter]. Telegram es una burbuja de información. A la vez, debido a la manera en que marcha la app, ahora asimismo puede transformarse en un curador de contenidos personal. Es lo que lleva por nombre “ideologías de bufé de ensaladas”: la gente sencillamente mezcla lo que siente que encaja mejor con su visión del planeta y, entonces, ya son parte de un conjunto antiinmigración, de un conjunto antivacunas. De este modo tienen a su predisposición toda esta autoselección de contenidos, que ya antes no existía.

R. Diría que claramente es la primordial app para la mayor parte de movimientos de extrema derecha y conspiraciones actuales.

P. ¿Es Telegram el final del viaje tecnológico para la gente que consume esta información?

R. Con frecuencia es el final del viaje, sí. Hay, claro, otras plataformas marginales muy extremas en las que tal vez verías un vídeo, mas Telegram se transforma en la última caja de resonancia, donde te quedas con tu comunidad. Allí puedes tener tanto conjuntos próximos como canales más grandes y ahí es donde asimismo se da la coordinación de quejas contra la inmigración o contra la vacunación.

Las nuevas tecnologías tienen ese potencial disruptivo y, además de esto, está la crisis global, de salud y bélica. Esa combinación de factores es una cosa que no creo que hayamos visto hasta ahora

P. Pero para llegar a Telegram utilizan las redes primordiales.

R. Sí. En ocasiones es verdad que consigues un link a un conjunto de Telegram desde un vídeo de YouTube, que podría no ser tan radical como el conjunto de Telegram. O en un foro de discusión, o bajo un tweet o de una publicación de Facebook. También en mis investigaciones sobre manifestaciones, en el planeta real, me invitaban con frecuencia a conjuntos de Telegram. Una vez en Telegram, es bastante difícil ampliar la audiencia. Su alcance es mayor si hacen campañas en las grandes plataformas. Las grandes plataformas tienen una enorme responsabilidad: asegurar que estas campañas no se amplifiquen por sus algoritmos y que, en cambio, se contrarresten con voces o con contenido más moderado. Esto podría ser menos interesante en concepto de captar nuestra atención, mas es mucho menos perjudicial para la democracia o para las minorías.

P. Si un maestro trata de aclarar una conspiración específica, existe el riesgo de que el pupilo vaya a mirarlo a internet y se enganche. ¿Es mejor dar unas pocas reglas generales claras?

R. Sí. Debemos mirar, por una parte, los patrones históricos. Mirar cara atrás y ver los diferentes géneros de mitos de conspiración que siempre y en toda circunstancia reaparecen cuando estamos en crisis. Con frecuencia tenemos exactamente los mismos chivos expiatorios, como los judíos, por servirnos de un ejemplo. Necesitamos incluir eso en alguna una parte del plan de estudios que enseñamos sobre patrones históricos. También en concepto de qué elementos está compuesto el mito de la conspiración, sin entrar en detalles: cuáles son siempre y en toda circunstancia elementos recurrentes. Junto a los patrones históricos, están los psicológicos: qué representan los mitos de conspiración en concepto de necesidades sicológicas. Siempre hay un objetivo sicológico que cumplen en la gente que cree en ellos. También hay teorías de la conspiración que no son perjudiciales, aun en ocasiones terminan siendo ciertas. Se trata de reconocer en qué momento hay una explotación política o en qué momento algo se vuelve peligroso para las comunidades minoritarias o para la democracia.

P. Vivimos en una temporada de crisis constantes: económica, sanitaria, bélica… También internet ha implicado una crisis en de qué forma nos notificamos sobre el planeta. ¿Cuál de estas crisis es más esencial para favorecer este desarrollo de las ideas extremistas?

R. Diría que es una combinación. Nunca ya antes habíamos tenido esta combinación. Hemos tenido nuevas tecnologías que fueron disruptivas, mas había un retraso, ya sea en la manera en la que respondíamos a ellas o en la manera en la que ciertas de ellas ocasionaban caos. Sucedió aun con la invención de la imprenta, o de la radio. La radio fue explotada por los nazis, por servirnos de un ejemplo. Las nuevas tecnologías tienen ese potencial. Ahora vemos eso y, además de esto, la crisis global, de salud y bélica. Esa combinación de factores es una cosa que no creo que hayamos visto hasta el momento.