La historia de la compañía barcelonesa Guau & Cat podría dividirse en dos etapas. Una primera que empezó en dos mil catorce, cuando Josep Illa y Helena Bofill empezaron a interesarse por la nutrición de sus dogos y terminaron cocinando para los perros de sus amigos. “Llegaron a tener hasta tres arcones congeladores con comida”, comenta Jaume Gomis, consejero encargado de Guau & Cat. La segunda empieza en dos mil dieciocho, cuando decidieron dar un paso adelante y transformar esta “afición” en empresa. Fue entonces cuando dieron entrada a Gomis y a su hermana Núria, y los 4 se pusieron manos a la obra para realizar comida a costos razonables, para todos y cada uno de los bolsillos. “Cogimos un local en Sant Celoni con una cocina abierta, en la que cocinábamos y congelábamos. Fue un momento de prueba y error, pero pensamos: ‘Si esto funciona durante un año, vemos qué hacemos”, apunta el directivo. Y funcionó.

Con una inversión inicial de doscientos.000 euros, arrendaron una nave de setecientos cincuenta metros en Granollers (Barcelona) y adquirieron maquinaria. “Fue un paso increíble. Cuando llegamos pensamos: ‘¿Cómo vamos a llenar esto?”, recuerda. Sus conocimientos de nutrición animal eran justos, así que decidieron rodearse de profesionales como veterinarios y una dietista experta en perros que fueron marcando el camino.

Con treinta empleados, su catálogo está enfocado a perros y gatos, “y no entra en nuestros planes alimentación para otros animales”. Sus setenta referencias, en las que se combina un noventa% de carne y el resto de vegetales o frutas, se dividen en 3 gamas: una de comida natural cocinada, otra de snacks naturales desecados y la tercera natural cruda, famosa como Barf. Una nutrición esta última para los más puristas de la nutrición animal, sin aditivos, que les supone un sesenta% de la facturación.

Rebaja de precios

Los menús se realizan con productos de cercanía e íntegramente en sus instalaciones, “solo nos falta matar la vaca”, sonríe Gomis. Aptos para todo género de perros y gatos, cuentan con seis propuestas para gatos y veinticuatro para perros, que incluyen singulares para alérgicos o para los que les sobran unos kilogramos. Unos menús que se envasan al vacío en bolsas de quinientos gramos para perros y de doscientos para gatos y que después se congelan. El envío se efectúa en cajas isotérmicas para conservar la cadena del frío y se manda a los más de seis.000 clientes del servicio con los que cuenta la marca. Una clientela que ya antes se hubiese correspondido con un perfil elitista y que, conforme comenta Gomis, han alterado. “La media de gasto en este tipo de alimentación era de cinco o seis euros al día. Nosotros hemos democratizado los precios. Si un perro de 10 kilos come unos 300 gramos al día y un kilo de nuestra alimentación cuesta 3,10 euros, basta con echar la cuenta”.

Con una venta centralizada en su web, lugar desde el que sale el noventa y cinco% de su producción, el resto tiene su punto de inicio en alguna tienda física que tienen en Reus (Tarragona). “No pretendemos abrir ninguna más”. Era un proyecto de franquicia que, por el momento, no van a desarrollar por el margen de ganancias tan corto con el que trabajan.

Con una facturación de un millón de euros en dos mil veintiuno y de dos con cinco millones en dos mil veintidos, Gomis comenta que siempre y en toda circunstancia han dado beneficios y que jamás han aparecido los temidos números colorados. Un desarrollo en el que no ha habido espacio para rondas de financiación. “Teníamos que crecer de forma sostenida porque no queríamos perder la noción de lo que hacemos. Hemos rechazado ofertas de grupos del sector y nos llaman muchas veces para invertir, pero no es nuestro objetivo”, apunta Gomis.

Aun así, están en plena expansión. Con unos cuatro mil kilogramos de producción al día, tienen previsto trasladarse a otra nave más grande para ampliar la capacidad. También este año van a llegar a Portugal, un país que les servirá como base de pruebas para dar un nuevo salto internacional, esta vez a Francia. “Todavía podemos hacer muchas cosas, pero somos cautelosos”, concluye.

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Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.