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Iñigo Quintero es un vocalista coruñés de veintidos años y autor de la canción número 1 global. Es el vocalista número doscientos cuarenta y nueve más escuchado del planeta. Pero absolutamente nadie le conocía hace unas semanas.

No sé si la canción es mejor o peor. He oído de todo, mas seguro que algo va a tener. También que hay un cambio de ciclo del reguetón al pop. Pero el tema que me resulta de interés en una newsletter de tecnología es sobre todo la viralidad. ¿Por qué y de qué forma ha ocurrido? La tentación insolente con un éxito tan inopinado es opinar que hay una mano negra detrás que mueve los hilos de nuestros gustos.

Es más probable, como acostumbra a pasar en los casos expepcionales, que no pase solo UNA COSA, sino más bien múltiples a la vez. Estos son los hechos básicos.

Quintero publicó Si no estás en Spotify en el mes de septiembre de dos mil veintidos. Era su primera canción en la plataforma. En febrero, publicó otra. Ninguna de las dos se hizo viral al nivel en el que estamos hoy. Y ha pasado un año. Es simple, por consiguiente, proteger que ocurrió algo raro entre entonces y ahora, cuando ha explotado. Un detalle esencial es que Quintero fichó por un sello digital que se dedica a promocionar la música emergente, Acqustic.

Acqustic hizo su trabajo: poner mejor la canción en todas y cada una de las plataformas y intentar fomentarla con estrategias digitales. Pero hay otro detalle clave. Cuando Acqustic ficha a Quintero en el tercer mes del año tenía unos treinta oyentes mensuales en Spotify. Es bastante para un músico ignoto con dos canciones y sin redes. ¿Quién le escuchaba? La contestación más probable está cerca del cristianismo.

El nueve de febrero el canal de YouTube 10 minutos con Jesús publicó un vídeo titulado Si no estás. Así comienza el vídeo: “Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí que me ves que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer este rato de oración”. Justo después el locutor solicita que el “ángel de la guarda” interceda y añade: “Escucha el comienzo de esta canción”. Y suena Si no estás, de Iñigo Quintero.

En ese vídeo-oración explican que “Quiero verte, verte, verte”, el último verso de la canción de Quintero, coincide con un cántico de Teresa de Calcuta. Ese vídeo lo vieron veintidos.000 personas.10 minutos con Jesús tiene su app y se comparte por WhatsApp y otras plataformas. Su audiencia real fue considerablemente mayor. La mayoría de sacerdotes que graban las oraciones virtuales de 10 minutos con Jesús son del Opus Dei, dice acá uno de sus impulsores. Y agrega que la idea tras 10 minutos con Jesús procede de forma casual de una “madre de familia numerosa” de un instituto de Fomento de A Coruña, exactamente la misma corporación religiosa y urbe donde estudió Iñigo Quintero.

Tres semanas después, el 1 de marzo, el programa y podcast de Radio María El hombre de hoy y Dios charló de una canción que “hemos descubierto de un jovencito que se llama Iñigo Quintero”. Una de las comunicadoras añadió: “Este tema se hace cada vez se hace más conocido [en marzo]. Tiene bastante significado la letra y se ha usado en algunas meditaciones”. Hablaron asimismo de Teresa de Calcuta, mas dejaron abierto que el sentido real fuera el amor humano: “Cada uno lo que le inspire”, afirmó el sacerdote que presenta el programa.

Captura de la página «Jóvenes católicos» que muestra a Iñigo Quintero como intérprete del villancico «Déjamelo 10 minutos conmigo»

Pero la inspiración religiosa es el sentido más probable. La carrera de Iñigo Quintero había estado vinculada a canciones religiosas y del Opus Dei. En diciembre de dos mil veintidos cooperó en el villancico Déjamelo diez minutos conmigo con voz y piano. Esa canción era de Luispo, un sacerdote músico con cuarenta y cuatro oyentes mensuales en Spotify y una cita de Josemaría de Escrivá, creador del Opus Dei, en su biografía. Quintero había cooperado ya en el último mes del año de dos mil veintidos con Luispo en un homenaje a otro sacerdote del instituto Orvalle titulado Alma, calma, donde fue piano y editor musical. La recensión de esa canción enlazaba con la página de Spotify de Quintero, que en el último mes del año era un recóndito rincón de la plataforma y hoy es la del autor de la canción más escuchada del planeta.

Esa vitalidad cristiana pudo darle el empujón de salida a Si no estás. Quintero no comenzaba de cero. Había gente escuchándole. La teoría tras la viralidad afirma que es posible comenzar desde muy abajo, mas a fin de que reviente precisa una pequeña red con muchas conexiones. La religión pudo jugar ese papel, por lo menos en parte.

