Según la ONU, en la Tierra hay agua para todos y, no obstante, la escasez afecta a dos mil millones de personas que carecen físicamente de ella o de la infraestructura precisa para aprovecharla. Las soluciones son tecnológicas: emplear el agua del mar y subterránea, volver a utilizar las residuales, prosperar la eficacia en la distribución y consumo y condensar la presente en la atmosfera. Las últimas investigaciones publicadas por Nature este mes de agosto muestran que se ha logrado producir agua en el Valle de la Muerte, el entorno del desierto californiano de Mojave considerado uno de los lugares más calurosos del planeta, o captarla de la bruma y purificarla al tiempo o imitar a arañas y escarabajos para recogerla. Pero estos avances se encaran a una maldición planteada por William Stanley Jevons hace dos siglos: conforme mejora la eficacia en el uso de un recurso, aumenta su consumo en vez de reducirse.
La demanda de agua mundial no para de medrar. A lo largo del último siglo, conforme con Naciones Unidas, el consumo medró a un ritmo un par de veces superior al de la tasa de desarrollo de la población y es cada vez mayor el número de zonas con niveles crónicos de falta. Jesús M. Paniagua, autor de Agua. Historia, tecnología y futuro (Guadalmazán, dos mil veintitres), coincide con la ONU en que “hay suficiente agua en el planeta para abastecer a los casi 8.000 millones de personas que lo habitamos. Pero está distribuida de forma irregular, se desperdicia, está contaminada y se gestiona de forma insostenible”, advierte.
Cristina Monge Lasierra, politóloga de la Universidad de Zaragoza, recuerda en un libro sobre abastecimiento urbano, publicado por el Ayuntamiento de Cádiz y los operadores públicos de Aeopas, la advertencia del ex secretario de la ONU Ban Ki-moon: “La batalla por la sostenibilidad se librará en las ciudades”. Será en ellas donde se concentrará el setenta y cinco% de la población y entre el ochenta% y el ochenta y cinco% de la riqueza. “Lo que ocurra en las urbes y cómo se relacionan con el resto del territorio será clave”, resalta Monge.
Aunque el mayor consumo de agua se genera en la agricultura y ganadería (ochenta%, conforme la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), su uso responde a la demanda de comestible de las ciudades, donde radica la mayor parte de la población. El resto de los grandes consumos son industriales y urbanos. “Los episodios extremos como los que vive España expresan la urgencia de integrar el agua como elemento imprescindible para repensar las ciudades”, advierte Luis Babiano, gerente de Aeopas (Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento).
La tecnología ha tolerado ganar en eficacia en la distribución de agua, mas aún hay mucho camino por recorrer. Según Francisco Lombardo, presidente del Foro de la Economía del Agua, “en España se pierde actualmente más de una cuarta parte del agua que distribuye a través de la red como consecuencia de la falta de inversiones”. Lombardo apuesta por “renovar las infraestructuras hídricas y la digitalización para tener un control mucho más exhaustivo de las fugas y pérdidas de agua”.
Paniagua coincide en la existencia de “sistemas muy deficientes que están perdiendo agua” y pone como un ejemplo la capital uruguaya: “Montevideo ha sufrido un problema de abastecimiento después de tres años de sequía. Su red tiene unas pérdidas del 50% y eso quiere decir que, de cada 100 litros que entran desde los depósitos, 50 se pierden”.
Para la obtención de recursos confía en las reservas subterráneas, en un consumo más consciente, en la reutilización de aguas residuales y en la desalación, sistemas que espera que se vayan abaratando y descarbonizando con el apogeo de las energías renovables.
La desalinización de agua de mar requiere un alto consumo energético y produce restos como la salmuera. Aprovechar el agua atmosférica, particularmente en zonas con una humedad inferior al setenta%, asimismo requiere una cantidad substancial de energía que transforma esta solución en ineficaz.
Del desierto a las arañas
Un trabajo publicado en Nature Water y firmado por estudiosos de las universidades de Postech y Berkeley ha optimado el proceso para conseguir producir agua de la atmosfera en el desierto del Valle de la Muerte, en Estados Unidos, con temperaturas de hasta cincuenta y siete grados y humedad relativa inferior al siete%.
