La noticia llega justo cuando el año está a punto de concluir: el Banco de España ha anunciado una revisión positiva de sus previsiones económicas. Este anuncio, esperado tras una ola de optimismo por parte de diversos organismos, contempla un crecimiento del PIB del 2,9% para 2025, cifra alineada con las estimaciones del Gobierno y tres décimas superior a las previsiones de septiembre.
Pero eso no es todo. Esta proyección optimista tiene un efecto dominó que se extenderá a los años siguientes. Se prevé un crecimiento del 2,2% para 2026, cuatro décimas más que lo estimado anteriormente, y un 1,9% para 2027. Si el escenario planteado se cumple, España podría, por fin, descender de la barrera del 10% en su tasa de desempleo, algo que no ocurre desde 2008.
En un informe de 61 páginas, el Banco de España justifica esta revisión por varios factores. Los buenos resultados del crecimiento en el segundo trimestre (un aumento de siete décimas) y el tercero (seis décimas) otorgan más claridad sobre el cierre del año, disipando incertidumbres, especialmente en el ámbito comercial. Además, la corrección al alza del crecimiento proyectado para 2024 por parte del Instituto Nacional de Estadística también influye al elevar automáticamente el punto de partida para las proyecciones futuras.
El Banco de España también destaca una sólida demanda interna, impulsada, sobre todo, por un consumo privado que ha superado las expectativas, particularmente en bienes duraderos como muebles y electrodomésticos. Asimismo, se otorga una visión optimista al sector exterior, gracias al dinamismo de las exportaciones de servicios no turísticos, abarcando áreas como finanzas, telecomunicaciones y comercio.
De cara al próximo año, los indicadores más recientes sugieren que la economía española continuará en una trayectoria de crecimiento robusto, estimando un avance entre el 0,6% y el 0,7%. Este crecimiento podría ser el doble del de nuestros socios de la Eurozona.
El Consumo Privado como Motor Principal
El consumo privado se perfila como el motor clave del crecimiento en los próximos dos años, favorecido por el aumento de la renta disponible de las familias y la llegada de inmigrantes, junto con la creación de empleo y aumentos salariales. Sin embargo, a pesar de esta evolución positiva, se anticipa una desaceleración gradual, llevándonos a cifras de crecimiento más cercanas al potencial del país, que se estima en torno al 2%.
La inversión también será fundamental para sostener este crecimiento, gracias a la utilización de fondos europeos que finalizarán en 2026, tipos de interés relativamente bajos y un sector de la construcción dinámico. Por el contrario, el consumo público se mantendrá estable, y se espera que la demanda exterior presente un impacto negativo hasta 2026, con una ligera mejora solo en 2027.
En cuanto a la inflación, las proyecciones son interesantes. Se prevé que se mantenga un poco por encima del objetivo del 2% establecido por el BCE a corto plazo, pero disminuirá en el largo plazo. Para 2025, se ha revisado a la alza al 2,7%, dos décimas más de lo inicialmente estimado. Para 2026, se proyecta un 2,1%, y para 2027, un descenso hasta el 1,9%, influido por menores precios de la energía.
Un Futuro con Incesantes Desafíos
No obstante, existen riesgos que podrían distorsionar estas proyecciones optimistas. El Banco de España señala que una evolución desfavorable de la demanda exterior y la incertidumbre en los acuerdos salariales podrían llevar a un escenario de mayor inflación y menor crecimiento. La reciente subida de sueldos a los funcionarios podría tener un efecto arrastre sobre los salarios privados y generar un incremento en el déficit, que pasaría del 2,1% al 2,5% en 2027.
Además, se advierte sobre el potencial sobrecalentamiento de las Bolsas debido a la inteligencia artificial, un tema que ha suscitado preocupaciones en el ámbito financiero. A pesar de un ambiente de menor riesgo de guerra comercial, el informe enfatiza la necesidad de estar atentos a la volatilidad financiera, especialmente en el sector tecnológico.
Así, mientras España navega en un panorama económico mejorado, las posibilidades de crecimiento también vienen acompañadas de incertidumbres que no pueden ser ignoradas. La clave será equilibrar el optimismo con la cautela para asegurar un futuro económico sostenible y prometedor.