Luego vino el sello digital. Y prosiguió medrando. En junio, el vocalista Javi Chapela, que sacó una cooperación con Quintero, dijo esto: “[Quintero] es un tío de A Coruña que subió una canción y lo está petando”. Si en el mes de junio “lo estaba petando”, ¿qué ocurre ahora?

Un bum en TikTok, mas no solo de parejas

Desde agosto sacaba canciones de Quintero: “Ya es de mis cantantes favoritos”, afirmaba, en un vídeo con prácticamente 1 millón de views. Para comprender la relevancia de una comunidad en el origen de la viralidad, en los comentarios de ese vídeo sale la hermana de Quintero, una compañera de la universidad (Villanueva, en Mirasierra, asimismo del Opus Dei) o un compañero del instituto. En otros vídeos, Ricbour dedica la canción de Quintero a “Jesús” y cuenta su viaje a la JMJ de Lisboa en el mes de agosto para poder ver al Papa, con el sacerdote pinchadiscos.

El bum entonces en TikTok se vinculó a una tendencia de fotografías de parejas. Puede ser. Un éxito así no se fundamenta en un pilar. Pasan muchas cosas a la vez. Es evidente asimismo que hubo un rol humano en las plataformas, mas la tracción de la canción es asimismo real. La diferencia con otras temporadas es que ya antes había que aguardar que la radio emitiese nuevamente la canción o comprarla: que era una sola señal, ahora cada nueva escucha cuenta. Los éxitos son más democráticos por el hecho de que los oyentes votan de forma continua con sus escuchas.

Spotify lo tiene presente. Las playlists son básicas para el descubrimiento: “La estrategia de curación de una playlist tiene dos vías que se comunican”, afirma una portavoz de la compañía. “Escuchar es una acción. La persona que escucha envía señales muy potentes a través de sus acciones, desde darle al play hasta saltarse una canción en concreto dentro de una lista concreta”, agrega.

Luego viene la salsa: ¿qué canciones nos ponen en nuestras playlists? Pues las que les agradan a otra gente como nosotros: “Las playlists se elaboran gracias a una precisa selección humana del equipo de expertos en música de Spotify, con un extenso análisis de datos de millones de usuarios en tiempo real. Spotify no elige qué artistas promocionar”, afirma Spotify. Y añaden: “Nos sumergimos entre cientos de canciones para elegir cuáles son adecuadas para entrar en una playlist”. La palabra “sumergirse” ahí seguramente señala más “cuál se está escuchando más” que “cuál gusta más”.

La viralidad no es solo magia

El caso de Quintero es un caso más de que la viralidad no es magia, mas tampoco es posible fabricarla sin más. Los rastros de tracción de un tema son vitales. Y eso pasa o no pasa. Cuando ocurre, la gente que está tras los artistas comienza a desplazar todos y cada uno de los cables: uno básico es llamar a la gente de Spotify que miren bien esa canción de qué forma suma likes y se guarda en bibliotecas personales. El objetivo, como siempre y en toda circunstancia, es llevarla lo más arriba posible. Nadie soñó, no obstante, que “Si no estás” llegaría tan, tan arriba.

Estos cables que se comenzaron a desplazar y que presuntamente son oscuros son algo normal en el sector: se llaman pitch o propuesta. Un pitch es una mezcla de datos y motivos por los cuales una plataforma debe priorizar esa canción y ponerla en más playlists, en recomendados, que el algoritmo la enseñe más a más usuarios. ¿Se hace esto por alguna razón obscura? Quizá alguien la tenga, mas el motivo más claro es el más sencillo: cada vez la escucha más gente.

Una plataforma desea interactúes. Si esa canción provoca picos históricos de escuchas en Spotify o de creación de vídeos en TikTok, ¿por qué no se va a fomentar humana y algorítmicamente? El papel humano es evidente por poner un ejemplo cuando se ve que en España medra, hay que comenzar a charlar con los equipos de las plataformas en América Latina y el resto de Europa y Asia. O cuando se ve que es un hit en Spotify, hay que ir corriendo a charlar con la gente de Apple Music, Amazon Music, Deezer o Tidal. Con los datos detrás, todos corren a educar más la canción por el hecho de que produce más audiencia.

Luego hay inconvenientes específicos. La canción no tiene un videoclip, con lo que en YouTube no llegó fuertemente al comienzo. En Apple Music está el cien global por el hecho de que tiene una implantación menor en España y llegó tarde. Es probable que haya más explicaciones de lo que semeja.

¿Qué plataforma va a limitar el desarrollo de una canción que hay gente escuchándola en bucle cien veces? Si el origen es aproximadamente cristiano, a quién le importa ahora.