Lo que no se define no se puede medir, lo que no se mide no se puede progresar y lo que no se mejora, se degrada. La medición es una parte del proceso administrativo de la administración y es esencial para conseguir la mejora continua.  

Conocer el estado de los factores clave es esencial para planear, establecer objetivos, supervisar resultados y tomar resoluciones. Para dirigir es preciso medir mas la medición no es tan usual como hubiera de ser. En la administración pública no se conocen aspectos básicos como el número de expedientes gestionados. Menos aún se conocen variables, como el tiempo de tramitación de un expediente o el número de personas atendidas.

La ausencia de sistemas de información con indicadores relevantes está extendida, en un instante de crisis donde se critica el tamaño del Estado. Existen estructuras sobredimensionadas. Sin medición no es posible un proceso de administración admisible, ni tomar resoluciones adecuadas sin información relevante y sistematizada.

¿De qué manera saber cuánto personal es preciso si no se conocen sus resultados? ¿De qué manera determinar su productividad y la calidad de sus servicios? ¿De qué manera planear?

Para administrar hay que reconocer la relevancia de la medición y establecer entonces indicadores, compilarlos en sistemas de información y, desde ahí, tomar resoluciones.

Analizando la competencia de una nación, de sus empresas y la de los particulares, se visualiza al país como la cancha donde se compite o el teatro de operaciones. Si el estado de la cancha es malo, si tiene pozos o está embarrada, los que se tienen la obligación de jugar en ella, no pueden competir con las compañías extranjeras que operan en geniales estadios.

La competencia  no se mide por los recursos naturales, que constituyen su ventaja comparativa. Se puede tener las mejores tierras, mas la productividad de esos recursos puede ser baja.

Es competitivo quien equiparando su producción con la de su contrincante, la iguala o la supera. La Argentina tiene el puesto cuarenta y cinco y Chile el veintiocho en un ranking que mide inventiva,  apertura de la economía, solvencia financiera, tiempo para los negocios,  tecnología, etc.

Muchas empresas no son competitivas pues luchan en condiciones desfavorables: alta corrupción, impuestos recesivos y leyes laborales desfavorables, tarifas y créditos costosos, inseguridad jurídica; factores que forman el lamentablemente conocido  costo argentino.

Y de tanto fallar se pierde la  autoestima. ¿Es preciso resignarnos al descalabro? El éxito de centenares de miles de argentinos que triunfan en el extranjero, prueban que hay modos de convertirse en una persona competitiva en el marco de un planeta globalizado.

Así como el pez es el último en caer en la cuenta que el agua existe, en la medida en que es su medio natural, lo mismo le ocurre a la gente: lo frecuente provoca una poco afortunada uniformidad. Compararse con los modelos de la excelencia a través de un proceso  llamado benchmarking – , deja descubrir las mejores prácticas para hacerlas propias. Este proceso implica cuatro etapas: 1) ¿Qué puedo progresar? dos) ¿De qué manera escogeré el modelo? tres) ¿Qué es lo que me distancia de él? y cuatro) ¿De qué manera voy a cerrar la brecha? La mayor ineptitud es escoger el camino incorrecto, o sea, está en lo que se hace y no en  de qué manera se hace. Producir más de lo mismo no es la solución. Elegir el blanco o modelo es vital para equiparar con este costos, tiempo y  calidad. Un procedimiento complementario es examinar las funciones con el conocimiento libre e incorporarlo al proceso. Y una vez acabado un ciclo: regresar a comenzar.

Una forma de progresar la competitividad es examinar internamente  las debilidades y fortalezas: 1) Aprender a manejar el tiempo, la energía, las contingencias. dos) Clarificar los valores: ¿qué es lo valioso  para mí? tres) Tener objetivos definidos, lo que implica ser proactivo y no reactivo frente a las circunstancias.4) Poder mantener  un desarrollo y desarrollo personal progresivo. cinco)  Dominar las técnicas de resolución de inconvenientes y toma de resoluciones. seis) Desarrollar la inventiva ya que la imaginación es tan esencial como el conocimiento. siete) Lograr influir y motivar a el resto ocho)  Administrar de forma eficaz, lo que equivale a lograr que se hagan las cosas. nueve) Saber delegar y supervisar. diez) Capacitar a los cooperadores. once) Armar equipos enormemente competitivos. En materia de competitividad la clave es el resultado

El capital intelectual es vital para optimar el funcionamiento de las organizaciones. La relevancia de conocer su desempeño individual deviene del mismo principio por norma general aceptado: “lo que no se mide no se puede mejorar”.

