El cierre del año 2023 fue excepcional para los mercados financieros, con notables ganancias en la mayoría de los activos. Las Bolsas tuvieron un aumento medio del 15% en el año, mientras que la renta fija aumentó un 5%. Sin embargo, la mayor parte de estas ganancias se concentró en apenas dos meses y medio, con alzas en enero, correcciones y un rally desde noviembre. Una vez más, el cambio en la postura de los bancos centrales ha sido el factor clave que ha dirigido las cotizaciones, al igual que su beligerancia contra la inflación en meses anteriores.
En septiembre, la amenaza de nuevas subidas de tipos aumentaba las probabilidades de recesión, pero ahora se ha pasado a la promesa de reducción de tipos en 2024, lo que sugiere un escenario de aterrizaje suave y reactivación económica en 2025. La política fiscal expansiva y la moderación de la inflación por el lado de la oferta también han contribuido significativamente a reducir la presión sobre los precios.
Se temía que la inflación se trasladara a la demanda en un contexto de elevada liquidez, reapertura económica, ahorro y pleno empleo, y que los bancos centrales se vieran obligados a provocar una recesión para controlar la inflación. Sin embargo, los últimos datos macro indican que la inflación se encamina hacia el 2% y el PIB, aunque pierde dinamismo, parece que evitará la contracción.
Este escenario de aterrizaje suave permitirá a los bancos centrales ajustar finamente los tipos de interés para contrarrestar parte de las fuertes subidas de los últimos dos años. Se espera un recorte del orden de 150 puntos básicos en los próximos 12/18 meses, lo que debería impulsar una reactivación económica en 2025, en línea con el potencial. Al mismo tiempo, los bancos centrales deberán intensificar el proceso de reducción del tamaño de sus balances, lo que tendrá un impacto en los tipos de interés y, por ende, en la evolución de la economía y los mercados.
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