El Banco Central Europeo (BCE) va a deber solucionar nuevamente el mes próximo el problema entre dar un nuevo golpe a la inflación o resguardar a la zona euro justo cuando arrecian las advertencias de que hay peligros de que el aterrizaje de la economía sea más brusco de lo aguardado. Sin embargo, el levanta de costos —que llegó a los dos dígitos— comienza a lanzar señales de fatiga. El BCE, en verdad, piensa que la inflación latente —la que excluye la energía y los comestibles frescos— podría haber tocado ya techo. Si se confirma la moderación de los costos, Fráncfort podría decidir dictaminar una pausa en la subida de tipos en la asamblea de septiembre.
El IPC de la zona euro descendió el mes pasado de julio del cinco con cinco% al cinco con tres%. El BCE, no obstante, desde primavera viene guiándose asimismo por la evolución de la inflación latente. Según Eurostat, esta bajó del seis con ocho% al seis con seis%. Excluyendo asimismo el alcohol y el tabaco, se sostuvo estable, en el cinco con cinco%. Fuentes del Eurobanco estiman que ese indicador seguramente ya ha tocado techo en la primera mitad del año y que los datos de julio van online con las esperanzas de los economistas del BCE. Estos, además de esto, ven con alivio de qué forma los costos de los servicios —que se habían acelerado en los últimos meses— asimismo comienzan a moderarse.
El Eurobanco publicó el día de ayer un avance del Boletín Económico que se detiene en la inflación latente como indicador a tener en consideración en la adopción de resoluciones de política monetaria. La publicación acredita el relato que hizo la presidente de la corporación, Christine Lagarde, en la conferencia de prensa siguiente al último Consejo de Gobierno. Las tensiones inflacionistas llegaron al principio de esta escalada sobre todo del exterior, a raíz de los cuellos de botella en la cadena global de suministro y los costos de la energía por la guerra de Ucrania. Sin embargo, Lagarde advirtió de que las presiones ahora son sobre todo internas debido a los incrementos de los márgenes empresariales y los sueldos, sin que aún se aprecie una espiral inflacionista.
De hecho, el economista jefe del BCE, Philip Lane, en un podcast publicado por la corporación avanzó asimismo que la inflación proseguirá bajando en dos mil veintitres. “Lo que tenemos en nuestras proyecciones es que la inflación debería bajar bastante más adelante este año”, apuntó el economista jefe. Sin embargo, el irlandés recordó que la vuelta al objetivo del dos% aún se antoja algo lejano. Las últimas previsiones del BCE, del mes de junio, apuntan a que ese indicador se ubicará en el dos,2% en dos mil veinticinco, dos décimas sobre el objetivo. No obstante, esos pronósticos se elaboraron antes que el Eurobanco subiese las clases de interés en una cuarta parte de punto, hasta el cuatro con veinticinco%.
Caída del crédito
Otro miembro del Consejo Ejecutivo del BCE, el italiano Fabio Panetta, consideró esta semana que el proceso de “desinflación” ya está en marcha. En específico, arguyó que desde el mes de marzo las perspectivas de subidas de costos de los agentes económicos han ido a la baja. Panetta, a la inversa de otros miembros del Eurobanco, quita hierro a la relevancia de la inflación latente. A su juicio, no es un indicador “adelantado”, sino más bien todo lo opuesto, es una medida “rezagada” de cuanto ocurre.
Además de las previsiones que vaya recibiendo de sus economistas y de la evolución de la inflación latente, el BCE asimismo valora en su toma de resoluciones de qué forma marcha la transmisión de la política monetaria. Eso se ha traducido ya, por poner un ejemplo, en una caída radical en la concesión de crédito. “Es posible que la transmisión de nuestra política monetaria sea aún más fuerte de lo que indican las proyecciones de nuestros funcionarios”, aseveró Panetta en una conferencia en Milán.
El italiano, uno de los miembros más señalados del ala heterodoxa del BCE —conocidos como palomas—, movió ya ficha en vistas a la asamblea de septiembre y planteó mudar el enfoque del Eurobanco. A su juicio, el BCE debe pasar de una política de “nivel” a otra de “persistencia”. Es decir, que se debería ir de una estrategia consistente en subir las clases de interés a otra basada en dejarlos en unos niveles elevados a lo largo del tiempo que sea preciso para mitigar la inflación. “La política monetaria puede funcionar no solo aumentando los tipos, sino también manteniendo el nivel prevaleciente de los tipos oficiales durante más tiempo. En otras palabras, la persistencia importa tanto como el nivel”, remachó.