Un shock anatómico ocurre cuando no hay suficiente suministro de sangre y oxígeno a los órganos y tejidos. El agobio sicológico de un individuo deriva de una sobrecarga de labores con relación a su capacidad para administrarlas. Uno de los mecanismos de defensa sicológicos del es negar la realidad e impedir que el shock aparezca a través de un esmero agobiante y por tanto no advertir que debe tratarlo, sin cobijarse en la zona de confort.

Un test sugerido para medir el IQ o factor intelectual, difiere del tradicional ya que valora la capacidad  para enfrentar situaciones de todo género, examinando los métodos que se usan.

Medir el desempeño de cero al cien%  y la situación de cada uno de ellos, sirve para confirmar otro principio por norma general admitido, que «tan solo utilizamos el diez% de nuestra capacidad potencial».

En este test se mide el IQ actual, su potencial de desarrollo y los bloqueos que lo están trabando. Benchmarking metodológico. Es equiparar los métodos que se usan  con los que emplean los mejores cerebros. Cuando alguien se equipara con la mayor parte concluye que está bien, mas esa normalidad estadística no es un signo positivo cuando se sabe que la mayor parte anda mal, no sabe de qué manera marcha su cerebro, ni conoce las técnicas que optiman su desempeño. Es mejor equipararse con un cerebro estadísticamente anormal mas próximo al cien% de desempeño.

Para Sarmiento «la letra con sangre entra», mas esta aseveración no considera la ley de los rendimientos decrecientes. A mayor tiempo de esmero mayor cansancio hasta el momento en que llega un instante en que el ahínco se vuelve inútil. Por el contrario Nietszche aseveró que «los métodos son la mayor riqueza del hombre». El tercer principio por norma general admitido es que aprender las mejores prácticas de metodología intelectual potencia el desempeño.

Mide la velocidad y entendimiento en la lectura, la capacidad de escucha y de observación, si se sabe discriminar lo esencial de lo accesorio, los niveles de memoria y concentración, la sencillez de palabra oral y escrita, el grado de desarrollo de  la inteligencia para la solucionar inconvenientes y el pensamiento creativo y estratégico.

Antes de efectuar el test la persona no conocía su desempeño. La relevancia de efectuarlo deriva de que sin medirlo jamás lo podría progresar.

Einstein pensaba que algo singular debía tener en su cerebro, por eso lo donó a la humanidad a fin de que lo estudien. La sorpresa de los estudiosos fue ver que era semejante a cualquier otro. La diferencia  no estaba en hardware sino más bien en el software con el que lo hacía marchar. Esto abre un campo optimista, es suficiente con adoptar sus métodos para comenzar a progresar

El examen internacional PISA mide la relación entre disciplina y conocimiento. Japón, China, Corea, Estados Unidos y Europa occidental muestran una relación positiva mas Kazakhstan, Rusia, Perú y Colombia no. México, Perú, Chile y Brasil, en América Latina , mejoraron  en los últimos años. El que más avanzó fue México y el que menos lo hizo fue Brasil. Argentina no tuvo alteraciones. La disciplina en el sala argentina es la peor en el ranking mundial.

También advirtió, el examen PISA dos mil nueve, una expansión de la desigualdad y  la pobreza. La mayor inversión en educación no se tradujo en igualdad de ocasiones. En ciencias, matemáticas y entendimiento de textos, Argentina se situó en el puesto cincuenta y ocho entre sesenta y cinco países.

El estudiante medio ignora qué productivo es para estudiar. Se equipara con sus pares y adopta los factores de normalidad de su conjunto. Prefiere ser normal que ser mejor. Productividad en el estudio es el factor entre el tiempo empleado y el ahínco efectuado con los resultados logrados. Sin productividad ni  pensamiento estratégico se falla al planear. Y el que falla al planear planea fallar.

Hay tests para medir la entendimiento en la lectura, en la escucha, la capacidad de observación. Investigaciones sobre técnicas de estudio, concentración, memoria, sencillez de palabra oral y escrita, inventiva, resolución de inconvenientes y orientación vocacional.

No es bueno leer veloz si lo que entra por un oído se escapa por el otro, ni distraerse a cada rato. Estudiar utilizando la fuerza bárbara provoca cansancio y rendimientos decrecientes.

Pregúntele a cualquier estudiante si conoce su nivel de velocidad de lectura. Le responderá que no.  Esta es la fórmula: PLM= (palabras leídas por minuto) = palabras leídas sobre tiempo empleado.  Un lector lentísimo lee entre veinte y cincuenta palabras por minuto. Los mejores lectores superan las quinientos palabras y con mayo entendimiento.

No saber dirigir el tiempo impide llegar preparado al día del examen. No presentarse a rendir se decide días ya antes de la data, lo que revela una clara pérdida de tiempo.

