En poco más de 4 meses, ChatGPT ha conseguido hacerse un hueco en la rutina de muchos usuarios de internet, así sean estudiantes o trabajadores. Puede que muchos no tengan claro qué tecnología lo sosten o por qué mil especialistas ha pedido frenar a lo largo de unos meses la actividad del programa. Sin embargo, se está asumiendo con tal naturalidad la presencia de la inteligencia artificial en nuestras labores rutinarias que, conforme una investigación elaborado por Oracle, empresa de plataformas y aplicaciones en la nube, el cuarenta% de los españoles preferiría que los algoritmos tomaran resoluciones por él.

En el informe The Decision Dilemma (el problema de la resolución), publicado este miércoles, se recogen datos de más de catorce empleados y líderes empresariales de diecisiete países, incluido España. Frente al inconveniente de la saturación de los datos, el cuarenta y cinco% de los jefes en este país preferiría que todas y cada una de las contrariedades derivadas de ello desapareciesen y que una inteligencia artificial tomara las resoluciones en su sitio. A Javier Arroyo Gallardo, maestro del Departamento de Ingeniería del Software e Inteligencia Artificial de la Universidad Complutense de Madrid, le sorprenden estas cifras: “Me parece que muestran una confianza muy alta en la inteligencia artificial (IA), cuando, en realidad, en la sociedad no tenemos muy claro qué es y cómo funciona y nos llegan a abrumar por ser muchas herramientas o complejas”, explica. A nivel global, el porcentaje de personas que delegarían en algoritmos es del sesenta y cuatro%; y del setenta% si nos referimos a los líderes empresariales.

Entre las conclusiones extraídas por la compañía estadounidense, resalta que para el setenta y tres% de los mil españoles encuestados, el número de resoluciones que toma día tras día se ha multiplicado por diez en los últimos 3 años y, cuando tratan de tomar una resolución, el ochenta y cinco% se siente bombardeado por más datos de fuentes más diferentes que jamás. Del mismo modo, el ochenta y dos% asevera que el volumen de datos está complicando mucho la toma de resoluciones en su vida personal y profesional y el cincuenta y nueve% acepta que más de una vez al día no sabe qué resolución tomar. Pese a la ansiedad que puede producir a las personas el volumen de datos y la complejidad para procesar tanta información, el maestro de informática explica que “debemos entender mucho mejor qué implicaciones tendría dar paso de que los algoritmos de inteligencia artificial tomen decisiones sensibles por nosotros”, pues nos podríamos llegar a sentir desvalorizados o enajenados.

Arroyo insiste en que, si bien las herramientas como ChatGPT pueden asistirnos a solucionar muchas labores, “no están diseñadas específicamente para la toma de decisiones y no sería adecuado delegarlas en ellas; al menos, si se trata de decisiones importantes para nosotros, que involucren a otras personas o que puedan afectar seriamente al medio que nos rodea”.

El estudio apunta que para el ochenta y uno% de los españoles la incapacidad para tomar resoluciones tiene un impacto negativo en su calidad de vida y causa picos de ansiedad (cuarenta y tres%), pérdida de ocasiones (veinticinco%) y gastos superfluos (diecinueve%). Ante la saturación de información y las contrariedades para distinguir las fuentes dignas de confianza, el noventa y cuatro% de los encuestados ha alterado su forma de tomar resoluciones en los últimos 3 años. Eso sí, conforme el ochenta y uno% de los líderes empresariales, con frecuencia se toma primero la resolución y después se procuran los datos para justificarla. Y, además de esto, el veinticuatro% de los empleados aun siente que muchas resoluciones tomadas en su empresa son irracionales. Según señala Albert Triola, directivo general de Oracle España, “los líderes empresariales que toman decisiones críticas sobre la gestión de sus empresas y no tienen en cuenta los datos, están corriendo un gran riesgo”.

Javier Arroyo repite que delegar resoluciones sensibles a una inteligencia artificial es un tema complejo y, para esto, la IA ha de ser transparente y ‘auditable’. “no están diseñadas específicamente para la toma de decisiones y no sería adecuado delegarlas en ellas; al menos, si se trata de decisiones importantes para nosotros, que involucren a otras personas o que puedan afectar seriamente al medio que nos rodea”, agrega.

Puedes continuar a EL PAÍS Tecnología en Facebook y Twitter o apuntarte acá para percibir nuestra newsletter semanal.

Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.