Se acostumbra a decir que el dato mata al relato. Cuando Ferrovial anunció por sorpresa el pasado veintiocho de febrero que iba a proponer a sus accionistas trasladar la sede social de Madrid a Ámsterdam, uno de los razonamientos que puso encima de la mesa para justificar la resolución es que Países Bajos era un mercado “triple A” (en referencia a la nota de solvencia de su deuda soberana), que tenía un marco jurídico estable y que sería un trampolín para captar considerablemente más fondos de inversión como paso anterior a su aterrizaje en Wall Street. Cotizar solo en España, se comprendía de la explicación de la compañía, era un lastre para su cotización bursátil.
El dieciseis de junio pasado, a las cero, entró en vigor la fusión entre Ferrovial y su filial en Países Bajos (FISE), materializándose el cambio de sede social. Ese mismo día, el conjunto constructor y de servicios, aparte de en la Bolsa de Madrid, comenzó a cotizar en el mercado de Ámsterdam. Se ha cumplido un mes en consecuencia de ese punto de cambio de la compañía y, con los datos en la mano, la verdad es que los grandes inversores institucionales a los que apelaba la compañía controlada por la familia Del Pino, semeja que prosiguen confiando más en el parquet de España que en el holandés como punto de liquidez para intercambiar sus acciones. Según las cantidades compendiadas por Bloomberg, en el último mes la Bolsa de España ha negociado títulos de Ferrovial de seiscientos setenta y nueve con veintisiete millones de euros, cifra que supone veintidos veces más que los veintinueve con ochenta y dos millones que se han contratado por medio de la plataforma neerlandesa. En términos de operaciones, la diferencia ha sido treinta y ocho y doscientos setenta y seis en BME, el gestor de España, y tres mil setecientos veintitres en Euronext Ámsterdam.
Desde que se hizo efectivo el cambio de sede social, los títulos de Ferrovial apenas se han valorizado un cero con sesenta y cinco%, al paso que el primordial indicador de la Bolsa de España, el Ibex treinta y cinco, se ha apuntado una subida cercana al dos con cinco%.
Aviso de riesgos
Como paso anterior a la cotización de acciones en la Bolsa de Ámsterdam, la compañía registró a mediados de junio pasado su folleto de admisión en el supervisor del mercado bursátil holandés. En la síntesis de este documento, a la que se puede tener acceso desde la web de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la compañía explica que su cambio de sede puede tener un costo tanto en su cuenta de resultados como en el coste de sus acciones.
El documento contiene un apartado en el que la compañía controlada por la familia Del Pino advierte a los inversores de posibles peligros de negocio y regulativos. Uno de estos factores potencialmente desestabilizadores debe ver con su salida de España. “La fusión y redomiciliación de la sociedad matriz del grupo a los Países Bajos podrían tener un impacto negativo en su imagen corporativa en España, lo que, a su vez, podría tener un efecto material adverso en la posición competitiva del grupo y, a su vez, en el precio de cotización de sus acciones, su negocio, situación financiera, resultados de operaciones y perspectivas”, advierte el conjunto constructor y de servicios.
El consejo de administración de Ferrovial tomó la resolución de mudar su sede, que entonces fue ratificada por apabullante mayoría en su junta general, basándose en dos razonamientos. El primero es que cotizar en Países Bajos va a ayudar a su internacionalización. La segunda motivación es que tener pasaporte holandés va a facilitar en el futuro dar el salto al mercado estadounidense, donde están los grandes fondos de inversión que darían mayor valoración a la compañía. En un principio, la compañía asimismo insinuó que el movimiento obedecía a la busca de mayor seguridad jurídica, si bien entonces sus portavoces negaron esta motivación. En cualquier caso, el traslado a Países Bajos provocó un choque entre el Gobierno y el conjunto empresarial. Pedro Sánchez afirmó que en España había muchos empresarios comprometidos con su país, mas que ese no era el caso del presidente de Ferrovial, Rafael del Pino.
Las tensas relaciones entre el Gobierno y Ferrovial asimismo tienen su reflejo en el folleto de admisión de las acciones de la compañía en Países Bajos. “Las autoridades fiscales españolas podrían considerar que la fusión [con su filial internacional] queda fuera de la protección del régimen especial de neutralidad fiscal, lo que podría tener un efecto material adverso en el negocio, la situación financiera y los resultados de operaciones del grupo”, reconoce la compañía.