Los helenos aseveraron la relevancia del autoconocimiento de las fortalezas y debilidades, de las ocasiones para progresar y las amenazas de sostener el estado de cosas. El pensador estratégico sabe dónde se encuentra hoy, dónde desea estar mañana y qué va a hacer para lograrlo.

Cuanto más defraude el desempeño, más rebaja su autoestima. El envidioso no tiene un deseo auténtico de progresar, desea ver al otro destruido. Admitir la superioridad de alguien deja tomarlo como modelo. La admiración es una fuerza sicológica potente.

La admiración se hace emulación y deseo de igualar al modelo.  La PNL enseña a ver de qué manera organizamos el planeta en nuestra psique. Usa la comunicación para medrar, conocer mejor a el resto y conocerse a sí mismo.

Casi todo se aprende por imitación. Aprender es alterar la memoria incorporando lo nuevo y adquirir así la capacidad para enfrentar los retos que presenta la vida.

El drama no es copiar sino más bien imitar malos ejemplos, no saber utilizar el conocimiento ni alterarlo, o tener un radar para captar lo que desean el resto en vez de encontrar la brújula del autoconocimiento para iluminar el propio camino.

La PNL deja copiar a los ganadores y la destrucción creativa progresar suprimiendo los defectos. Lo más esencial es pasar de la imitación a la  innovación y a la invención. Es la diferencia entre inventiva bohemia e innovación aplicada. Los nipones, tras la 2da guerra mundial, copiaron los productos que fabricaba Estados Unidos, los mejoraron, bajaron su costo y después se los exportaron. Así se transformaron  en  potencia mundial.

Einstein definió la insensatez como estimar progresar mas continuar haciendo lo mismo. La diferencia entre los cerebros de alto y bajo desempeño no está en el hardware, que es afín,  sino más bien en el software que  lo hace marchar. En la década del cerebro -mil novecientos noventa-dos mil- las neurociencias pudieron ver al cerebro mientras que piensa. Sus avances no fueron aprovechados por la educación. Si resucitase un profesor del siglo xix podría dar sus clases sin inconvenientes. El pequeño aprende naturalmente, ya antes de ingresar a la escuela, allá se le enseña artificialmente.

Se comienza a fallecer cuando se deja de aprender, vivimos aprendiendo. No es suficiente con saber, hay que saber hacer. Resulta bastante difícil desaprender hábitos perjudiciales, de tanto repetirlos se automatizan las conexiones neuronales. Se aprende menos viendo o escuchando que haciendo y corrigiendo fallos. Con la capacidad de hacer no se nace, se hace. El hacedor ejecuta lo que otro no puede o no desea. Las claves son el entusiasmo y la voluntad.

Si alguien verifica su bajo desempeño acostumbra a visitar al médico, mas eso no se solventa con pastillas. Si va al sicólogo advertirá que el psicoanálisis requiere un buen tiempo. La mejor opción alternativa es aprender cómo marcha su cerebro y saber utilizarlo. Hay que descubrir al genio interior que nos habita, como descubrió la teoría de las inteligencias múltiples. Cuando la vocación surge se debe desarrollar la energía, integrándola con inteligencias complementarias: sensible, creativa, estratégica y social. Poder inteligente es estimar de forma eficaz. Séneca afirmaba que no hay vientos convenientes para el que no sabe a dónde desea llegar. Sin adiestramiento mental el hombre va a ser la cenicienta de las neurociencias. Ciencia sin conciencia en ceniciencia. El mejor laboratorio mental habría de ser el sala.

Noruega tiene el fondo soberano más grande del planeta. Convierte la materia prima de sus recursos naturales en materia gris. El populismo afirma repartir la riqueza mas es una factoría de pobres.  La educación es la industria pesada de un país, ya que fabrica los ciudadanos del futuro. No es la gente el inconveniente, los ciudadanos de países populistas triunfan en el planeta. No es el tamaño del país. Japón importa todo, no tiene recursos naturales y su pequeño territorio es una factoría flotante. Suiza no tiene cacao y genera el mejor chocolate, los mejores relojes y es la caja fuerte del planeta. No es la historia. Países viejos como Egipto eternizan la pobreza y otros de ciento cincuenta años como Australia  son ricos.

Finlandia hace diez años dijo: somos pobres, debemos enseñar e igualar ocasiones. Hoy tiene el tres% de pobreza infantil, corrupción cero y lidera en educación. Es la ideología. China avanzó cuando la cambió: no importa el tono del gato sino cace ratones.

La maldición populista es la maldición de los recursos naturales. La materia prima clave de un país es la materia gris, la que solo se hace valiosa con una buena educación. Mirar solo en un corto plazo puede matar al largo plazo. Como el futuro no existe, debemos inventarlo.

Para progresar y mejorar el paso inicial es iniciar por medir el desempeño intelectual.