La evolución del sistema eléctrico en España muestra un panorama fascinante hacia el 2025. Se estima que la demanda eléctrica se situará un 6% por debajo de los niveles de 2018, y gran parte de esta disminución se atribuye al creciente autoconsumo energético, que incluye la instalación de paneles solares en hogares y empresas. Curiosamente, mientras que la demanda baja, el sistema eléctrico presenta un 30% más de potencia que hace siete años. Este aumento es fruto de una significativa inversión en energías renovables, en especial, en plantas fotovoltaicas.
Energía limpia y su impacto en los precios
Durante los días soleados y ventosos, es impresionante notar que la mayor parte de la producción eléctrica en las horas pico es energía libre de emisiones. Sin embargo, se utiliza la expresión «casi» porque se recurre a centrales de ciclo combinado de gas para asegurar la estabilidad en la frecuencia y tensión del sistema eléctrico. Aunque ha habido un aumento en el costo promedio de las restricciones técnicas —que pasó de 8,8 euros/MWh en 2024 a 14 euros/MWh entre junio y octubre—, la reducción en el costo de la energía renovable ha permitido que España se posicione como el país europeo con la electricidad más limpia y asequible.
Desafortunadamente, la infraestructura actual de transporte de alta tensión presenta limitaciones para absorber la nueva demanda de potencia, impulsada por sectores como la industria, que ahora busca una electrificación más profunda, y los centros de datos.
Desafíos de la producción fotovoltaica y el almacenamiento de energía
La producción de energía solar en España es tan impresionante que durante el día, los precios del mercado eléctrico permanecen en cero en más del 25% del año. No obstante, también hay momentos en que se restringe el acceso a la producción renovable en ciertos puntos de la red debido al desequilibrio entre producción y consumo. Este problema de energía desperdiciada ha crecido en el último año, generando incertidumbre en los ingresos futuros de las plantas fotovoltaicas. Además, la limitada conexión con Francia impide que nuestra electricidad renovable se aproveche en el resto de Europa, donde los costos de generación son significativamente más altos.
El almacenamiento de electricidad en baterías se presenta como una solución clave para maximizar el potencial de la producción fotovoltaica. Estas baterías permiten almacenar la energía sobrante y difundirla en momentos de alta demanda, aprovechando las variaciones de precios entre las horas pico y valle. A pesar de la disminución de los precios de las baterías, la diferencia actual entre los precios máximos y mínimos no es suficientemente amplia para hacer la inversión rentable por sí sola. Para mejorar la viabilidad económica, es crucial considerar ingresos adicionales por servicios de control de tensión.
La rápida capacidad de respuesta de estas baterías, tanto para absorber como para entregar electricidad, es esencial para mantener el equilibrio de tensión en la red. El despliegue de tecnología de almacenamiento y la expansión de la red serán fundamentales para que España pueda aprovechar su liderazgo en energías renovables.
Arturo Rojas y Diego Vizcaíno, expertos de Afi Global Education, enfatizan la necesidad de estrategias adecuadas para enfrentar estos desafíos y alcanzar un futuro energético sostenible en la península.
