En marzo de dos mil veintiuno, una obra digital del artista llamado Beeple se subastó en Christie’s por más de cincuenta y siete millones de euros. Beeple publicó un vídeo viendo la subasta en tiempo real desde el salón de su casa en Carolina del Sur (EE UU). “Es una cantidad absolutamente ridícula”, afirmó cuando pujaban catorce millones. Al final, tras llevarse las manos a la cabeza y chillar, añadió: “Creo que esto demuestra que el arte digital está aquí para quedarse”.

Pero no ha sido precisamente así.

Aquella venta fue la primera subasta de Christie’s de un NFT. Un NFT, cuyas iniciales en inglés significan “ficha no perecedera”, es una tecnología que deja establecer quién es el dueño único de una obra digital. Es un modelo basado en la blockchain, que son servidores diferentes que sostienen exactamente la misma cadena de datos, lo que impide su modificación. Así, un NFT es una firma imperecedera que vincula una obra a un dueño y que queda grabada en ordenadores de múltiples lugares del planeta.

La subasta de la obra de Beeple fue asimismo el comienzo de un periodo de momento único de entusiasmo atrofiado por los NFT. Crearon en verdad una nueva sensación de escasez en el ámbito del arte digital. “No sabía casi nada sobre NFT hasta cuatro meses antes de la gran venta en Christie’s”, ha afirmado Beeple ahora en una entrevista. “Pero vi que no era un momento nuevo, sino que otros medios de expresión ya habían vivido, cuando no eran considerados arte y, de repente, se los consideró arte”. ¿La diferencia entre ser arte y no serlo? La escasez, la capacidad de coleccionar. Los NFT vinieron a mitigar ese hueco. Y cuando hay escasez, el capital ve opción de inversión con retorno.

Aquel jalón hizo que NFT se transformara en palabra de uso común. Creó una sensación de desenfreno que llevó asimismo a una burbuja. Hoy los NFT han desaparecido de los titulares, mas en múltiples esquinas de internet hay gente que espera su vuelta, con mayor o menor confianza. Más aún en días como este martes, cuando bitcoin está a treinta y dos euros, valor que llevaba más de un año sin lograr.

Beeple tuiteó en el mes de agosto una fotografía que explica la catástrofe. “Mercado de los NFT”, se titula, y la imagen es una montaña de Lamborghini amarillos en el desguace. La referencia a los Lambos es una gracieta recurrente en el mundo. “El mercado bajista ha eliminado un montón de proyectos nocivos”, asegura la artista digital Sohobiit que, como otros entrevistados para este documental, prefieren identificarse en público solo por su conocido apodo digital. “Cuando yo entré en 2020, había proyectos que tenían una hoja de ruta de años, pero había algunos que no hubieran podido cumplirse ni en 40 vidas. ¿Y el Lamborghini para cuándo?”, era el interrogante que se quedaba prácticamente siempre y en todo momento sin contestación. Los Lambos fueron la cima de aquella era. Si llegó alguno, fue en cuentagotas.

Pero además de los proyectos más dañinos, otros lícitos asimismo viven en peligro: “Muchos proyectos NFT han tenido que abandonar sus sueños porque necesitamos comer. Hay esperanza de que vaya mejor, pero no puede seguirse solo como un hobby”, desarrolla Sohobiit. Como en todas y cada una de las especulaciones, hay quien sacó interés, quien se quedó igual y quien perdió dinero. Un nuevo estudio confirma que la mayoría de los NFT han perdido prácticamente todo su valor: sesenta y nueve y setecientos noventa y cinco de setenta y tres y doscientos cincuenta y siete compilaciones de NFT tienen una capitalización de cero ether [ethereum es la criptomoneda más usada para NFT], lo que deja al noventa y cinco% de quienes tienen compilaciones de NFT con inversiones sin valor.

