Residuos electrónicos
Un grupo de jóvenes, durante una jornada de reciclaje de residuos electrónicos en Ghana.
Revista Emprendimiento

La era digital ha traído consigo una gran cantidad de avances tecnológicos, pero también ha dejado una profunda huella en el medio ambiente. Fabricar un portátil de dos kilogramos implica el uso de aproximadamente una tonelada de materiales, lo que representa un impacto significativo. Detrás de la extracción de estos recursos, se esconde una huella aún mayor. Por ejemplo, la extracción de 1.000 kilos de litio, fundamental para las baterías actuales, requiere unos dos millones de litros de agua. Además, la minería de criptomonedas ha aumentado su consumo de energía casi 34 veces entre 2015 y 2023, equivalente al consumo anual de energía de Argentina.

Según el informe de la UNCTAD, las emisiones de dióxido de carbono derivadas de las tecnologías de la información y comunicación representan entre el 1,5% y 3,2% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. El uso de sistemas digitales también ha llevado a un aumento en la necesidad de minerales críticos como el grafito, el litio y el cobalto, con previsiones de un aumento del 500% en los próximos 25 años.

Además, la generación de residuos físicos ha crecido un 30% en la última década, y se estima que los países desarrollados generan significativamente más desechos por persona que el resto. La digitalización de la vida cotidiana ha impulsado la fabricación de semiconductores y el uso cada vez mayor de dispositivos electrónicos, lo que contribuye al impacto ambiental.

António Guterres, secretario general de la ONU, señala que la dependencia de las herramientas digitales tiene consecuencias directas en el agotamiento de recursos, el uso de agua y energía, la calidad del aire, la contaminación y la generación de residuos. Sin embargo, destaca que la digitalización también puede ser una herramienta para la eficiencia energética y la innovación en la mitigación del cambio climático.

Según Rebeca Grynspan, de la UNCTAD, es fundamental avanzar hacia una economía digital circular, que fomente el consumo y la producción responsables, el uso de energías renovables y una gestión adecuada de los residuos electrónicos para mitigar el impacto ambiental negativo.

El consumo de agua en la era digital

Además del impacto en las emisiones de carbono, el informe de la UNCTAD resalta el problema del consumo de agua provocado por la digitalización. Pablo Gámez Cersosimo, experto en sostenibilidad y bienestar digital, destaca que el agua es un recurso vital en todas las fases del ciclo digital: desde la fabricación de dispositivos hasta el funcionamiento de centros de datos y la inteligencia artificial.

Se prevé que el consumo de agua por persona al año en Europa se cuadruplique para 2030, lo que refleja el incremento en las actividades en línea y el uso intensivo de este recurso. Gámez subraya la falta de transparencia de las empresas tecnológicas en cuanto a su consumo de agua, lo que dificulta la fiscalización y la toma de medidas correctivas.

En resumen, la digitalización ha traído consigo avances significativos, pero también plantea desafíos ambientales que requieren acciones concretas para garantizar un desarrollo sostenible. Es fundamental conciliar el progreso tecnológico con la protección del medio ambiente para construir un futuro más equilibrado.

Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.