La activa es exactamente la misma de otros años: es ver asomarse el verano por el horizonte y decidir ponerse a dieta para suprimir el exceso de peso amontonado durante muchos meses. El inconveniente sucede –y sucede con demasiada frecuencia– cuando se procura perder demasiados kilogramos de forma repentina, recurriendo a regímenes estrictos y a las recomendaciones de pseudoexpertos en redes sociales. “Realizamos dietas altamente restrictivas que no solo pueden conllevar carencias nutricionales, sino que suponen un riesgo para desarrollar trastornos de la conducta alimentaria. Tras un periodo de restricción es habitual encontrar otro de atracón, bien porque “me lo merezco”, tras conseguir mi objetivo, o pues al no alcanzarlo “al menos voy a comer lo que me gusta”, explica Daniel Ursúa, nutricionista-dietista y divulgador. Reducción de masa muscular, fallos nefríticos o hepáticos, daños cardiovasculares, consecuencias sicológicas… La pérdida de peso, aparte de temporal, puede salir carísima.
Los verdaderos especialistas lo tienen claro: es conveniente huir de los regímenes milagro, las pastillas mágicas y las grandes limitaciones, y recurrir a profesionales de la alimentación con capacitación y experiencia contrastadas. Más que perder peso sometiéndonos a dietas insostenibles en el tiempo, se trata de aceptar cambios de hábitos terminantes que mejoren nuestra salud y en los que el perder peso sea un efecto colateral. Es decir: nada de periodos con principio y fin “en los que hacemos un esfuerzo por realizar una serie de cambios, para luego volver a nuestra rutina anterior”, advierte Ursúa. Y, sobre todo, sospechar en la red de las pautas marcadas por influencers sin la capacitación precisa y “de todas aquellas personas que colaboren con suplementos dietéticos o productos adelgazantes. Es necesario cotejar siempre la información con otras fuentes como divulgadores con cierta trayectoria o guías oficiales”, agrega.
En una charla TED dada en 2014, la neurocientífica Sandra Aamodt recordaba que, 5 años tras efectuar una dieta, la mayor parte de las personas lo ha vuelto a recobrar, y un cuarenta % aun ganó peso auxiliar. Por el contrario, “incorporar hábitos saludables en nuestra vida es algo relativamente más sencillo. Siempre debemos priorizar la adherencia a los cambios: si no te cuesta demasiado incorporarlos a tu rutina diaria, eso hará que perduren en el tiempo”, agrega Beatriz Nespereira, doctora en Bioquímica y organizadora editorial del Centro Europeo de Másteres y Posgrados (CEMP).
La obesidad y el sobrepeso, una pandemia silenciosa
La incidencia de la obesidad deja poco espacio para las dudas: en el planeta son ya más de ochocientos millones de personas quienes padecen una condición que favorece la aparición de inconvenientes cardiovasculares y otras enfermedades crónicas, aparte de contribuir a una peor calidad de vida y una mortalidad temprana. En España, conforme el Observatorio Global de la Obesidad, el treinta y siete con ocho % de los adultos pesa más de lo aconsejable y el dieciseis % es obeso, al paso que los datos sobre la población infantil no se quedan muy atrás, cifrando en un veintiuno con seis % los menores con sobrepeso y en un once con ocho % los obesos, conforme con el estudio Pasos de la Fundación Gasol.
Unas cifras a las que habría que incorporar la de aquellos que, sin llegar a estos umbrales, caen víctimas de lo que la propia Federación Española de Nutrición llama “obsesión por el culto al cuerpo” y la invasión de cuerpos perfectos en las redes sociales que empujan a el resto a cuestionarse el suyo. Un medio de proliferación idóneo para la industria relacionada con la pérdida de peso rápido: “Hay múltiples empresas que venden productos para adelgazar, ya que es un negocio muy tentador que mueve 100.000 millones de euros anuales en Europa. Según la Eating Disorder Foundation, es el único negocio rentable del mundo con una tasa de fracaso de 98%” asevera Nespereira.
¿En qué especialistas confiar?
Ya lo afirma Juan Revenga en su weblog El dietista de la general: para edificar una casa, recurrimos a un arquitecto; para reparar el vehículo, a un mecánico; par el dolor de muelas, a un dentista… Pero, para un tratamiento nutricional, llegar al nutricionista dietista implica sortear una confusión formada por familia, amigos, internet, medios y empresas de la industria alimenticia, entre otros muchos elementos. “El intrusismo es un problema grave porque, más allá del daño que pueda hacer a la profesión, que lo hace, se pone en peligro a muchos pacientes. Son muchas las personas que encadenan una dieta tras otra y acaban desarrollando problemas de salud graves”, mantiene Ursúa.
