Junto con la primordial feria de arte y antigüedades del planeta, The European Fine Art Fair (Tefaf) de Maastricht, en Holanda, la relojera Watches & Wonders de Ginebra es la más muy elegante. Sus visitantes contribuyen a ello, por el hecho de que hay una concentración de bolsos de Chanel y de Hermès que solo se ve en Mónaco, Beverly Hills y Puerto Banús. Ellos, con perfección trajeados. Ellas, con los últimos modelos de Fendi, Gucci y demás firmas del ramo, en zapatillas o subidas a sus tacones, con lo que fatiga la moqueta de Palexpo…

Los estands son espectaculares, tanto como los relojes que cobijan. Algunos proceden de la extinta feria Baselworld de Basilea (Suiza), que murió en dos mil veinte y ha resucitado en Ginebra. Los de Patek Philippe y Rolex son exactamente los mismos. Se han trasladado pieza a pieza. Otras marcas cambian la estética de su estand de año en año.

Roger Dubuis, del conjunto Richemont, ha confeccionado uno de los más espectaculares. La aragonesa Esperanza Rambla, que trabaja en el departamento de marketing de la firma, sección “experiencia de marca”, ha contribuido a diseñar su estand para esta feria. Cuenta con brazos de robots por todas partes, con un cánido-robot que lo custodia y con pantallas de TV móviles gigantes.

Rambla nos cuenta que este género de espacios deben reflejar el espíritu de la marca, y que no siempre y en todo momento se diseñan los relojes primero y después el continente en el que se van a enseñar. “Nosotros sabíamos que queríamos hacer un concept watch [han lanzado en la feria el Monovortex Split-Seconds Chronograph, un cronógrafo de fracción de segundo que controla las fuerzas de la gravedad y reinventa el tourbillon y la masa oscilante]. Además, queríamos hablar de la Hyper Horology (hiperrelojería), que es nuestra visión de la relojería del futuro, y se nos ocurrió que el estand debía llevar a los visitantes a la Hyper Life, que para nosotros es la experiencia, la emoción, la pasión y la adrenalina a partir de la tradición relojera”, afirma Rambla.

Así, con Charlie y la factoría de chocolate en psique, dieron forma a su factoría de sueños relojeros. “Queríamos ofrecer un extracto de la Hyper Life a nuestros visitantes, y pensamos en hacerlo a través de cócteles, servidos por robots. Los hay con alcohol y sin, dependiendo del grado de Hyper Life que quieras”, comenta amena. En el centro del estand, un enorme vórtice que se activa cada hora y a demanda da la orden a los robots meciandte colores y sonido a fin de que realicen las bebidas. Que, a propósito, saben realmente bien.

La relojera y joyera Van Cleef & Arpels, por su lado, ha transformado su estand en un bosque “encantado”, como ya hizo en dos mil veintidos. “Refleja nuestra idea de poesía del tiempo”, afirma Linda Chenit, directiva para Europa de prensa y acontecimientos de la compañía. Las hojas de sus árboles se han efectuado con cristales de tonos verdes y anaranjados, y decenas y decenas de vitrinas muestran las florituras que salen de su manufactura. Además, han salpicado el espacio de relojes de mesa con robots. No hay solamente repelente para los gustos occidentales. Ni tampoco más hipnótico.