El tres de octubre, hace poco más de un mes, @rayomcqueer subía otro vídeo a su canal de TikTok. Hasta esa data era Carmen Merina (veinticuatro años), una graduada en Bellas Artes por la Universitat Politècnica de València con unos cientos y cientos de seguidores “y carne de hostelería”. Sin embargo, con este vídeo –a partir de la tendencia viral #cosasquemedanigual– ha recibido ofertas de las primordiales agencias de influencers, negocia sus primeras campañas publicitarias en su perfil y, en suma, enfrenta la posibilidad de parar de ser camarera por la vía de la creación de contenido.

Merina es cordobesa, si bien trabaja y vive en Granada. Desde los dieciseis años ha encadenado todo género de “curros precarios como camarera”. Esas experiencias, de Londres a París, le han tolerado “tener idiomas, porque los guiris en España te hablan sin contemplar la posibilidad de ni siquiera saludarte en tu lengua”. Lo que considera un “talento innato para socializar” le ha tolerado un ascenso reciente, curiosamente, una vez que su crítica se transformara en el vídeo que muchos usuarios de X han empleado para compartir este trauma laboral: todo cuanto puede resultarte indiferente sobre lo que pasa en tu empresa cuando cobras cinco euros la hora. A este viral le han seguido otros, y a estos, la primera comunidad de haters con la que lidia.

Pregunta. ¿Bellas Artes le aportó algún conocimiento performativo para sentirse tan cómoda frente a la cámara?

Respuesta. Creo que no. Me siento así de cómoda por el hecho de que llevo toda mi vida grabándome, siendo una mamarracha y criticando. Me encanta charlar con la gente. Por eso digo que soy carne de hostelería. Además, se demanda mucha velocidad mental por el hecho de que hay clientes del servicio que desean jugártela, encargados a los que les falta ponerte una navaja en el cuello y, claro, tus habilidades brotan. Pero vamos, que performando en las redes estoy en mi salsa.

P. ¿Hasta hace unas semanas, de qué manera era su relación con las redes?

R. Una relación tóxica. Frecuentemente, más perjudicial que otra cosa, por el hecho de que la comparación ‘de ti con todo’ es ineludible. Pero asimismo he de decir que de no haber estado en Twitter [X, ahora] desde los dieciseis, de veras, no sé qué género de persona o qué pensamiento político tendría ahora. Es que no sé quién sería. Me ha tolerado proseguirse a gente desde la como me he ido ordenando mentalmente y en el planeta, supongo. Si no, ¿de qué manera?

P. ¿Qué le aportó su capacitación universitaria?

R. Bellas Artes era, simplemente, una carrera no muy difícil, en una urbe con un tamaño y una vida social y cultural ideal para pasarme 4 años… socializando.

P. Su primer viral tiene una estructura de sketch perfecta. Presenta al personaje, , entonces produce un tiempo ascendiente de situaciones y lo soluciona con un giro inopinado. ¿Lo preparó?

R. Para nada. Cero por ciento. Estaba desayunando y vi que una chavala había subido el ‘cosas que me dan igual’ de trabajar en McDonald’s y me afirmé, allí que voy, de una. Estoy pensando todo el día en las cosas que digo en ese vídeo, así que hablo así y me chifla criticar. Y después supongo que me influye haber visto millones de vídeos. No sé si habré interiorizado la fórmula, mas es que a día de hoy pienso así y hablo así.

P. Ese vídeo tiene un mes y ya ha fichado por una agencia de representación y ha ido a un programa de prime time en T.V.. ¿De qué forma lo está administrando?

R. ¡Pues maravillosamente! Encantada. A lo mejor esto dura un rato, 4 días. El único inconveniente es que, justamente, me han ascendido en la cafetería. Pero lo último de lo que me podría lamentar es de, por fin, ganar más de mil euros por echar allá las horas.

R. Mira, puede ser aburrido. Yo el día de ayer me senté por vez primera delante de un calendario para organizarme la creación, y bueno, lleva lo propio. Pero ahora recibo mis primeras campañas y, sin ser absolutamente nadie, me ofrecen seiscientos euros por un artículo. ¡seiscientos euros! Hasta hace 4 días, literalmente 4 días, trabajando un mes entero no ganaba eso. No han debido trabajar a jornada partida por quinientos euros. Si lo han hecho, no puedo comprender de qué manera se les ha olvidado.

P. Aunque ya ha logrado buenas cifras con otros vídeos, semeja haberse granjeado cierta comunidad de haters por el viral de la precariedad. ¿De qué forma lo administra?

R. El CEO de cualquier empresa sabe que mi trabajo es más válido para él que su empresa para mí. Sé con perfección que no son los amos de ninguna multinacional los que se han dedicado a criticarme. Reconozco ese género de perfil, sé las creencias que tienen y a la mínima te llaman “vaga y maleante”. Definitivamente, no es mi nicho de público y, además de esto, todo está acá dentro [señala el móvil]. Capaz que se silencia con no mirarlo.

‘RayoMcqueer’ posa con un móvil con un vídeo suyo.Fermin Rodriguez (Fermin Rodriguez)

P. Hace poco posteó en X: “me estais siguiendo un montón d pronombres seguidme tmb en ig pero nunca me sigáis por la calle” [sic]. ¿Qué te asusta de la fama en redes?

R. Pues solo eso, el acoso callejero. El acoso de las redes, que me llega toda la homofobia, transfobia y lo que te imagines, no me preocupa mucho. Pero lo de que me prosigan físicamente me asusta. Bueno que, es una cosa, que a las mujeres nos asusta todo el tiempo, así que supongo que lo que me asusta es tener más temor por eso.

P. Entre otros temas, le ha dedicado un vídeo a las páginas de busca de empleo [interrumpe].

R. Bueno, es que ¡de qué manera no! Es que es una de las cosas a las que vengo dedicando mi vida desde siempre y en todo momento. ¡Y qué material hay ahí! Las ofertas que leo siempre y en todo momento son un tanto peores que las del mes precedente. Siempre te sorprenden. Son ingeniosísimos en el mal. Cuando me preguntan, ¿ qué red social dejarías? Siempre digo, puesto que no sé si LinkedIn o InfoJobs. Pero ahí prosigo, entrando, en plan masoca, una chavala más que es esclava del sistema.

P. Quizá no le sea preciso regresar a emplearlas. ¿Le agradaría vivir de la creación de contenido?

R. ¿Me he puesto a ello de verdad? Sí lo digo. ¿Por qué? Porque me agradaría vivir del cuento. No sé si esto de vivir del cuento es ofensivo para alguien, mas para mí no. Y punch [y punto, en su jerga].