Imagina ser un periodista en España con un salario medio de 1.500 euros al mes. De repente, te enteras de que hay una plataforma llamada Substack, valorada recientemente en 1.100 millones de dólares, donde algunos colegas están ganando más de un millón al año por escribir boletines. Sin duda, querrías explorar esta intrigante historia.
Substack, que vio la luz en San Francisco en 2017 gracias a Chris Best, Hamish McKenzie y Jairaj Sethi, ha revolucionado la forma en que los autores se conectan con sus lectores a través de newsletters. Con una estructura sencilla, permite a los escritores enviar boletines por correo electrónico, tanto gratuitos como de pago. La plataforma se queda con una comisión del 10% de las suscripciones y, actualmente, cuenta con más de cinco millones de suscriptores pagos, generando aproximadamente 45 millones de dólares al año. En julio, alcanzó la categoría de unicornio tras cerrar una ronda de financiación de 100 millones de dólares.
Expectativas vs. Realidad
Enrique Dans, profesor de Innovación en IE Business School, advierte que la alta valoración de Substack se basa en expectativas más que en realidades. «La empresa está perdiendo dinero», señala. Aunque reconoce que la plataforma ha modernizado el concepto de boletín, se cuestiona su rentabilidad a largo plazo con una comisión tan baja. «Para los autores puede ser beneficioso, pero no estoy seguro de que funcione igual para el editor», agrega.
Desde sus inicios, Substack ha atraído a periodistas de renombre, prometiéndoles sueldos fijos anuales. Presumen de tener 50 autores que superan el millón de dólares anuales solo por suscripciones. Uno de ellos, Matthew Yglesias, con su boletín «Slow Boring», cuenta con cerca de 18.000 suscriptores y genera ingresos de 1,4 millones de dólares al año. No obstante, esta es la excepción, ya que la mayoría de los autores apenas ganan dinero. Para Mar Manrique, periodista con una newsletter gratuita de 24.000 suscriptores, la verdadera ganancia está en construir su marca personal, más que en obtener ingresos.
La Prensa y su Desafío
La prensa escrita ha luchado por reinventarse en un mundo digital que cambió las reglas del juego. Durante años, muchos medios dependían de la publicidad en papel. Sin embargo, la transición a lo digital no fue fácil; algunos optaron por el clickbait, buscando atraer lectores con titulares sensacionalistas.
Substack prometió liberar a los periodistas de esta presión, pero muchos grandes diarios, al darse cuenta de que no podían sostenerse solo con publicidad digital, optaron por un modelo de suscripción. Un ejemplo exitoso es «The New York Times», que ya supera los 10 millones de suscriptores y reportó un beneficio operativo de aproximadamente 350 millones de dólares en 2024.
En este paisaje, un periodista de Substack que solicita suscripciones enfrenta la dura competencia de medios consolidados, lo que podría parecer una batalla desproporcionada. Aurelio Medel, profesor de Dirección y Gestión de las Empresas Periodísticas en la Universidad Complutense de Madrid, enfatiza que es complicado comparar Substack con un medio tradicional, ya que la capacidad de un gran medio supera la de un autor individual.
A pesar de esto, hay quienes están dispuestos a pagar. Substack ha encontrado demanda en nichos que los periódicos y plataformas sociales como X o Instagram no están cubriendo. Este fue el caso de Fernando López-Pita, que lanzó Sustrato, una revista digital que reúne a una variedad de jóvenes autores. Observó que muchos lectores, especialmente de generaciones jóvenes, se sentían abrumados por el contenido superficial de redes sociales y deseaban algo más sustancial. «Me di cuenta de que si pudiera pagar 5 euros para leer a 40 autores en vez de a uno, lo haría», comenta López-Pita.
Conectando con Nuevas Generaciones
Sustrato, al igual que Substack, se alimenta de la nostalgia por el «slow internet», esa era anterior a las redes sociales donde reinaban los blogs. Muchos textos en ambas plataformas son personales y cercanos, lo que resuena con un público más joven, según López-Pita. Esto contrasta con el estilo impersonal que aún predomina en los grandes medios. Manrique sostiene que los lectores prefieren un enfoque personalizado, algo que entienden los influencers que comunican en primera persona.
López-Pita critica la falta de personalización en la prensa tradicional, señalando que es sorprendente que todos los lectores vean la misma versión del sitio web de un periódico. «Si bien el periodismo debe ser un servicio público, también es crucial adaptarse a las preferencias del público joven. De lo contrario, corremos el riesgo de quedarnos atrás», concluye con firmeza.
Substack y revistas como Sustrato están señalando un cambio en el horizonte del periodismo. Adaptarse a las nuevas demandas de los lectores nunca ha sido tan importante. La batalla por la atención está lejos de haber terminado, y solo los que se adapten sobrevivirán.
