Estados Unidos y la Unión Europea comparten la fascinación, y la preocupación, por todas y cada una de las posibilidades —y riesgos— que implica el veloz avance de la inteligencia artificial (IA) generativa en todos y cada uno de los campos. Europa ya se prepara con una ley vanguardista que busca regular todos y cada uno de los aspectos de la IA, mas hasta el momento en que se apruebe —aún está en fase de negociación legislativa en Bruselas— y entre en vigor, pueden pasar todavía años. Unos años hermosos en los que este género de tecnología puede continuar avanzando sin control. Es lo que desean eludir Washington y Bruselas, que se plantean presentar dentro de poco un “código de conducta” voluntario para las compañías que desarrollen este género de tecnología, conforme se ha avanzado este miércoles en un encuentro a dos bandas en Suecia.
“En las próximas semanas, avanzaremos una propuesta de un código de conducta para IA generativa al que la industria pueda comprometerse de manera voluntaria”, ha revelado la vicepresidenta de la Comisión Europea para el área digital y de competencia, Margrethe Vestager, al término de un encuentro ministerial del ramo con Estados Unidos en Lulea, Suecia. El texto, elaborado así como Estados Unidos y para el que va a ser consultada tanto la industria como especialistas, habría de estar “muy, muy pronto, en las próximas semanas”, ha agregado.
El anuncio se genera veinticuatro horas antes que Sam Altman, el creador de la compañía OpenAI autora de ChatGPT, la tecnología que ha hecho saltar todas y cada una de las alarmas, llegue a Bruselas en el marco de una vira europea que le ha llevado a múltiples capitales, incluida Madrid. En la sede de la UE, Altman, que es uno de los defensores de una regulación de la IA generativa, se reunirá con la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una “reunión de trabajo” cerrada a la prensa. Pero ya antes, Altman se ha reunido con Vestager y la secretaria estadounidense de Comercio, Gina Raimondo, en Lulea, donde han tratado el posible código de conducta voluntario, que conforme las “ideas” discutidas con los desarrolladores de IA generativa, podría incluir controles como marca de agua, o auditorías externas, ha dicho Vestager en un tweet.
La UE desea ser vanguardista en la regulación de la Inteligencia artificial, para lo que ha efectuado una propuesta legislativa, la AI Act. El texto habría de ser aprobado en el próximo pleno del Parlamento Europeo, a mediados de junio, tras lo que empezará la etapa de negociación con el Consejo de la UE y la Comisión para llegar a un pacto sobre un texto final que, tras su nueva ratificación por los Veintisiete y la Eurocámara, va a entrar en vigor en toda la UE.
Pero tal y como ha señalado Vestager este miércoles, la IA generativa supone un punto de cambio “tan poderoso” que tal vez no resulte posible aguardar a que los legisladores terminen su trabajo. “Tenemos varios procedimientos legislativos diferentes, tomarán 2 o 3 años antes de que entren en vigor, y estamos hablando de una aceleración tecnológica increíble”, ha explicado Vestager en una comparecencia al lado del secretario estadounidense de Estado, Anthony Blinken, y Raimondo.
Un código de conducta voluntario, al que conforme Vestager se procurará que se unan empresas de otros países, como Canadá, Reino Unido, Japón o la India, podría suponer un “puente” regulador hasta el momento en que entre en vigor la reglamentación en marcha —o futuras leyes en otras regiones— y dar así confianza a la ciudadanía de que “las democracias responden” ante sus desafíos e inquietudes.
Este movimiento se genera justo un día una vez que un conjunto de trescientos cincuenta ejecutivos, estudiosos e ingenieros especialistas en esta tecnología firmasen una carta abierta de solo veintidos palabras sobre el peligro de esta tecnología. “Mitigar el riesgo de extinción [para la humanidad] de la IA debería ser una prioridad mundial junto con otros riesgos a escala social, como las pandemias y la guerra nuclear”, cita el enunciado que ha sido firmado, entre otros muchos, por los altos ejecutivos de 3 de las primordiales empresas de inteligencia artificial: Sam Altman (presidente ejecutivo de OpenAI), Demis Hassabis (Google DeepMind) y Dario Amodei (Anthropic). Entre los firmantes asimismo se hallan los estudiosos Geoffrey Hinton y Yoshua Bengio, a quienes menudo se les considera padrinos del movimiento moderno de IA. Hinton dejó hace unas semanas Google, donde ocupaba una vicepresidencia, por el hecho de que piensa que esta tecnología puede llevarnos al fin de la civilización en cuestión de años, conforme confesaba a Forbes Hispano.
La declaración llega en un instante de creciente preocupación cara un campo en veloz desarrollo y bastante difícil de supervisar. El mismo Sam Altman se había ya pronunciado sobre este tema a lo largo de su comparecencia frente al Senado estadounidense, cuando reconoció la relevancia de regular la inteligencia artificial generativa. “Mi peor miedo es que esta tecnología salga mal. Y si sale mal, puede salir muy mal”, afirmó hace apenas un par de semanas a lo largo de la primera audiencia sobre IA festejada en el Capitolio. El padre de OpenAI agregó que entendía que la “gente esté ansiosa por cómo [la IA] puede cambiar la forma en que vivimos”, y que por tal razón es preciso “trabajar juntos para identificar y gestionar las posibles desventajas para que todos podamos disfrutar de las tremendas ventajas”.
Tampoco era la primera vez que uno de los empresarios más implicados en esta tecnología hacían declaraciones de esta extensión con respeto al futuro de la IA. En marzo, más de mil intelectuales, estudiosos y empresarios habían firmado otra carta abierta en la que pedían frenar a lo largo de “al menos 6 meses el desarrollo de sistemas de IA más poderosos que GPT4″, la última versión de ChatGPT. En la carta, los firmantes advertían de que la herramienta de OpenAI ya es capaz de competir con los humanos en un creciente número de labores, y que se podría usar para destruir empleo y propagar desinformación.
Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica.
Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales, es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.