El día que nació Xiaomi, sus creadores compartieron una papilla de mijo, el cereal que da nombre a la marca. Desde ese seis de abril de dos mil diez, la tecnológica no ha parado de medrar. Más de diez años después, ha formado un imperio y es la tercera marca que más móviles vende del planeta, tras Samsung y Apple, conforme la asesora Canalys. Sus terminales, ya antes de llegar a las manos de los usuarios, se someten a un control de calidad con todo género de pruebas: de ser lanzados desde las alturas contra una superficie de mármol a estrictos testeos de plegado.

Xiaomi opera más o menos trescientos laboratorios en países como China, Japón, Finlandia e India. El Parque Científico y Tecnológico de la compañía en Pekín, que se inauguró en dos mil diecinueve, cuenta con ciento veintiocho laboratorios, que engloban más de doce metros cuadrados y cuentan con equipos cuya inversión supera los noventa y uno millones de euros. Forbes Hispano ha visitado uno de ellos, en un viaje al que ha sido convidado por Xiaomi.

La cámara, a examen

Xiaomi realiza pruebas con la cámara de un móvil que se mueve gracias a un brazo robótico.
Xiaomi efectúa pruebas con la cámara de un móvil que se mueve merced a un brazo robótico.XIAOMI

Para entrar al laboratorio, hay que atravesar un corredor con paredes blancas con luces que forman un exágono. Por unos segundos, uno tiene la impresión de que va a adentrarse en el futuro. Pero lo que se atisba es el control de calidad al que se encaran los móviles de Xiaomi ya antes de salir al mercado. En una sala, bautizada como “camara lab”, un brazo robótico avanza y recula por una barra metálica horizontal. Sujeta un teléfono que apunta con su cámara a un tablero con múltiples formas e imágenes. “El brazo se mueve hacia delante y hacia atrás para controlar la distancia del disparo”, explica una empleada de la marca china encargada de efectuar la visita.

El móvil apunta a unos cuadrados de colores del tablero y a una fotografía de 3 mujeres con el propósito de “probar el color” y valorar de qué forma la cámara capta los tonos de la piel. Para revisar las texturas, asimismo hay una imagen de mármol y otra de yerba. En los laterales de la sala, unos focos apuntan al tablero y simulan todo género de luces —de las interiores a la natural, pasando por la oscuridad—.

Rigurosas pruebas de plegado

Los móviles plegables van a ser el segmento que más veloz medrará del mercado de móviles prémium a lo largo de esta década, según la asesora Strategy Analytics. Estos terminales aceptan miles y miles de pliegues y son cada vez más resistentes. La bisagra de plegables de marcas como Xiaomi, Oppo o Samsung está concebida para aguantar más de doscientos cierres. O, lo que es exactamente lo mismo, más de cien cierres al día a lo largo de 5 años.

Xiaomi testa la durabilidad de dispositivos como el Xiaomi Mix Fold dos en el laboratorio de prueba de plegado. Para ello, se emplea una máquina que abre y cierra estos móviles una y otra vez de manera automática. En este laboratorio, aparte de valorar la resistencia de la pantalla, asimismo se hacen pruebas para supervisar la humedad y la temperatura que aguantan los terminales.

Móviles que procuran sus fallos

En el laboratorio de pruebas de estabilidad, hay decenas y decenas de móviles en las paredes que trabajan solos. Mientras que ciertos abren y cierran aplicaciones una y otra vez, otros hacen buscas en Google, escriben mensajes o ejecutan la calculadora. Con estos test, el propósito de Xiaomi es revisar que los móviles marchan perfectamente y advertir posibles inconvenientes de incompatibilidad. Si un teléfono pasa la prueba que le ha sido encomendada, la palabra pass (supera, en castellano) aparece en su pantalla. Si no, el panel se pone naranja y muestra una suerte de código.

Lanzar móviles desde las alturas

Una empleada de Xiaomi introduce un móvil de la compañía en una máquina, que lo sosten en las alturas y a continuación lo deja caer de manera fuerte sobre una superficie de mármol. Esta es una práctica frecuente para revisar la durabilidad de los móviles y hallar sus “debilidades”. “Es una máquina de caída direccional y puede dejar caer el dispositivo en cualquier ángulo y dirección”, explica. En sus pruebas, Xiaomi lanza los terminales desde diferentes alturas, situaciones y velocidades.