Cronología de búsquedas de "NFT" en Google en los últimos cinco años. El primer pico es marzo de 2021, que incluye la venta de Beeple y del primer tuit de Jack Dorsey. Luego subió aún mucho más. Ahora sobrevive en la indiferencia.
Cronología de buscas de «NFT» en Google en los últimos 5 años. El primer pico es marzo de dos mil veintiuno, que incluye la venta de Beeple y del primer tweet de Jack Dorsey. Luego subió aún considerablemente más. Ahora subsiste en la indiferencia.

Otro ejemplo simbólico es el NFT del primer tweet de Jack Dorsey, que entonces dirigía Twitter (ahora X). En marzo de dos mil veintiuno fue, al lado de la obra de Beeple, el enorme ejemplo de la llegada de los NFT. Dorsey lo vendió por prácticamente tres millones de euros. Un año después, su dueño deseó revenderlo y absolutamente nadie lo quería. Hoy la mejor oferta no llega a los mil trescientos euros; es obvio que absolutamente nadie va a pagar millones por ese primer tweet. Aunque hay matices: el empresario de origen iraní Sina Estaba, su dueño, ha optado por el momento por no vender en este mercado bajista. Los NFT más valiosos han perdido mucho valor, mas eso no quiere decir que se ejecute su venta.

Hay un parón incuestionable y su porvenir es bastante difícil de delimitar: “Empíricamente, el número de transacciones ha ido disminuyendo”, afirma el maestro de la Universidad de Oporto (Portugal) Carlos Baquero. “Creo que había dos tipos de mercados, el más destacado estaba enfocado en colecciones y fotos de perfil. Ser propietario de estos NFT era estatus y otorgaba acceso a algunas comunidades. Probablemente, hubo mucha especulación y expectativas de valoración de estos activos. Había un segundo mercado mucho más pequeño centrado en piezas de una sola edición. Aquí algunos de los compradores probablemente compraron por motivos estéticos, pero también había expectativas de un aumento de valor y los valores estuvieron muy inflados”, agrega.

Las gracietas con Willyrex

Un buen ejemplo es el primer proyecto hispano esencial de NFT: del youtuber WillyRex. La pieza única más codiciada de aquella compilación se vendió por unos quince euros. Su dueño, un empresario sudamericano que se identifica en X como Santiago, no tiene pretensión de vender: “Tengo el más importante de todos, el único del cual solo existe una copia. Lo conservo y lo conservaré por siempre. El valor que otras personas crean que tiene poco me importa”, asevera Santiago a Forbes Hispano.

“Si hubiera tenido suficiente dinero lo hubiera comprado yo”, afirma Valentí Gàmez, desarrollador de España de treinta años, que tiene otras piezas considerablemente más asequibles de la compilación de WillyRex. “Es como si tuvieras un cuadro en tu casa que sabes que es de un autor que te gusta. Para mí es muy similar a nivel digital. Los NFT permiten identificar quién es el propietario de ese cuadro. Y en cualquier momento lo puedo vender”, agrega.

X está lleno hoy de gente que bromea sobre los NFT. Es su instante. Lo que parecía una inversión irreprimible se ha quedado, por el momento, en pixeles regalados. Pero tiene otros beneficios. El mercado bajista puede mudar y entonces quizás haya nuevos NFT vendiéndose por mucho dinero: “No estoy seguro de que vuelva a haber NFT caros cuando suban [las criptomonedas] bitcoin y ethereum”, afirma Gàmez. “No tengo una bola mágica. Lo único que sé es que la tecnología que permite la propiedad digital será esta o una evolución y que hay muchísimas empresas que apuestan por esto e invierten en crear productos relacionados”, afirma, en referencia a empresas de juegos o marcas de ropa.

Los usuarios como Gàmez, que creen en la tecnología y han invertido conforme su criterio y con el dinero que tenían, no padecen en un mercado a la baja. Pero al lado de proyectos notables, hubo otros que han crecido sin sentido: “He seguido proyectos que han apostado por la tecnología para hacer un proyecto serio y otros que han apostado por hacer una comunidad de trading, de inversión, de ‘yo me compraré el Lamborghini’. Hay gente que ha prometido cosas que no han cumplido”, afirma Gàmez.

