La presidenta del BCE, Christine Lagarde, y el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos.
La presidente del BCE, Christine Lagarde, y el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos.RONALD WITTEK (EFE)

La economía europea vuelve a enfriarse. Entre octubre y marzo, el PIB de la eurozona se salvó de la recesión técnica por los pelos. Registró una leve contracción del -cero,1% en el cuarto trimestre del año pasado y un estancamiento del cero% en el primero del año vigente. La crisis energética y la inflación provocadas por la guerra de Ucrania golpearon fuertemente. Sin embargo, la robusta restauración de los servicios tras la pandemia, la fortaleza del mercado de trabajo y las ayudas públicas evitaron la caída. Pero ahora, sin apenas un respiro, vuelven a divisarse las contrariedades en un horizonte próximo, sobre todo conforme el impacto de las subidas de tipos vaya trasladándose por completo a la actividad. El peligro de recesión, si bien sea en su forma más suave y aún envuelto en muchas incógnitas, reaparece naciente sobre la zona del euro para la segunda mitad del año.

“Las perspectivas económicas a corto plazo para la zona euro se han deteriorado, debido en gran medida a una demanda interna más débil”, aseveró la presidente del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, esta semana en su comparecencia siguiente al consejo de gobierno en el que se subieron los modelos de interés oficiales otros cero,25 puntos hasta el cuatro con veinticinco%.

Aunque el mercado de trabajo exhibe una enorme solidez, la inflación y unas condiciones financieras más duras están lastrando el gasto de los hogares y la producción industrial. La demanda exterior se resiente y la inversión de las familias y empresas muestra debilidad. La creación de empleo y los servicios, impulsados por la hostelería y el turismo tras la pandemia, son los motores que sostienen a flote la actividad frente a la debilidad que se aprecia en el resto.

Así lo señalan las encuestas a gestores que prosiguen con atención los analistas y bancos centrales, los llamados índices PMI, que por norma general se consideran una buena señal adelantada de por dónde va la actividad más inmediata. Después de que entre enero y mayo indicaran una expansión en la zona euro, en el mes de junio apuntaron una caída. Y en los datos adelantados de julio lanzaron un descenso aún mayor: bajaron al cuarenta y ocho con nueve, su peor registro desde noviembre. En este índice PMI, el número cincuenta es la línea que señala expansión o contracción. Si la cantidad está por debajo, como es el caso, apunta un retroceso. La industria recorta su producción de forma bastante intensa, al tiempo que los servicios aún medran mas a un ritmo bastante más lento. La construcción de residencia ya padece por las levantas de tipos y la limitación del crédito.

Menos pedidos

Además, conforme estas encuestas, las esperanzas de producción y los nuevos pedidos asimismo adelantan un agravamiento de la actividad en los próximos meses, lo que ha provocado que las compañías en la eurozona comiencen a frenar las contrataciones. El incremento del empleo que cifran estos índices PMI ha sido pequeño: el menor desde febrero de dos mil veintiuno. Y en el caso de la industria se han comenzado a destruir puestos.

“El declive de los nuevos pedidos no era tan acusado desde febrero de 2009 y da una señal de que las empresas pueden reducir más su producción en respuesta a un entorno de debilidad de la demanda”, explica en una nota Chris Williamson, economista jefe de S&P global, la compañía que realiza los PMI.

Y no solo caen los pedidos en la industria. También en los servicios por vez primera en 7 meses. La actividad económica desciende tanto en Francia como en Alemania. En el resto apenas se exhibe un desarrollo muy modesto.

Ante estos datos, Cyrus de la Rubia, economista del Hamburg Commercial Bank, mantiene que probablemente la economía europea se adentre en un territorio más contractivo en los próximos meses conforme vayan perdiendo fuelle los servicios. Y remarca que hay una probabilidad mayor de que la economía alemana se halle en recesión a lo largo de la segunda una parte del año. El índice IFO de confianza empresarial da señales en ese sentido.

Los PMI y los IFO son encuestas. Pero ciertos datos de actividad más recientes asimismo comienzan a esbozar un dibujo algo más sombrío. La producción industrial de la eurozona cayó un dos con dos% interanual en el mes de mayo. Las ventas minoristas redujeron un dos con nueve%. Según Destatis, la ocupación en Alemania se ralentizó en el mes de mayo.

