Los bancos centrales están navegando un mar de decisiones complejas en su intento por manejar la política monetaria de manera equilibrada. Después de más de diez años de estímulos masivos, parecía que estábamos en la recta final hacia la normalidad: podemos ver una reducción en las tasas de interés junto con el fin de las compras de deuda hasta permitir que los bonos en cartera cumplan su ciclo, sin re inversion alguna. No obstante, esta aparente calma se ha visto interrumpida por preocupaciones sobre la liquidez en el sistema financiero.
¿Qué está sucediendo con el equilibrio financiero?
La reducción gradual del balance de los bancos centrales, conocida en el ámbito financiero como quantitative tightening, ha resultado en una disminución de las reservas que son clave para la liquidez del sistema. Estas reservas son la base que asegura que los bancos puedan satisfacer las demandas de efectivo de sus clientes. Si las entidades financieras se encuentran con más demanda que oferta, el banco central está ahí para inyectar la liquidez necesaria. Sin embargo, la reciente reducción de reservas ha hecho que esta situación de abundancia sea cosa del pasado, evidenciándose especialmente en la Reserva Federal de EE.UU.
El propio banco ha admitido que sus reservas han pasado de ser «abundantes» a “suficientes”. En respuesta a un clima de creciente preocupación por la liquidez, la Fed ha decidido poner fin a la reducción de su balance y reanudar la reinversión de la deuda a partir del 1 de diciembre. Esta decisión se toma con la memoria fresca de septiembre de 2019, cuando las tasas interbancarias se dispararon bruscamente, lo que demostró que retirar liquidez del sistema no es una tarea simple.
Desafíos y tensiones en el sistema
Susan Hill, jefa de liquidez pública en Federated Hermes, comenta que los síntomas de tensión financiera han resurgido, recordando momentos difíciles previos. Recientemente, las tasas de operaciones repo han superado el interés que la Fed paga por las reservas, lo que refleja tensiones en el mercado monetario estadounidense. Esto indica que los bancos están siendo más cautelosos al soltar liquidez, pues las reservas han caído a niveles preocupantes.
Por otro lado, la combinación de la reducción de la Fed y la alta emisión de deuda por parte del Tesoro de EE.UU. ha drenado aún más liquidez del sistema. Los fondos de inversión monetaria han encontrado en estas emisiones una alternativa más atractiva que mantener efectivo con la Reserva Federal.
Estrategias y herramientas en práctica
Como respuesta a estos desafíos, la Fed ha establecido mecanismos como el Standing Repo Facility (SRF), que proporciona liquidez inmediata a los bancos a cambio de deuda del Tesoro. Recientes picos en su uso indican que las entidades recurren a ella principalmente en momentos de tensión evidente.
Sin embargo, el objetivo de la Reserva Federal es normalizar el uso de este mecanismo como una opción de autogestión, no solo como un recurso de emergencia. De acuerdo con analistas, se prevé que la Fed haga un seguimiento más atento de su balance para evitar situaciones críticas similares a las de 2019.
Mirando hacia el futuro
¿Qué sucede con otros bancos centrales? El Banco de Inglaterra ha decidido reducir su balance de manera más gradual, moderando el ritmo de su contracción. Mientras tanto, el BCE continúa con su estrategia de reducción sin mostrar intenciones de detenerse, a pesar de que sus reservas han descendido significativamente en los últimos años.
La dinámica actual implica que los plazos de recuperación y ajuste son clave, no solo para la Reserva Federal, sino para todos los bancos centrales en un entorno global que sigue enfrentando complicaciones. En un mundo financiero en constante cambio, la vigilancia y la adaptación son esenciales para mantener la estabilidad.