Las burbujas juegan mucho con el miedo de los compradores de quedarse fuera de una inversión única. En España, por poner un ejemplo, Sons of Bitcoin levantó más de treinta.000 euros para transformarse en una “comunidad NFT orientada a la creación de eventos/quedadas/actividades”, que es algo cuyos compradores pueden valorar. Pero por el momento nada: “Lleva seis meses sin publicar nada diciendo que iban a montar una marca de ropa, de merchandising y ahora dicen que no quieres publicitarla”, afirma AlbertNFT sobre Sons of Bitcoin, que se quejó en X: “Me echó del Discord, perdí los beneficios por comprar el NFT, se montó, cosas de este mundillo, que tenemos estas historias”, agrega.

Esa sensación de comunidad sí le sirve a David Mancebo, que está en un Discord con WillyRex tras haber pagado veinticinco euros por una pieza digital de una serie de setenta y cinco. “Durante los primeros meses me ofrecieron 500-600 euros, pero no lo vendí”, asegura. “Daba entrada a un canal de Discord [el mismo que el de Gàmez y Santiago] en el que estaba el propio WillyRex. Si al final no acaba despegando nunca, pues haber estado en el grupo habrá sido guay”, agrega.

Por ese motivo, prosigue asimismo atento al mercado el usuario NFtOasis, un canario de veintiocho años: “Vemos una limpieza dentro del mercado NFT, salían colecciones todos los días y no aportaban. Ahora están surgiendo colecciones que no solo aportan una imagen bonita, sino que tienen una utilidad real y yo como propietario de la colección obtengo beneficios. Por estas colecciones por las que mantengo NFT”, explica. Esa “utilidad real” es que el NFT va ligado a beneficios como subscripciones a productos, pertenencia a comunidades, opción a acudir a actos en ele planeta real.

¿Pero volverán o no?

La creencia más extendida es que la vuelta de los NFT va a depender en una parte de que bitcoin y ethereum vuelvan a subir. “Esto va a rachas. Si bitcoin vuelve a 32.000 euros, pues volverás a ver toda la gente y si baja a 20.000, pues no. Esta es la historia”, resume AlbertNFT. Esas cifras están volviendo a rozarse, mas está por ver si los NFT proseguirán esa tendencia. De instante ahora el ciclo meridianamente alcista está orientado a la inteligencia artificial (IA): “Ha habido mucho viraje de gente que se ha cambiado a la inteligencia artificial, así son las tendencias, la moda. Ayer hablaban de bitcoin y hoy de IA. Esto es lo que hay, hay que aprovechar”, agrega.

Un segundo motivo a fin de que los NFT se vuelvan populares nuevamente es facilitar su uso. La adquiere de cripto, la propiedad de una wallet [la cartera virtual donde se conservan tus propiedades cripto], las transacciones, prosiguen estando distanciadas del conocimiento de un usuario normal: “Hasta ahora para el usuario era un rollazo utilizarlo”, afirma Gàmez. “Ahora empiezan a haber formas en las que es más fácil de usar. A veces no necesitas una wallet, con tu correo y contraseña ya vale. Hace un año era impensable. Tenías que ser un hacker casi”.

La pluralidad de usos que puede tener un NFT asimismo juega en su favor: “El mercado de NFT está experimentando una corrección”, afirma Hongzhou Chen, estudioso de la Universidad China de Hong Kong. “Es fundamental considerar el potencial transformador de esta tecnología en modelos descentralizados y centralizados. Debido a la incertidumbre del mundo actual, los sistemas de descentralización podrían tener un enorme potencial en las grietas de las grandes potencias. Es demasiado pronto para predecir el fin de este tipo de tecnología”, zanja.

_

Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.