En la sala, asimismo hay otras máquinas como la de caída de bola de acero. “Imagina este escenario. Llegamos a casa y ponemos el móvil en la mesa, donde casualmente hay unas llaves, y accidentalmente se cae”, asevera. Replicar las condiciones de ciertos escenarios como este puede resultar complicado. Es ahí donde entra en juego esta máquina. “Usamos el patrón de hundimiento inverso”, explica la empleada. Se pon el teléfono en una superficie plana y se usa una bola de acero para machacarlo.

Un simulador de cabeza para probar el audio

La boca de este simulador actúa como un altavoz y las orejas como un micrófono
La boca de este simulador actúa como un altífono y las orejas como un micrófonoXIAOMI

Las paredes del laboratorio de audio están infestadas de picos geométricos que absorben el sonido. En la sala, reina un silencio absoluto. “El ruido está por debajo de los 15,9 decibelios (dB)”, explica la empleada de Xiaomi. Para hacerse una idea de qué supone esto, una charla normal puede ser de más o menos sesenta y cinco dB y, en general, un grito es de ochenta dB.

En el centro de la habitación, hay un simulador de hombros y cabeza que tiene una boca que actúa como un altífono y dos orejas que marchan de micrófono “para recibir y procesar el sonido”. En los tests, el teléfono en ocasiones se pone a la vera de los oídos para simular una llamada de teléfono y otras, frente a la cara para recrear una video llamada. Para producir un ambiente de prueba lo más leal posible a la realidad, asimismo hay unos altífonos que producen ruidos de fondo con los que los usuarios se hallan en su día a día. Por ejemplo, los de una estación, el súper o una factoría.

Del 5G al GPS

En el OTA Lab se realizan pruebas simulando señales como las del 5G o el GPS.
En el OTA Lab se efectúan pruebas simulando señales como las del 5G o el GPS.XIAOMI

Entre sus laboratorios más atractivos visualmente, resalta uno lleno de picos azules en sus paredes. Es el OTA Lab, cuyas iniciales significan over the air (laboratorio por aire, en castellano). Está concebido para valorar el desempeño de transmisión y recepción de la antena del móvil. En , se simulan todo género de señales —2G, 3G, 4G, 5G o las del GPS— y se efectúan pruebas para asegurar la conexión inmejorable del teléfono bajo cualquier circunstancia.

Un móvil a punto en frente de las ondas electromagnéticas

En su interior, hay dos antenas: una para las pruebas bajo el 3G y la otra, para las que están por encima. Para efectuar ciertos tests, el móvil se pon en una tabla giratoria. “La permitividad (su capacidad para permitir la formación y propagación de campos eléctricos en su interior) de la misma es de 1.1. La del aire es de 1. Esto significa que está muy cerca de la del aire, por lo que en general tendrá poco impacto en la prueba”, explica la empleada de Xiaomi. Fuera de esta sala, un PC muestra un gráfico con dos líneas: una ofrece datos sobre los estándares internacionales y otra, sobre los resultados de las pruebas.

Xiaomi se lo juega todo a la fotografía móvil con el trece Ultra

El Xiaomi 13 Ultra tiene un módulo trasero enorme con cuatro cámaras de 50 megapíxeles.
El Xiaomi trece Ultra tiene un módulo trasero enorme con 4 cámaras de cincuenta megapíxeles. Xiaomi

La última apuesta del gigante chino para apresar a los apasionados de la fotografía es el Xiaomi trece Ultra, presentado el pasado dieciocho de abril en Pekín. El navío insignia tiene en su trasera un módulo enorme con 4 cámaras de cincuenta megapíxeles, entre aquéllas que resalta un sensor primordial de una pulgada y apertura variable. La marca repite cooperación con Leica, el fabricante alemán de cámaras, para postularse al trono de la fotografía móvil. Equipado con el potente procesador Snapdragon ocho Gen dos de Qualcomm y una batería de cinco mil mAh, el terminal va a estar libre en España en el mes de junio en color negro y verde.

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Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.