Jorge Fernández Marcos procura que los móviles le duren el mayor tiempo posible. El último que tuvo fue un Samsung, que a los 6 años se le quedaba “muy corto”. “Abrir Spotify era un parto, usaba Google Maps y se lagueaba [ralentizaba] un montón. Era una agonía verlo funcionar”, recuerda. Al proponerse adquirir uno nuevo, este joven de veintisiete años tenía dos prioridades: que fuera sencillamente reparable y que utilizara materiales reciclables y logrados de forma sustentable. Optó por el Fairphone cuatro, un terminal concebido para ser arreglado sencillamente por el usuario.
Si bien Fernández Marcosa soportó 6 años con su precedente móvil, la vida media de un smartphone en Europa es considerablemente más baja. Concretamente, de 3 años, según la Oficina Europea del Medio Ambiente (EEB). Esta cifra queda lejísimos de los más de veinticinco años que debería perdurar un teléfono para compensar su impacto en el medioambiente. Así lo señala el EEB, que resalta que ampliar un año la vida útil de todos y cada uno de los smartphones en la Unión Europea ahorraría dos,1 millones de toneladas de dióxido de carbono al año de acá a 2030, “el equivalente a sacar de las carreteras más de un millón de coches”.
¿Por qué se cambia de móvil cada 3 años? Una de las primordiales razones es “la obsolescencia estética, la búsqueda constante de algo nuevo”, cuenta Mário Barros, maestro asistente del Departamento de Arquitectura, Diseño y Tecnología de Medios de la Universidad de Aalborg (Dinamarca): “Hay mucho marketing que promociona los nuevos smartphones lanzados al mercado y que apela al consumismo”.
El pasado doce de septiembre Apple anunció que los nuevos iPhone quince podrían reservarse desde el día quince del mismo mes, algo que hicieron múltiples usuarios, conforme narran en Twitter. Hubo quienes vendieron su móvil anterior para comprarse uno nuevo. De hecho, las personas que ponen en venta sus terminales en Milanuncios suelen hacerlo para “tener más presupuesto para comprar el último modelo que haya salido a la venta”. Así lo señala un portavoz de la compañía, que recuerda que tras el lanzamiento del iPhone catorce en dos mil veintidos, “la oferta de los modelos anteriores aumentó en comparación con otros meses”.
Los usuarios asimismo acostumbran a sustituir los teléfonos por defectos de hardware, un nuevo distribuidor de subscripción móvil, falta de soporte de software e insatisfacción con el desempeño, como señala Marina Proske, estudiosa en el Departamento de Ingeniería Ambiental y de Confiabilidad del instituto de investigación alemán Fraunhofer IZM. Lo que más le falla a los móviles es la batería, seguido del sistema operativo y la pantalla, conforme un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) publicado en 2020.
Reparar móviles en talleres independientes
“Los smartphones se rompen”, asegura Barros. Y arreglarlos en ocasiones resulta complicado, ya que “los modelos de negocios y las cadenas de suministro están optimizados para entregar nuevos productos y no repararlos”. El especialista resalta, por poner un ejemplo, que los grandes fabricantes proponen múltiples restricciones a los reparadores independientes. “Si la capacidad de reparación estuviera bien implementada y fuera asequible, los teléfonos inteligentes podrían durar una década”, mantiene.
Bruno Martín de la Llama, de veintisiete años, cambió su último móvil, un Google Pixel dos, pues la batería duraba solo media hora. “No encontré ningún sitio en el que lo quisieran reparar. Me decían que era tan antiguo que no merecía la pena”, recuerda. Su teléfono actual es un Pixel cinco de segunda mano. Se lo adquirió eminentemente por la cámara. “Me gustaría que fuera más reparable, pero quería algunas prestaciones que creo que un móvil como el Fairphone no me ofrece”, reconoce.
Gigantes tecnológicos como Google, Apple y Samsung han lanzado programas de autorreparación a fin de que los propios usuarios puedan reparar sus dispositivos en casa con herramientas oficiales. Pero la mayor parte de los móviles no están hechos para ser sencillamente reparables. Así lo señala Barros, que resalta que Apple y Samsung dominan el mercado de los móviles y establecen las prácticas que prosigue la competencia. “Hace seis u ocho años, cuando Xiaomi era un actor más pequeño, las baterías de sus teléfonos eran extraíbles y fácilmente reemplazables. Actualmente, la mayoría tienen pegada la batería a la tapa trasera para ser más delgados, lo que los hace más difíciles de reparar”, asevera.