“Hemos corroborado el potencial de la tecnología para abordar los crecientes desafíos de la escasez de agua, agravados aún más por los problemas ambientales. Esta tecnología proporciona un recurso hídrico seguro e independiente de las condiciones geográficas o climáticas”, destaca Woochul Song, estudioso de Postech.
Otro de los inconvenientes de la utilización del agua atmosférica, como la proveniente de la bruma, es la polución empapada en esta. Investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH) han desarrollado un procedimiento que recoge el agua de la bruma y, simultáneamente, la purifica desde una malla metálica cubierta con una mezcla de polímeros y dióxido de titanio, que actúa como un catalizador químico.
“Nuestro sistema se puede usar en áreas con contaminación atmosférica, como centros urbanos densamente poblados”, explica Ritwick Ghosh, científico del Instituto Max Planck, que ha cooperado en el trabajo publicado en Nature Sustainability.
Paniagua confía en las soluciones tecnológicas. “Si miras la historia, la tecnología nos ha ido sacando de problemas”, comenta. En este sentido, su obra recuerda de qué manera se ha extendido la digitalización de los campos de cultivo, las estaciones meteorológicas en parcela, los sensores de humedad, los sistemas de monitorización de caudal y presión en las redes de riego o los drones de vigilancia y seguimiento que optiman el uso de los recursos.
Pero el creador recuerda que uno de los inconvenientes de la solución tecnológica ya lo adelantó el economista británico William Stanley Jevons hace dos siglos. Jevons observó que las máquinas de vapor más eficaces no implicaban un descenso en el consumo de lignito, sino más bien todo lo contrario: la eficacia multiplicó el número de máquinas. Es una paradoja que explica el incremento del tráfico cuando se amplía la red de carreteras. “Puede ocurrir”, acepta Paniagua. “No digo que vaya a suceder de manera generalizada, pero es cierto que, cuando tienes más capacidad de regadío, esta superficie aumenta. Tengo un amigo que afirma que, si consiguiéramos la fusión nuclear para generar mucha energía muy barata, seríamos capaces de cualquier barbaridad. De todos modos, eso no nos debe frenar para mejorar la eficiencia”.
El otro gran inconveniente de la solución tecnológica al inconveniente del agua es la desproporción del desarrollo de la demanda. En este sentido, Paniagua pone el foco en África, donde hay menor acceso a recursos, saneamiento y energía, a pesar de la previsión de explosión demográfica. “Hay que enfocarse en inversiones y mejoras para garantizar el abastecimiento, la depuración y el saneamiento. Los megatrasvases no son viables por miles de razones, desde las técnicas a las políticas. Es un problema serio”.
En marzo de dos mil veintitres, Unicef publicó un informe sobre la bastante difícil situación de más o menos ciento noventa millones de pequeños en África que padecen de falta de agua bebible, lo que resulta en la trágica muerte diaria de mil pequeños menores de 5 años.
El ejemplo de una fuente
Una simple fuente de agua bebible urbana puede ser un caso de de qué manera la administración de exactamente la misma es más compleja de lo que puede parecer a simple vista. En este sentido, Luis Babiano resalta de qué manera la integración de nuevas infraestructuras para llevar este servicio público a cada mil habitantes de Cádiz llevó a advertir un fallo en el planteamiento tradicional de estas instalaciones. “Los criterios para su ubicación son formales, de accesibilidad o de coste. Pero no se han pensado como herramientas para la construcción de una ciudad amable”, comenta.
El diseño de la red gaditana, reflejada en el libro Fuentes públicas de agua potable, procuró partir desde cero, examinando los primordiales recorridos de los vecinos, tanto en sus jornadas laborales como en sus instantes de ocio. También en su movilidad, si se desplazaban a pie, en bicicleta, en transporte público o en automóviles propios. Incluso se tuvo presente si había presencia de mascotas.
Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica.
Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales, es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.