Dice Iván Rodríguez, cofundador de la startup asturiana Okticket, que la digitalización de gastos profesionales es un mercado “con muchos contendientes, mas no muy competido”. Se refiere a que son tantas las compañías que aún no utilizan ningún producto de tipo digital para administrar estos desembolsos que hay hueco para nuevas propuestas. “Por ponerlo en contexto: de diez empresas, probablemente ocho no empleen ninguna solución”, expone este técnico informático. La suya tiene dos puntos fuertes: registra las facturas en tiempo real y sirve al empleador un sistema para comprobarlas.

El proyecto lo comenzó Rodríguez en la asesora tecnológica fundada por su padre hace prácticamente cuarenta años. Creó un producto a fin de que los obreros pudiesen mecanizar la recogida de datos y un módulo que digitalizase los gastos profesionales a solicitud de uno de sus clientes del servicio.

Así terminó fundando su empresa: primero, asociándose con ZeroComa, una firma madrileña especialista en digitalizar documentos y homologarlos frente a la Agencia Tributaria y las Haciendas Forales de Navarra y el País Vasco; y con una segunda tecnológica, la gijonesa Simbiosys, de cuya cuenta corrió el desarrollo del mínimo producto viable. A Marcos Viñuela y a Sergio Martínez, creadores de esta última, Rodríguez los considera “incubadores” de Okticket. “Apostaron al máximo por el proyecto. Les ofrecí capital de algo que no sabíamos si saldría adelante y se pusieron a desarrollar sin inversión. No pudieron ser más elegantes”, asevera, y entrega que en su caso en esta primera etapa “se empufó considerablemente”.

Esa estructura, no obstante, complicaba el acceso a financiación, pues una parte de la tecnología, la vinculada al motor de revisión, la aportaba externamente el informático Eduardo Vázquez, a quien Rodríguez conocía por haber trabajado en la compañía de su padre, y los inversores preferían que los desarrollos fueran internos. A lo que había que sumar que los creadores no se dedicaban al proyecto en exclusiva pues tenían otros. “Pisábamos todas y cada una de las líneas rojas”, reconoce el creador.

De ahí que optasen por “acelerar la comercialización”. Se incorporó como asociada una especialista en marketing, la cronista Susana Lago, y en el tercer mes del año de dos mil dieciocho, unos meses tras formarse como empresa, salieron al mercado con una campaña que incluyó publicidad en T.V.. En paralelo, Vázquez y su tecnología terminaron incorporándose a la firma. Y, como resultado, llegaron los clientes del servicio —­hoy más de quinientos, entre aquéllos que figuran Orange, la multinacional química BASF y Central Lechera Asturiana— y la inversión —han cerrado dos rondas de calado, una de setecientos euros en dos mil veintiuno y otra de uno con ocho millones en el primer mes del año, en la que participó Angels, el vehícu­lo inversor de Juan Roig—.

“La financiación la logramos merced a la buena imagen que transmitimos cuando, perdiendo nuestra solución un noventa y ocho% del tráfico el primer mes de pandemia, la mayor parte de nuestros clientes del servicio sostuvieron sus subscripciones. Y los clientes del servicio están ahí por nuestra experiencia de usuario, que siempre y en toda circunstancia ha sido diferencial”, expresa Rodríguez. Okticket consta de una aplicación que usa un potente motor de reconocimiento que clasifica la factura en tiempo real en unas categorías anteriormente determinadas (comburente, comida, alojamiento…) y de un gestor web que se integra en los primordiales programas de administración empresarial y opera el propio cliente del servicio. Su modelo se fundamenta en un pago recurrente anual, incluye la gratuidad del servicio para autónomos y microempresas —aunque solo con funcionalidades básicas y hasta 5 usuarios— y dejó a la firma facturar uno con cinco millones en dos mil veintidos.

Con cuarenta y seis empleados y sin ganancias aún, terminan de formar filial en Lyon, y aguardan medrar en el mercado francés apoyados en consultoras distribuidoras de su producto.

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Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.