No obstante, dicho esto, las cantidades del segundo trimestre que se publicaron el viernes auguran una cierta resistencia. Francia medró un cero,5% entre abril y junio, un dato positivísimo mas debido en parte a un repunte puntual de las exportaciones por la entrega de un navío. Y el consumo de los hogares galos flojeó significativamente. En Alemania se consiguió un desarrollo plano tras haber encadenado dos trimestres de contracción. Pese a tener el paro en mínimos, la economía germana no acaba de salir de la recesión técnica.

“¿Recuerdan que a principios de año algunos observadores fueron más optimistas con la economía alemana? Apoyados en el suave clima invernal, la reapertura de la economía china y la idea errónea de que haber evitado lo peor conduce automáticamente a un repunte decente, en Alemania cundió el optimismo. Medio año después, la realidad está mostrando una verdad incómoda: la economía está atascada en la zona crepuscular entre el estancamiento y la recesión”, apunta Carsten Brzeski, analista de ING.

Las contrariedades de la industria

Desde principios de año la industria ha estado en contracción. Las limitaciones de gas y unos costos energéticos disparados han encarecido los costos de producción y perjudicado sobre todo a las ramas intensivas en energía. Alemania ha perdido su suministro económico y, en comparación con otras zonas del planeta, en Europa los costos energéticos prosiguen siendo más costosos. Las compras de recursos perdurables se han resentido por la inflación y pues el consumo se ha reorientado cara los servicios tras la pandemia. Además, se ha producido un acopio de inventarios tras los cuellos de botella provocados por la covid que ha lastrado la normalización de la actividad en las factorías. Tampoco ayuda a exportar la atonía de China y la consideración del euro. Por si fuera poco, la fuerte subida de tipos se plasma en una menores solicitudes del crédito preciso para emprender inversiones. Y la industria precisa de fuertes inversiones.

Esta debilidad de la industria se ha venido compensando con el buen comportamiento de los servicios, sobre todo de turismo y hostelería, favorecidos de forma especial por la salida de la pandemia. Los usuarios han preferido gastar en actividades sociales ya antes que en vehículos, electrodomésticos o ropa.

Pero ahora se observa que asimismo se están ralentizando los servicios y se abre la incógnita de qué sucederá una vez pase el verano y conforme arrecian los efectos de las subidas de tipos. Ya ocurre una desaceleración del crédito y una menor demanda de préstamos por la subida de tipos.

La fortaleza del mercado laboral

Aun así, no todo es negativo. En primer sitio una recesión técnica no implica una depresión como la que se vivió en dos mil ocho en la medida en que la utilización tiene un comportamiento totalmente diferente y no hay un shock financiero. Hay razones para argüir una restauración del bache en tanto que el abaratamiento de la energía debe poquito a poco ir trasladándose durante la cadena hasta llegar a los costos finales, favoreciendo al consumo. Un informe de la Comisión Europea ya resaltaba que la fortaleza del mercado de trabajo, que registra la tasa de paro más baja en la historia del euro, era un factor diferenciador en esta crisis generada a causa de la guerra: defendía que la utilización soportaría mejor por el elevado número de vacantes existente en un mercado de trabajo que empieza a apreciar la jubilación del baby boom. Aunque hay una parte esencial del empleo creado que es poco cualificado, poco productivo y con menos horas, se prosiguen creando puestos.

Y lo más importante: en un contexto de caída de la tasa de inflación y subidas salariales, las rentas reales comenzarán a medrar. Goldman Sachs y Nomura calculan que este año va a haber una mejora en la eurozona. Por otra parte, las finanzas de los hogares están bastante saneadas, lo que ayuda a absorber parte del aumento de costos de las hipotecas y explica de qué manera se ha mantenido por el momento tan baja la morosidad del crédito.

En terminante, muchos elementos van a conjugarse en los próximos meses hasta el momento en que se despejen las incógnitas. En estas circunstancias, el consejo del BCE deberá decidir qué hace con los modelos de interés. El discute va a consistir en si se dejan donde están a lo largo de más tiempo o si se suben otra vez y ya se van a recortar más veloz cuando de veras se verifique que la economía no tira. A la luz del enfriamiento, la primera opción va ganando enteros.

Mercedes Cruz Ocaña