Estados Unidos vive un verano de conflictividad laboral. La elevada inflación ha distanciado las posiciones de empleadores y sindicatos en algunos sectores. Ninguno de ellos es tan importante como el del automóvil, el motor industrial de un país en el que el coche es casi imprescindible. Los sindicatos han tensado la cuerda en la negociación de los nuevos convenios colectivos de los gigantes de Detroit (General Motors, Ford y Stellantis) y han amenazado con ir a la huelga desde este viernes. Sería la primera vez que un paro afectaría simultáneamente a los tres grupos, aunque pueden convocarse solo en parte de las fábricas. El conflicto supondría un lastre para la economía estadounidense.
La huelga parece casi inevitable, a tenor de la intervención de este miércoles por la tarde de Shawn Fain, el líder de United Auto Workers (UAW), el sindicato del sector que representa a unos 146.000 empleados de los tres grupos. “Todavía no tenemos ofertas sobre la mesa que reflejen los sacrificios y las contribuciones que nuestros miembros han hecho a estas empresas”, dijo. “Para ganar es probable que tengamos que pasar a la acción. Nos estamos preparando para hacer una huelga a estas empresas de una forma nunca vista”, señaló a través de Facebook.
UAW reclamaba un aumento de sueldo del 46% en cuatro años (aunque ha dado señales de admitir una cifra inferior al 40%), una semana laboral de 32 horas con 40 horas de salario; el restablecimiento de las pensiones tradicionales con prestaciones definidas para los nuevos contratados y compensaciones por la inflación, entre otras reivindicaciones. De fondo están los sacrificios que los trabajadores aceptaron cuando las empresas atravesaban dificultades a raíz de la crisis financiera y la Gran recesión. Ahora que la salud económica del sector ha mejorado, se quieren resarcir.
Hay otra demanda sindical paralela y es que los trabajadores de las nuevas plantas de baterías que se están construyendo por todo el país al calor de los incentivos fiscales al coche eléctrico puedan afiliarse al sindicato UAW y que se les apliquen las condiciones salariales del sector.
Las compañías consideran inasumibles las demandas de los sindicatos en un contexto en que necesitan hacer frente a grandes inversiones para diseñar vehículos eléctricos y construir baterías y plantas de montaje para el futuro, mientras mantienen en marcha las actuales de coches de combustión. Argumentan que subir los sueldos tanto como exigen los sindicatos impediría a los fabricantes estadounidenses competir con los de otros países. Tesla, el líder de los coches eléctricos, no está afectado por una posible huelga, pues sus trabajadores no están sindicados.
El sindicato UAW dispone de un fondo para huelgas de 845 millones de dólares con el que compensar a los empleados que dejen de cobrar sus sueldos. Con 146.000 trabajadores en las empresas afectadas, ese fondo apenas daría para tres meses, pues el sindicato paga 500 dólares semanales a quienes estén en huelga, más otros costes. Los sindicatos están estudiando elegir estratégicamente en qué plantas hacer huelga (motores y transmisiones, por ejemplo) de modo que estrangulen la cadena de producción de los modelos más rentables de las compañías sin necesidad de que todos dejen de trabajar.
El líder del sindicato dijo este miércoles que la decisión final sobre qué plantas irán a la huelga no se tomará hasta el jueves por la noche y se anunciará a las 22.00 horas, para mantener en vilo a las empresas: “No haremos huelga en todas las instalaciones a la vez”, dijo.
El consejero delegado de Ford, Jim Farley, declaró que la empresa había hecho la “oferta más generosa” de su historia al sindicato UAW a primera hora del martes. La oferta ofrecía aumentos salariales del 14% en cuatro años (que el miércoles ha elevado al 20% en cuatro años y medio), elimina los distintos niveles salariales para un mismo trabajo, tiene protección contra la inflación y supone mayores aportaciones a los planes de jubilación, pero rechaza la semana de cuatro días. “Estamos absolutamente preparados para una huelga y sé que la UAW también lo está”, declaró Farley a la prensa en Detroit el martes por la tarde. “Pero no queremos llegar a una huelga”.
El presidente de GM, Mark Reuss, dijo el martes que se había avanzado mucho en los últimos días. “El toma y daca está ocurriendo realmente, así que estamos en el camino, eso es parte del proceso”, dijo en una reunión del sector de Detroit organizada por la publicación especializada Automotive News, en declaraciones recogidas por AP. Reuss afirmó que el objetivo de GM es recompensar a los empleados y, al mismo tiempo, invertir en el futuro. GM ha ofrecido una subida del 18% en cuatro años y Stellantis, del 17,5%, según las propuestas actualizadas el miércoles.
Beneficios multimillonarios
Shawn Fain —que lleva al frente del sindicato desde marzo, tras ganar las primeras elecciones con voto directo de los afiliados— ha adoptado un tono combativo desde el principio. Ha calificado de “basura” o de “insulto” algunas de las ofertas de los fabricantes. Ha señalado en sus discursos los multimillonarios beneficios de las compañías de los últimos años y los grandes sueldos e incentivos de sus directivos.
La distancia entre las posiciones de unos y otros es tanta que hace muy difícil llegar a un acuerdo antes de que expiren los convenios en vigor, en la medianoche de este jueves. La huelga parece casi inevitable. El sector del automóvil tiene un peso directo en el producto interior bruto de Estados Unidos, pero es mayor en los estados del medio oeste.
Una huelga del sector lastraría la economía en un momento en que las subidas de los tipos de interés y el mordisco al consumo por la inflación están pasando factura. Para el presidente, Joe Biden, que se proclama el presidente más prosindicalista de la historia, que no haya acuerdo es una mala noticia.