La economía española navega en aguas turbulentas, enfrentando tanto el impacto de las tensiones internacionales como la parálisis política interna. Sin embargo, a pesar de los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump, el PIB de España creció un 2,8% en el tercer trimestre, muy por encima del 1,3% registrado en la zona euro, como ha reportado esta semana la Revista Emprendimiento.
Un crecimiento desigual
Aunque el crecimiento es evidente, su naturaleza es desbalanceada. De los motores económicos, solo el interno está en movimiento, mientras que el externo muestra signos preocupantes de desaceleración. Durante el trienio pasado, las exportaciones crecieron más rápidamente que las importaciones, lo que contribuyó a generosos superávits en el balance comercial. Pero esta tendencia ha dado un giro en los últimos meses. Actualmente, aunque las exportaciones aumentan un 3,6% en comparación con el año anterior, las importaciones han crecido un sorprendente 5,8%.
La balanza exterior, que antes ayudaba a impulsar la economía, ahora parece frenarla. La caída en las exportaciones, especialmente hacia Estados Unidos, y una disminución en el turismo extranjero apuntan a un panorama sombrío. Esta situación, sumada al crecimiento acelerado de las importaciones de bienes provenientes de EE.UU. y China, podría extenderse.
Consumo interno como motor
Afortunadamente, el motor del crecimiento se encuentra en el consumo interno. Este factor ha sido crucial para el avance del PIB, junto con la inversión. La creación de empleo, impulsada en parte por la llegada de inmigrantes, y la implementación acelerada de los fondos europeos son determinantes de esta tendencia positiva. Además, se consolida una recuperación en la inversión residencial, un indicador con mayor potencial de durabilidad que los ingresos provenientes del programa Next Generation.
El auge del gasto interno se manifiesta claramente en la inflación, que se sitúa en torno al 3%, superando el 2% de la zona euro. Este aumento de precios se debe a la presión que ejerce el consumo sobre los servicios menos expuestos a la competencia internacional. Si esta diferencia se mantiene, podría reflejarse en los costes de producción, impactando la competitividad de la economía española.
Desafíos y decisiones económicas
Históricamente, un repunte inflacionario durante tiempos de crecimiento interno podría haber llevado a un aumento de los tipos de interés. Sin embargo, el Banco Central Europeo no seguirá este camino, ya que debe considerar un contexto menos favorable que el de España. Por lo tanto, la política macroeconómica debería centrarse en la fiscalidad, especialmente en la contención del gasto corriente por parte de las administraciones.
El dilema radica en cómo equilibrar esta contención con las crecientes necesidades sociales originadas por el aumento poblacional.
Contexto laboral
En términos de empleo, el tercer trimestre mostró un incremento del 0,7% en el número de personas ocupadas, con las horas trabajadas aumentando un 1%. A pesar de una ligera caída del 0,4% en la productividad por hora, en el acumulado anual se observa un crecimiento del 0,9%. Comparando con el periodo anterior a la pandemia, la productividad ha crecido a un ritmo anual del 0,6%.
Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, subraya la importancia de observar estos datos para comprender mejor la salud de nuestra economía en estos tiempos inciertos.
A medida que la economía española sigue su curso, es vital seguir evaluando estos factores que definirán su trayectoria futura.
