No es la primera vez que lo afirma y tampoco lo ha dicho de forma muy concluyentes, mas el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha insistido en que la crisis bancaria puede hacer precisas menos subidas de tipos. En unas jornadas en las que participaba con su predececesor Ben Bernanke, Powell ha aportado pocas novedades sobre los mensajes que ha ido trasladando en sus últimas intervenciones públicas y ha eludido referirse a una posible crisis de la deuda. Mientras Powell intervenía, republicanos y demócratas interrumpían las negociaciones para elevar el techo de deuda. Tipos y techo de deuda son los dos factores que mueven los mercados financieros ahora.

El contraste entre Bernanke y Powell era evidente. El premio Nobel estaba relajado, improvisaba sus contestaciones frente a las preguntas del moderador y bromeaba. Powell, no obstante, estaba serio y algo tenso, tenía un papel delante con las contestaciones dispuestas para las preguntas anteriormente pactadas y no se ha salido del guion en un acto que se festejaba en memoria del economista de la Reserva Federal Thomas Laubach, que murió en dos mil veinte a los cincuenta y cinco años.

Una de las cuestiones que le han planteado a Powell era sobre el principio de separación, esto es, sobre las distintas herramientas para combatir la inflación y para conseguir la estabilidad financiera, que Powell ha relativizado. “Tenemos herramientas separadas, de política monetaria para lograr nuestros objetivos económicos, y de liquidez, supervisión y regulación para abordar las cuestiones de estabilidad financiera”, ha aceptado. “Pueden tener objetivos separados, pero sus efectos a menudo no son totalmente independientes. Así que las herramientas son complementarias casi todo el tiempo, porque la estabilidad financiera y macroeconómica están profundamente entrelazadas”, ha matizado enseguida.

“Como están tan entrelazadas, no es probable que haya una separación absoluta y completa de las herramientas, ni es posible ni deseable”, ha proseguido para referirse particularmente a la situación actual: “Aunque los instrumentos de estabilidad financiera han ayudado a calmar las condiciones en el sector bancario, la evolución en ese sector, por otra parte, está contribuyendo a endurecer las condiciones crediticias y es probable que lastre el crecimiento económico, la contratación y la inflación. En consecuencia, es posible que nuestro tipo de interés oficial no tenga que subir tanto para alcanzar nuestros objetivos. Por supuesto, el alcance de esto es muy incierto”, ha dicho, siempre y en todo momento con unos folios delante para no desviarse del mensaje que deseaba trasladar.

Powell ya había dejado claro en la conferencia de prensa siguiente a la asamblea del comité de política monetaria del pasado veintidos de marzo que el endurecimiento de las condiciones financieras provocado por la tormenta cambiaria podía interpretarse entonces como “el equivalente a una subida de tipos [de 0,25 puntos] o tal vez más que eso”, si bien matizando que no podía hacerse esa evaluación con precisión alguna. Antes de la crisis del Silicon Valley Bank y del Signature Bank, se aguardaba que la Reserva Federal subiera las clases en aquella asamblea cero con cincuenta puntos y la subida se quedó en la mitad.

Ahora, el presidente del banco central insiste en ese mensaje, mas poniendo el acento en la inseguridad y sin dejar clarísimo cara dónde irá la política monetaria. Sí que ha señalado que el peligro de quedarse corto con las subidas de tipos y el de pasarse comienzan a estar más equilibrados. En intervenciones precedentes había asegurado que prefería correr el peligro de pasarse y provocar una recesión que el de quedarse corto y que la inflación se enquistara.

“Hemos recorrido un largo camino en el endurecimiento de la política monetaria y la orientación de la política es restrictiva, y nos enfrentamos a la incertidumbre sobre los efectos retardados de nuestro endurecimiento hasta ahora y sobre el alcance del endurecimiento del crédito derivado de las recientes tensiones bancarias”, ha dicho Powell, que ha aprobado las subidas de tipos más beligerantes desde la década de mil novecientos ochenta, con un ascenso amontonado de 5 puntos porcentuales en poco más de un año.

“Habiendo llegado tan lejos, podemos permitirnos mirar los datos y la evolución de las perspectivas para hacer evaluaciones cuidadosas”, agregó, siempre y en todo momento leyendo las notas que llevaba preparadas. La próxima asamblea de la Reserva Federal se festeja los días trece y catorce de junio y puede ser la primera en que el coste oficial del dinero no se encarezca tras diez subidas sucesivas.

Powell, en cualquier caso, ha dicho que las resoluciones se van a tomar asamblea a asamblea y que la única orientación adelantada que puede facilitar es sobre cuáles son los datos a los que va a prestar atención. Los más señalados son los de costes, sueldos y mercado de trabajo.

Parón en las negociaciones de la deuda

El intento de aterrizaje suave de Powell se ha dificultado con la tormenta financiera y ahora con la inseguridad sobre si el Congreso aprobará a tiempo un incremento del techo de deuda que deje al Gobierno de Estados Unidos proseguir cumpliendo con sus obligaciones. Un impago de la deuda en circulación tendría consecuencias a nivel económico desastrosas.

Las negociaciones parecían avanzar, mas este viernes los representantes de uno y otro lado se han ido de la asamblea dando un portazo y acusando a la otra una parte de no ceder. La facción más extremista del Partido Republicano invitar a romper las negociaciones con el Gobierno de Joe Biden si bien eso conlleve el impago salvo que haga recortes masivos de gastos y admita sus condiciones.

“Hemos decidido apretar el botón de pausa”, ha dicho Garret Graves, uno delos representantes republicanos, aduciendo que las negociaciones no eran productivas.

Garret Graves, congresista republicano, tras la pausa en las negociaciones sobre la deuda.
Garret Graves, miembro del Congreso republicano, tras la pausa en las negociaciones sobre la deuda.J. Scott Applewhite (AP)

La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, advirtió hace un par de semanas de que la data X en la que Estados Unidos podría quedarse sin dinero para hacer en frente de sus obligaciones puede llegar tan pronto como el 1 de junio, si bien dejando abierta la posibilidad de un plazo más extenso. El techo de deuda, treinta y uno con treinta y ocho billones de dólares estadounidenses, se alcanzó en el mes de enero y desde ese momento el Gobierno está marchando con medidas excepcionales que han dejado un respiro temporal.

El Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca publicó un informe según el que la amenaza de bloqueo ya tiene efectos; un episodio de impago, por corto que fuera, dejaría una costosa factura y un impago prolongado haría caer el PIB un uno con cinco% en el tercer trimestre (a una tasa trimestral anualizada del seis con uno%) y subir la tasa de paro 5 puntos, destrozando ocho con tres millones de puestos.