En este artículo, exploraremos el fascinante paralelismo entre el ajuste y desarrollo del Estado-Nación y el cerebro humano.

A menudo, nos centramos en aquello que tenemos, ya sea en términos de recursos gubernamentales o materia gris cerebral, pero el verdadero desarrollo se encuentra en lo que hacemos y logramos con esos recursos. Compararemos cómo un Estado-Nación grande a menudo no puede satisfacer plenamente a sus ciudadanos, mientras que un cerebro humano  pequeño puede lograr hazañas. Es así como el pequeño David pudo vencer al gigante Goliat.

El cerebro humano se compone de materia gris, que incluye neuronas, glía y conexiones, y materia blanca, que se refiere al cableado que permite la comunicación entre las diferentes regiones cerebrales. Cada región cumple una función específica en un conjunto complejo de tareas que realiza el cerebro humano. Por ejemplo, los lóbulos frontales se encargan de la planificación y la evaluación de riesgos, mientras que las regiones posteriores se dedican al procesamiento visual.

Inteligencia y Materia Gris: En la búsqueda de comprender la inteligencia, los investigadores han examinado la cantidad de materia gris en regiones cerebrales clave. Se ha encontrado una relación entre la inteligencia general y la cantidad de materia gris en los lóbulos frontales. Esto podría sugerir que un Estado-Nación inteligente necesita líderes con abundante materia gris y una organización eficiente entre los ministerios, que podríamos llamar «materia blanda».

La teoría de los 3 cerebros, propuesta por Paul MacLean, postula que los humanos tienen tres «cerebros» en uno: el reptiliano, el límbico y el neo córtex. Estos representan instintos, emociones y pensamientos respectivamente. Coordinar estos tres cerebros en un individuo es un desafío educativo, pero ¿cómo se puede lograrlo en un Estado-Nación?

En las empresas, el concepto de un «cerebro colectivo» se refiere a la capacidad de aprovechar la inteligencia y la creatividad de todos los empleados. Sin embargo, a menudo, la toma de decisiones se concentra en una pequeña élite, desperdiciando el potencial del resto de la organización. Al entender el «Conectoma Organizacional», las empresas pueden mejorar la calidad de sus relaciones internas y fomentar el pensamiento colectivo.

La modernización del Estado-Nación implica la transición hacia un «Estado inteligente» que sea ágil, eficiente y transparente. La introducción de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) es fundamental en este proceso, pero también requiere una revisión de funciones obsoletas y una transformación en la cultura gubernamental.

El gobierno abierto, basado en los principios de transparencia, participación y colaboración, es un nuevo enfoque que busca involucrar a la ciudadanía en la gestión pública y fomentar la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. En última instancia, tanto el cerebro humano como el Estado-Nación enfrentan desafíos para coordinar sus recursos de manera eficaz y lograr sus objetivos.

La clave radica en comprender la importancia de la materia gris, la materia blanca, y la capacidad de coordinar instintos, emociones y pensamientos. Al adoptar enfoques más inteligentes y abiertos, tanto los individuos como los Estados pueden desbloquear su verdadero potencial y lograr avances significativos en sus respectivos campos.

Vivimos en una época marcada por la fascinación ante los avances de la inteligencia artificial (IA) y la preocupación por un futuro donde las máquinas puedan reemplazar al ser humano. Sin embargo, en medio de esta revolución tecnológica, a menudo olvidamos maravillarnos ante la asombrosa evolución que representa la mente humana. Rafael Yuste, el ideólogo detrás del proyecto Brain, impulsado por el expresidente Barack Obama para mapear el cerebro humano, nos recuerda la importancia de entender y apreciar la complejidad de la mente humana en un mundo inundado de tecnología.

Rafael Yuste convenció a Barack Obama de que invertir miles de millones en esta empresa valdría la pena. Yuste ha dedicado décadas a investigar la conciencia y ha logrado manipular los recuerdos de animales en un laboratorio. Su trabajo también aboga por el reconocimiento oficial de los neuroderechos para evitar la invasión y manipulación del pensamiento humano.

En la actualidad, estamos deslumbrados por la artificial y temerosos de un futuro distópico donde las máquinas nos superen por completo. ¿Qué futuro le espera a la inteligencia biológica? ¿Qué aspectos de la cognición humana seguirán siendo inaccesibles para los algoritmos? Aquí, el paralelismo entre el desarrollo del Estado-Nación y la evolución de la mente humana se vuelve evidente.

Rafael Yuste sugiere que el cerebro humano es, en sí mismo, una fuente inagotable de posibilidades. A lo largo de la historia, la humanidad ha avanzado y evolucionado, superando desafíos y desarrollando su conocimiento. Yuste se muestra optimista sobre el futuro y enfatiza la responsabilidad de no generar expectativas falsas basadas en datos no científicos.

Si bien la IA puede procesar y replicar información existente, la verdadera creación de ideas nuevas sigue siendo un misterio para la ciencia. El cerebro humano tiene la capacidad de generar soluciones inesperadas y explorar opciones que no se pueden prever. Esto plantea la pregunta de si la creatividad humana seguirá siendo esencial en un mundo dominado por la IA.

Rafael Yuste destaca la eficiencia asombrosa del cerebro humano en comparación con la IA, que consume una cantidad significativa de energía.

La naturaleza, por otro lado, muestra ejemplos de eficiencia sorprendente en criaturas como las hidras, que pueden sobrevivir durante semanas sin comer. La biología y la neurobiología pueden proporcionar valiosas lecciones para mejorar la IA y la industria de la computación. En resumen, el paralelismo entre el ajuste y desarrollo del Estado-Nación y el cerebro humano es una reflexión provocadora que nos recuerda la importancia de apreciar la mente humana en un mundo impulsado por la tecnología.

Rafael Yuste nos insta a ser cautelosos, pero optimistas sobre el futuro, aprovechando la IA como una herramienta para mejorar la humanidad y asegurándonos de que se utilice para el bien común. A medida que avanzamos hacia un mundo cada vez más dominado por la tecnología, es esencial que comprendamos y valoremos la riqueza y la creatividad que reside en la mente humana.

Tanto para el cerebro humano como para el Estado Nación es imprescindible profundizar tanto en los ajustes como en el desarrollo. Los ajustes tienen que ver en la optimización de los recursos tanto en su cuantía como en su capacidad de funcionamiento. Desarrollo no es algo que tenemos, sino lo que hacemos y logramos con eso que tenemos. El conocimiento y la educación son la industria pesada de una Nación, ya que fabrican a los ciudadanos del futuro.

Juan Pablo Cortez

Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.