Anna Jopp, responsable de prensa de Fairphone, coincide en que, por norma general, los teléfonos se han vuelto más bastante difíciles de arreglar con el tiempo pues “la mayoría de las piezas están pegadas”. “Para quitar o reemplazar una pieza rota, se necesita un equipo especial, si es que es posible abrir el teléfono. Es casi imposible que un usuario lo haga por sí mismo”, agrega. Por este motivo, Barros considera preciso que una red de talleres independientes pudiese operar en el mercado, “como ocurre cuando un coche necesita revisión y el cliente puede elegir si quiere que lo revisen en la marca o en otro taller”.
Es un cambio que sería bien recibido por usuarios que procuran exender la vida útil de sus teléfonos. Es el caso de Javier Mella Ricote, un ingeniero de software de veintisiete años que tiene un iPhone once. “Los móviles son como los ordenadores. Ya han llegado al pico y están estancados, poco a poco mejorarán sus tecnologías, pero no creo que vaya a haber un cambio significativo en la próxima década. Así que si este móvil me durase 10 años, estaría encantado”, apunta.
Móviles que duren una década
Hacer terminales más perdurables es uno de los objetivos de Fairphone. “Este móvil es como los antiguos, puedes quitarle la tapa de plástico”, cuenta Fernández mientras que abre su Fairphone y asegura que mismo podría mudar sencillamente el módulo de las cámaras, los altífonos, el puerto de carga o la batería. El joven reconoce que su teléfono es “un poco más grueso de lo normal” y que “por el mismo precio (529 euros) puedes conseguir móviles con mejores prestaciones”. “Si te importa mucho la fotografía o si juegas mucho a videojuegos, puede que se te quede corto”, resalta. Pero para él es más que suficiente: “Espero que me dure como mínimo cinco o seis años, con la garantía de que lo puedo reparar y de que puedo cambiar la cámara si sacan una mejor”.
Aparte del hardware, asimismo es esencial el software. El Fairphone cinco, el último modelo lanzado por la compañía, tiene 5 años de garantía y por lo menos 8 años de soporte de software garantizado. “Es posible que tu teléfono siga funcionando perfectamente, pero si deja de recibir actualizaciones de software, hay aplicaciones como las bancarias que pueden dejar de funcionar”, cuenta Jopp, que estima que Apple hace un buen trabajo al ofrecer soporte de software a lo largo de un buen tiempo (hasta 9 años en ciertos modelos). “Nos encantaría ver esto cada vez más en dispositivos Android”, apunta.
Sin embargo, el especialista critica que la legislación se afiance tan de manera lenta y no se aplique de una manera más extensa. Si bien las medidas tomadas fomentan la circularidad, “abordan solo una parte del problema”. Para , una legislación más rigurosa debería tener en consideración la extracción de materiales para fabricar los móviles y el final del ciclo vital del producto —quién se hace cargo de desechar el smartphone y sus piezas—. “Si las empresas fueran responsables o incluso parcialmente responsables de esto, centrarían sus esfuerzos en desarrollar soluciones para ello. De lo contrario, no es su problema”, concluye.
La huella ecológica de los ‘smartphones’
La producción de un móvil requiere energía y materiales. “Hay más de 40 materiales diferentes en un smartphone que se extraen en condiciones difíciles y a menudo peligrosas”, cuenta Jopp, que resalta que solo un pequeño porcentaje de estos valiosos recursos se puede recobrar a lo largo del reciclaje. Al mismo tiempo, “los residuos electrónicos son el flujo de residuos de más rápido crecimiento en el planeta”: “Cada año se venden 1.500 millones de teléfonos y sólo el 20% de ellos se reutiliza o recicla”. Un inconveniente esencial teniendo presente que en dos mil diecinueve se produjeron 53,6 millones de toneladas de basura electrónica en el mundo entero, según Naciones Unidas (ONU). Se espera que en dos mil treinta esta cantidad alcance las setenta y cuatro con siete millones de toneladas.
Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica.
Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales, es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.