La competitividad entre España y Francia: un juego de obstáculos
En el corazón de las instituciones europeas y los círculos de poder en España, circula un tema candente: Francia está obstaculizando el acceso de los países ibéricos a la Unión Europea. Este bloqueo se traduce en un frenazo a proyectos clave de interconexión energética y dificulta la llegada del tren de alta velocidad español a París. Los líderes españoles no tienen dudas: es una maniobra de Paris para frenar la competitividad de España y proteger su industria y turismo.
Estrategias galas contra los principios europeos
Las tácticas de Francia parecen estar en contradicción con los principios fundacionales de la Unión. Un grupo de ministros y exministros españoles ha expresado su frustración ante la falta de presión de Bruselas sobre el gobierno francés. Aunque la economía francesa enfrenta debilidades, esta ha logrado, hasta ahora, evitar sanciones por sus bloqueos. En el pasado, cuando contaba con recursos, Francia utilizó su influencia política para bloquear conexiones. Hoy, a pesar de su deseo de mayor conectividad, carece de los fondos necesarios para llevar a cabo proyectos vitales.
Desafíos en el sector energético
Los obstáculos en el ámbito energético son variados. Francia se opone a que España importe energía asequible, lo que podría favorecer la competitividad de su propia industria, especialmente en la fabricación de automóviles. A principios del siglo XXI, pocos imaginaban que España se convertiría en un líder en la producción de energía renovable, capaz de auxiliar a Alemania en crisis energéticas como la provocada por Ucrania.
En la actualidad, uno de los proyectos en curso es el cable submarino del Golfo de Vizcaya, cuya construcción ha sufrido un sobrecoste de 1.100 millones de euros debido a la intervención francesa. La inversión en infraestructura eléctrica en el sur de Francia ha sido tan escasa que se presenta como un impedimento para conectar un cable transfronterizo eficazmente.
Además, el proyecto de hidroducto H2Med, que llevará hidrógeno entre Barcelona y Marsella en su fase inicial, está en proceso, con una significativa financiación de la UE. No obstante, el futuro de otras interconexiones permanece incierto, ya que Francia argumenta que requieren compromisos financieros que su contexto actual no puede sostener.
El estancamiento ferroviario
El panorama ferroviario entre España y Francia también refleja una falta de progreso. De las antiguas conexiones, como el recorrido de Canfranc, cerrada por un derrumbe en 1970, a la desaparición del nocturno Madrid-París en 1996, el avance ha sido mínimo. Aunque ambos países han manifestado interés en reabrir líneas, la inversión francesa en acondicionar sus tramos ha sido casi inexistente.
La liberalización del mercado ferroviario español entre 2013 y 2022 permitió una sociedad conjunta para operar trenes, pero Francia ha decidido rescindir unilateralmente el acuerdo, perjudicando las rutas españolas. Ahora, la homologación de los Talgo para operar en Francia ha resultado ser un laberinto burocrático.
Perspectivas para el futuro
Con las finanzas públicas de Francia bajo presión, el futuro de las conexiones ferroviarias y energéticas es incierto. La falta de inversiones y la complicada situación del mercado han hecho que Renfe reexamine su participación en el mercado francés.
A medida que las tensiones aumentan, la industria militar también se convierte en una preocupación. Francia ha solicitado controlar un porcentaje significativo del carga de trabajo del futuro caza de combate europeo, lo que ha detenido la segunda fase del proyecto. En este contexto, parece que los intereses galos se centran en consolidar su posición, a costa de la cooperación con España.
La situación refleja un complejo juego entre intereses nacionales, donde España busca abrir caminos a la colaboración y Francia parece obstinarse en proteger su territorio. La necesidad de un diálogo constructivo se vuelve más urgente que nunca.
