Un pequeño de 5 años ha fallecido la pasada noche y su madre y su hermana de 3 años se hallan graves al chocar con un vehículo en el que viajaban 5 jóvenes que participaban, conforme las primeras investigaciones, en un reto viral difundido en las redes y consistente en conducir de forma ininterrumpida a lo largo de cincuenta horas. Son nuevas víctimas de retos absurdos, como tomar drogas para tener alucinaciones o ver quien se duerme el último tras consumirlas o soportar más aspirando desodorizantes o insecticidas. El acontencimiento reabre el discute por la responsabilidad de estos desafíos, sobre el que hay un vacío legislativo y ninguna estadística fiable.

El accidente, conforme notifica Efe, se ha producido la noche de este miércoles en el distrito periférico romano de Casal Palocco. Los 5 jóvenes viajaban en un todoterreno de gran lujo que impactó con un pequeño vehículo ocupado por los 3 miembros de la familia víctima del accidente.

Los 5 jóvenes, 4 chicos y una muchacha de unos veinte años, empleaban las redes para ganar popularidad con grabaciones en turismos de gran lujo y los rastros apuntan a que, esta vez, participaban en el reto de conducir cincuenta horas sin reposo. Su canal de YouTube, que fomenta los desafíos online, amontona seiscientos subscriptores y ciento cincuenta y dos millones de visualizaciones desde dos mil veinte.

Este acontencimiento reabre el discute de la responsabilidad sobre las consecuencias, en ocasiones mortales, de los desafíos virales difundidos en las redes. Aunque no hay estadísticas fiables, el goteo de casos es incesante y la legislación presenta vacíos sobre de qué manera abordarlos, alén del acontencimiento en sí.

Gabriel González, fiscal encargado de Criminalidad Informática del Ministerio Fiscal en Sevilla, a lo largo del encuentro sobre seguridad CSI Radar, que se festeja esta semana en la capital andaluza, ha planteado: “¿Qué se hace con los retos virales, qué ocurre cuando una persona menor de edad sufre daños por un desafío de delgadez o pasarse un condón por los agujeros de la nariz o quién traga más desodorante?” “Hay que ir viendo si debe estar penado. En el mundo real no es el fabricante de armas el que responde de un asesinato, sino el que lo comete con ella”, advierte.

Ante estos casos, González acepta que, en el ámbito penal, lo que no está en el Código no se puede perseguir por esta vía”. “Hay que ir a base de reformas y las últimas van encaminadas a introducir nuevos delitos que no están configurados como tales o que no encajan perfectamente en la regulación”, mantiene.

Vacío legal

Cecilia Danesi, letrada experta en responsabilidad en el uso de inteligencia artificial, maestra en múltiples universidades internacionales y autora de El imperio de los algoritmos (recién publicado por Galerna), coincide con el fiscal en el vacío legislativo actual y apunta que la propuesta europea de inteligencia artificial, en la lista de los peligros inadmisibles, va a prohibir “los sistemas que se utilicen para manipular el comportamiento de las personas”. “Imagine que soy un perverso y quiero que se suiciden niños, para lo que utilizo mis recursos como humano. Pero imagine que, además, utilizo un modelo de inteligencia artificial generativa para que me ayude a llevarlo a cabo y que ese modelo se replique. La viralización de un contenido en redes sociales también implica a los algoritmos porque son los que se encargan de decidir absolutamente todo lo que vemos.”.

En este sentido, Yieng Xie, estudiosa de la Universidad de Texas y autora de un trabajo sobre redes sociales, asevera que “las compañías de estas deberían considerar cómo sus políticas de recomendación estimulan la formación de lazos de amistad y aumentan la actividad en el sitio. Por ejemplo, las funciones de sugerencias de Facebook son generadas por algoritmos basados en contenido en el que los usuarios han expresado previamente interés y acciones que han tomado en la plataforma”.

Al igual que el fiscal, Danesi explica que, en el área penal, “la conducta ilícita tiene que cuadrar al 100%. No hay margen a la interpretación”. De esta forma, si no está contemplado en la regla, no se puede perseguir ni juzgar. “En el área civil”, agrega, “sí se podría pedir una reparación”.

En el caso de los fallecidos por desafíos virales, la cuestión es a quién: ¿a quien crea el reto o a la plataforma que lo propaga? “La persona que crea el reto”, responde Danesi, “sí es responsable porque su conducta se traduce en un daño a otra persona. El problema principal es el nexo de causalidad. Se puede alegar que al crear el reto nunca se pensó que acabaría en muerte”. La plataforma asimismo tiene su responsabilidad por el hecho de que, conforme explica, debe inspeccionar el contenido que se propaga, mas con los sistemas actuales es imposible el seguimiento de todo cuanto se publica y, de forma especial, conforme apunta la letrada, cuando el reto no lúcida recelos al principio, mas se va haciendo peligroso con el tiempo y es más bastante difícil de advertir.

Por qué se viralizan los retos

Francesc Núñez, sociólogo de las emociones y maestro de Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica en una información de la corporación académica por qué se prosiguen y viralizan estos desafíos. “Muchos tienen una dimensión de desafío, ya sea competir contra alguien o contra uno mismo, o conseguir algo que requiere agilidad, inteligencia o destreza. A la dimensión que tiene el reto le añadimos el estímulo personal, de diversión y, también, de proeza”.

Para la maestra de Psicología de la UOC, Mireia Cabero, hay 3 grandes razones a fin de que alguien participe en un reto viral: por solidaridad (en el caso de los retos para mentalizar sobre un inconveniente), la sensación de pertenencia a un colectivo o imitación y la diversión grupal, ya que muchos se deben hacerse en equipo, como es el caso del accidente mortal en Italia.

No hay estadísticas sobre estos desafíos. Un estudio de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y la del País Vasco (UPV/EHU), determinó, tras encuestar a cuatrocientos diecisiete menores de 3 autonomías, que uno de cada diez adolescentes españoles reconoce haber efectuado desafíos virales peligrosos.

Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.