Google termina de lanzar Bard, su chatbot de inteligencia artificial generativa, en los veintisiete países de la Unión Europea y Brasil. La herramienta está disponible en cuarenta nuevos idiomas, como de España, portugués, chino, árabe e hindi. Al igual que el popular ChatGPT, es gratis y da múltiples versiones de contestación para una misma pregunta. Además de su capacidad para escribir textos, Bard puede leer en voz alta, de forma afín a la función que ya existe en el popular traductor de Google, y se pueden compartir sus contestaciones mediante Gmail o de un link público. Para interaccionar con Bard, es preciso tener una cuenta de Google.
A pesar de tener ciertas mejoras en comparación con ChatGPT, la herramienta de OpenAI, el chatbot inteligente de Google presenta asimismo problemas: comete fallos al redactar links de la web, se confunde al identificar imágenes y esporádicamente da información sesgada o desactualizada.
Incorpora información novedosa, mas se pierde el contexto
A diferencia de ChatGPT, cuya base de datos limitada a dos mil veintiuno, Bard incluye información recientesde internet. Por ejemplo, ha podido explicar que hoy (trece de julio) es el último día para efectuar el voto por correo para las elecciones generales en España. Debajo de la contestación hay un icono que direcciona a los resultados de Google de el interrogante efectuada.
Pero sus contestaciones no dejan de ser opinativas y poco precisas. Al preguntarle cuál es el político más influyente en España, Bard responde tajantemente que es Pedro Sánchez. En una de sus contestaciones, lo define como “un político carismático y popular que ha logrado unir a un país dividido”. En otra, nombra a Pablo Casado como el segundo más influyente. Y en otra, pone en la lista a Albert Rivera Díaz, exlíder de Ciudadanos, que ha dejado la política hace unos años.
Permite compartir las respuestas
Una notable mejora respecto a ChatGPT es la posibilidad de percibir las contestaciones. El bot usa una voz masculina que suena más fluida y menos artificial en comparación con la famosa asistente de Google Traductor. Además, Bard deja exportar su contenido a otros productos de la compañía. Al hacer click en el botón de compartir, que se halla bajo cada contestación, se puede mandar de forma directa un correo desde Gmail o producir un documento en Google Docs. También es posible producir un link con la contestación y compartirlo en redes sociales, por poner un ejemplo.
Comete fallos al identificar fotos
Google ha anunciado su pretensión de integrar Google Lens, una herramienta que deja cargar imágenes para conseguir información sobre ellas, como identificar lo que representan o escribir una descripción. Esta función solo está libre en inglés, mas no semeja marchar bien totalmente. Para emplearla, es preciso producir un link de la fotografía desde la aplicación de Google Fotos y mandarlo al chatbot. Al mandar una fotografía de la Casa Batlló, en Barcelona, Bard se equivocó: sus 3 contestaciones apuntaron lugares diferentes en el planeta, ninguno de ellos señalaba el icónico sitio catalán.
Confunde enlaces
Cuando se le solicitó a Bard que diera una lista de las organizaciones más relevantes en la investigación del cáncer, el chatbot presentó una lista con diferentes nombres, prácticamente todos de Estados Unidos, pese a que se asegura que las contestaciones se fundamentan en la geolocalización del usuario. Sin embargo, al pedirle las direcciones web de estas instituciones, Bard se confundió una vez más, presentando links repetidos para las distintas instituciones. Los chatbots acostumbran a tener contrariedades con las direcciones web de internet, mas ChatGPT treinta y cinco, la versión gratis, ha contestado apropiadamente a exactamente la misma pregunta.
Más preocupado con la privacidad
El retraso de Bard en llegar a la Unión Europea ―el chatbot ya funcionaba en otros ciento ochenta países― se debe en una gran parte a la preocupación de las autoridades sobre la protección de los datos de los usuarios. Al abrir la página por vez primera, Bard presenta los términos y condiciones que incluyen una lista de “cosas para saber”. Primero, que Bard usa la localización y las conversaciones pasadas para “brindar la mejor respuesta”; que la información puede ser imprecisa o inapropiada; que no se debe confiarle para asesoramiento médico, legal, financiero o profesional; y que el usuario no debe incluir información reservado. Además, a cada nueva vez que se abre el chat, hay un aviso de que “humanos pueden procesar las conversaciones” por lo que no se debe incluir “información delicada”.
Los usuarios tienen la opción de elegir la duración a lo largo de la que desean que Bard conserve sus datos. Por defecto, Google guarda la actividad de Bard a lo largo de un máximo de dieciocho meses, mas se puede ajustar a 3 o treinta y seis meses, o desactivar por completo esta alternativa.
La empresa ha afirmado que pronto va a poder ampliar su disponibilidad a otros idiomas de España, como catalán, vasco y gallego. Según el directivo de administración de productos de Google, Jack Krawczyk, Bard ya tiene la capacidad de contestar en estos idiomas, mas “necesitan entrenarlo para que brinde respuestas responsables”.
Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica.
Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales, es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.