Los deepfakes, videos falsos generados mediante inteligencia artificial, han ido en aumento en los últimos años, generando preocupación en la sociedad. La mayoría de estos contenidos están relacionados con pornografía, siendo las mujeres las principales víctimas de esta práctica.

La accesibilidad a las herramientas para crear deepfakes ha aumentado significativamente, permitiendo que cualquier persona pueda generar material falso en cuestión de minutos y de forma gratuita. Esto ha llevado a un incremento en la producción de este tipo de contenidos, con consecuencias negativas para las víctimas.

Expertos señalan que el problema de los deepfakes va más allá de la mera creación de contenido falso, siendo en realidad un problema de violencia de género. Organizaciones sin ánimo de lucro como EndTAB buscan concienciar sobre el uso ético de la tecnología y los peligros que conlleva la difusión de deepfakes.

Las leyes actuales han demostrado ser insuficientes para abordar este problema, por lo que en Europa se han aprobado recientemente leyes para proteger los derechos fundamentales de los usuarios en el entorno digital. Grandes empresas tecnológicas como Google y Meta han comenzado a tomar medidas para combatir los deepfakes y proteger la integridad de las personas afectadas.

Es crucial que se establezcan regulaciones claras y efectivas para prevenir el uso malintencionado de los deepfakes y proteger la privacidad y la dignidad de las personas. La colaboración entre gobiernos, organizaciones y empresas es fundamental para abordar este desafío de manera integral y proteger a la sociedad de las consecuencias negativas de esta tecnología.