Siete meses después de dar inicio a la mayor guerra comercial de nuestra era, el presidente de EE. UU., Donald Trump, comienza a realizar ajustes significativos en sus políticas. El pasado viernes, se alcanzó un acuerdo con Suiza que reducirá el arancel promedio del 39% al 15%. Esta rebaja se logra a cambio de importantes inversiones por parte de gigantes farmacéuticos suizos, como Roche y Novartis, que se comprometen a establecer plantas de producción en suelo estadounidense. Además, se concretó otro acuerdo con Argentina, que permitirá un acceso ampliado de carne bovina al mercado estadounidense, mientras que a cambio, EE. UU. recibirá privilegios en la importación de litio y soja.
El sábado, el Gobierno de Ecuador hizo un anuncio relevante: EE. UU. eliminará el arancel del 15% en 105 productos. Según indicó el Ministerio de Producción, Comercio Exterior e Inversiones, varios productos agrícolas y naturales que no tienen una producción significativa en EE. UU. se beneficiarán de esta medida a partir del 13 de noviembre de 2025. Entre los bienes exentos de aranceles se encuentran el café, cacao, piñas, mangos, pitahaya, diversos jugos de frutas, especias, bananos, palmito, plátanos, naranjas y tomates, entre otros.
Esta estrategia es similar a la aplicada con las importaciones de carne de res provenientes de Brasil, donde se impusieron aranceles en un momento en que la oferta de ganado en Estados Unidos enfrentaba una drástica reducción, disparando así los costos de manera alarmante. De hecho, el precio de los alimentos en EE. UU. ha aumentado un 3% anual hasta septiembre, marcando la tasa más alta desde enero. Se registraron incrementos especialmente notables en productos como el café (18,9%), carne picada (12,9%) y plátanos (6,9%). Los recientes acuerdos con Argentina, Brasil y Ecuador tienen como objetivo aliviar la carga de las importaciones y reducir los precios de alimentos esenciales.
El objetivo inicial de los aranceles era disminuir el considerable déficit comercial de EE. UU., que alcanzó los 1,2 billones de dólares al finalizar 2024. Sin embargo, Trump parece haber subestimado cómo estos impuestos podrían encarecer, de manera indirecta, la adquisición de productos que no son cultivados en territorio estadounidense, impactando negativamente el bolsillo de los ciudadanos y contribuyendo a la inflación.