Por eso, es conveniente tener claro quiénes son los profesionales más indicados para el asesoramiento nutricional: están, primeramente, los graduados en Nutrición Humana y Dietética, una titulación que incluye no solo una capacitación experta en alimentación, dietética y salud pública, sino más bien conocimientos básicos sobre Ciencia y Tecnología de los Alimentos (entre otros muchos aspectos, el saber examinar su composición, propiedades y valor nutritivo) y disciplinas relacionadas como Fisiología, Bioquímica, Anatomía e higiene y seguridad alimenticia. Otra titulación universitaria relevante sería la de los graduados en Medicina que se hayan experto en Endocrinología.
Los técnicos superiores en Dietética, por su lado, han completado un par de años del pertinente grado superior de Formación Profesional, que les ha capacitado, conforme la propia descripción de sus competencias por el ministerio de Educación, para “elaborar dietas adaptadas a personas y/o colectivos y controlar la calidad de la alimentación humana, analizando sus comportamientos alimentarios y sus necesidades nutricionales; programar y aplicar actividades educativas que mejoren los hábitos de alimentación de la población, bajo la supervisión correspondiente”.
En lo tocante al ejercicio, parte integral de unos hábitos vitales saludables, es conveniente rememorar que “en España, solo pueden ejercer como entrenadores personales las personas que tengan una FP del ámbito deportivo (como técnicos superiores en Animación de Actividades Físicas y Deportivas, en Acondicionamiento Físico o en Enseñanza y Animación Sociodeportiva), o el grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte; mientras que, para determinadas actividades, también pueden ejercer personas con certificados de profesionalidad”, recuerda Nespereira.
En cuanto a las formaciones de postgrado, hay asimismo una serie de másteres que sirven a fin de que graduados de disciplinas relacionadas como Farmacia, Fisioterapia o Ciencias del Deporte adquieran conocimientos de alimentación y dietética, aunque eso no les capacita al mismo nivel que los especialistas ya mencionados; e inclusive en Nutrición Deportiva o en Entrenamiento Personal.
Obtener resultados convenientes y durables pasa, en suma, por recurrir a profesionales dietistas y del adiestramiento personal cuya tarea, conforme el CEMP, debe ir alén de plantear dietas o rutinas de ejercicio:
- Es preciso investigar sobre los antecedentes personales del paciente, examinar su historial de salud y su experiencia anterior con el adiestramiento y la alimentación.
- Generar un plan adaptado y eficaz que tenga presente los gustos de cada persona.
- Conseguir motivación, descubrir el motivo real del cambio, contar con el apoyo de gente próxima y probar cosas nuevas que resulten amenas.
- Favorecer la perseverancia y la adherencia, introduciendo poco a poco los nuevos hábitos para amoldarse a ellos sin inconvenientes. Conviene asimismo establecer metas realistas sin grandes demandas, a fin de eludir los sentimientos de frustración.
Salidas profesionales
Aunque la figura del nutricionista-dietista se asocia frecuentemente con las consultas de consultoría nutricional o al campo hospitalario, donde pautan dietas singulares en función de las diferentes nosologías, la verdad es que estos especialistas tienen numerosas opciones de desarrollo profesional como la docencia; la investigación en laboratorios, integrados en equipos multidisciplinares; la industria alimenticia (como consultor en empresas del ramo, en cocinas centrales, planeando dietas, o asegurando los procesos de calidad); la divulgación; la acción comunitaria (enfocada en la prevención y promoción de la salud); la alimentación adaptada o la deportiva.
Para Beatriz Robles, nutricionista-dietista y enseñante de la Universidad Isabel I, el mayor reto de cara al futuro debe ver con el sistema público de salud, tal como declaró a este diario en el mes de marzo de 2022: “El principal reto es entrar en la sanidad pública. Actualmente no lo estamos, a pesar de que los datos reflejan claramente que contar con dietistas-nutricionistas en la sanidad pública es económicamente rentable por, por ejemplo, reducir los problemas de desnutrición hospitalaria (que incrementan las estancias en el hospital)”. La falta de estos profesionales, seguía, “abre una brecha social, porque es un servicio mayoritariamente privado al que no puede acceder la población que tiene menos recursos y que, por otra parte, es la que presenta mayores problemas sanitarios relacionados con la alimentación”.
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