Desde principios de mayo, la bandeja de entrada de Rafa Baena, de treinta y tres años, recibe ciertos días un mail con el tema “Dracula Daily: [fecha de recepción del mail]”. Dentro, se halla con un fragmento del texto original de Bram Stoker que en la novela se corresponde con ese día en cuestión. Drácula es una obra epistolar, formada por cartas, anotaciones en diarios y recortes de prensa, todo con su data. Como la acción se desarrolla entre mayo y noviembre, existe la opción de leerla como plantea el boletín Dracula Daily, soportándose las ganas de devorar el libro y leyendo solo lo que se corresponde con el día en el que se está.

Como Baena, doscientos sesenta y cinco mil personas más por todo el planeta reciben los correos que manda el diseñador web Matt Kirkland, que tuvo la idea de la newsletter mientras leía Drácula en el verano de dos mil veinte. “Mi hija siempre me preguntaba ‘¿qué pasó hoy?’. Se refería a lo que hubiese leído yo ese día, pero me di cuenta de que las fechas eran muy cercanas al momento en el que estábamos y se me ocurrió que se podría leer en tiempo real”, explica. Es decir, el día veinticuatro de julio, leer lo que en la novela lleva esa data y solamente. Esto, aparte de un cambio en el ritmo frecuente de lectura, supone trastocar asimismo el orden de la obra original, que en ciertos instantes no prosigue el calendario. “Pensé que sería divertido leerlo por orden cronológico y que una forma fácil de hacerlo podía ser un boletín, que alguien te enviara lo que debes leer el día indicado. Una vez que tuve la idea, vi que era algo fácil y decidí hacerlo”, narra. En mayo de dos mil veintiuno, comenzó la que ahora llama la primera “temporada” de lectura colectiva de Drácula. Tenía unos mil quinientos subscriptores, que le pareció un enorme éxito. En dos mil veintidos decidió hacerlo nuevamente y la cosa se disparó: superó los doscientos subscriptores.

Uno de los efectos colaterales de esa lectura masiva de Drácula en dos mil veintidos fue la creación de muchas otras newsletters similares. Los ingredientes son sencillos: una obra cuyos derechos formen parte ya del dominio público y una cuenta en un servicio de folletines electrónicos. No todas y cada una de las obras se prestan tan bien a esa división por datas concretas, mas no es indispensable. Algunos de estos folletines literarios sencillamente las dividen en partes que se puedan leer bien en un mail y fijan unos días y una regularidad para su envío; otras escogen novelas cuya acción transcurra durante unos meses e procuran que aproximadamente coincida con el ritmo de envío. La newsletter Whale Weekly, por poner un ejemplo, comenzó en el mes de noviembre de dos mil veintidos a mandar el texto de Moby Dick y lo va a hacer a lo largo de un par de años. Han hecho un trabajo de investigación anterior para procurar ajustar lo máximo posible el tiempo de la acción. Melville no da datas precisas, mas sí es posible adivinar aproximadamente en qué momento ocurre cada cosa por otras pistas.

Kirkland afirma que ha perdido la cuenta de las newsletters literarias que han ido brotando, mas calcula que hay ya más de un ciento. Los miserables, Orgullo y prejuicio, novelas de Sherlock Holmes, Las amistades peligrosas, los diarios de Samuel Pepys, obras de Edgar Allan Poe, Frankenstein, La inquilina de Wildfell Hall… Eso sí, en su lengua original o traducciones al inglés.

¿A qué se debe este interés por leer tradicionales a sorbitos y por correo electrónico? “Las historias seriadas o por entregas ya han funcionado en otros momentos de nuestra historia y todo vuelve”, explica Elisa Yuste, asesora experta en lectura. Este género de lectura, además de esto, “se adapta muy bien a los hábitos de consumo de contenidos de la era digital”, agrega. Por su parte, la doctora Ana Cuquerella, especialista en literatura electrónica y en inventiva computacional y maestra en la Universidad de Villanueva, apunta que “las entregas en tiempo real constituyen un mecanismo muy empleado en literatura digital”, ya que imprimen “una sensación de realidad, de actualización”. Como ejemplo, recuerda un weblog de dos mil ocho, WW1. Experiences of an English Soldier (Experiencias de un soldado inglés), la primera obra de la que tuvo nueva en este estilo. “Se trataba de un blog creado por el nieto de un soldado británico de la Primera Guerra Mundial. El formato es epistolar. Las entradas respetan el orden cronológico en el que las cartas originales fueron escritas. Una historia familiar se convierte en una historia de todos los seguidores (también fueron miles) que esperan con avidez las noticias del soldado Lamin y comentan lo sucedido con otros seguidores, viviéndolo como si estuviera pasando, llorando cuando barruntan la tragedia”, narra.

Leer en el correo, comentar en redes

Ese comentario colectivo siguiente a la lectura de cada entrega —lo mismo que ocurre con las series de televisión— es un componente esencial del éxito de estos formatos. Matt Kirkland tiene claro que la explosión de sus envíos de Dracula Daily ocurrió merced al movimiento que se creó en redes sociales, en especial en Tumblr, donde una visita al hashtag #DraculaDaily (alerta: puede haber spoilers) muestra toda la amplitud de contenidos que se crean a causa de cada envío: memes, ilustraciones, comentarios lingüísticos e históricos, teorías sobre lo que pasa en realidad…

“Cuando los lectores se sumergen en una historia que les gusta, se crea un vínculo personal con los elementos narrativos y se genera un sentido de pertenencia a la comunidad de fans que comparten la misma pasión. Comentar, analizar y compartir contenido en las redes sociales les permite expresar su entusiasmo, conectarse con otros fans y formar parte de una comunidad que comparte intereses similares”, señala la doctora María José Establés Heras, maestra e estudiosa en el Departamento de Ciencias de la Comunicación Aplicada en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, especialista en estudios de fanes y alfabetización transmedia. “Es así como se crean los fandoms (neologismo creado a partir de fan y kingdom, es decir, el reino de los fans) de un producto cultural determinado, en este caso, la novela de Bram Stoker”, explica.

El éxito de Dracula Daily en Tumblr fue tal que hubo aun usuarios como Inés, de treinta y tres años, que prosiguieron la novela por medio de los memes, sin apuntarse jamás a la newsletter (había leído Drácula ya hace ya un tiempo). “Lo que me gustó de la experiencia fue la lectura en común, que es como se leían antes muchísimos libros (sobre todo de esa época y anteriores). En Tumblr, la gente hacía comentarios de todo, desde chistes tontos sobre cualquier escena a análisis literarios sesudos o contexto histórico sobre cualquier minucia. De repente, todos los personajes estaban vivos en su momento histórico y no hacían las cosas por hacerlas, es que en esa época se tenían que hacer así, era lo esperable o lo necesario. O no, estaban rompiendo moldes. Y muchas de las cosas que yo había observado durante mi lectura individual eran cosas que estaban ahí claramente, que todo el mundo podía ver”, cuenta de su experiencia. Este año comenzó a oír Re:Dracula, una versión radiofónica que asimismo va publicando sus contenidos siguiendo las datas de la novela —el autor de Dracula Daily cuenta sorprendido que le solicitaron permiso—, si bien no ha podido proseguirla de manera regular. Baena asimismo ha debido dejar la lectura a medias “por razones académicas”, si bien espera poder llenarla en la edición de dos mil veinticuatro. “Se lo debo al Conde, o desatará su malvada influencia sobre mí…”, desvela.

Acercarse a tradicionales de otro modo

De lo que sí fue subscriptora Inés fue de las newsletters de Las amistades peligrosas, tanto en el francés original como en inglés. “Llevaba mucho tiempo queriendo leerla, pero yo sola con el tocho de libro que es, y del siglo XVIII además, me era imposible. Así que aproveché este formato”, apunta. “Me encantó porque es como si me estuvieran escribiendo las cartas a mí, vas recibiendo los cotilleos poco a poco a tiempo real. Es fascinante”.

Como Inés, bastantes personas se sienten algo intimidadas ante determinados tradicionales por razones que pueden ir desde su extensión hasta el lenguaje, la manera o la carencia de costumbre, por lo que proyectos como estos pueden asistir a darles a estos textos una nueva vida con un nuevo público. “He visto a bastantes seguidores decir ‘ay, nunca pensé que fuese a ser capaz de leer este libro”, apunta Matt Kirkland. Él, lector frecuente de literatura victoriana, no se había planteado que su folleto pudiera llegar a tener este efecto, mas a las especialistas en literatura electrónica y transmedia no les sorprende. Ana Cuquerella explica que esta clase de proyectos son “vías alternativas de entrada al original”. Pone como un ejemplo algo que hace siempre y en toda circunstancia en clase. “Cada curso muestro el sentimiento de desarraigo y desesperanza a mis alumnos con un rap de El Piezas… se trata del Romance del emplazado de Lorca. Ellos no lo saben. Pero al escucharlo, todos sin excepción son capaces de descifrar el mensaje que subyace. Después, al ver que este rapero lo traslada a su lenguaje y que ellos pueden entenderlo, se acercan a Lorca de una manera totalmente distinta. Activa. Tratando de descubrir lo que les tiene que decir a ellos, hoy”, asegura.

Las newsletters literarias no suponen un cambio tan claro, mas sí aproximan el texto por medio de ese movimiento en redes sociales. “No sé si se aprecian más los detalles por este formato [al estar obligada a leer poco a poco], pero sí al tener a miles de personas comentando cada frase y fijándose en distintas cosas”, medita Inés.

¿Se puede decir que se ha leído un tradicional si se ha hecho por medio de estos folletines? “Si lo único que se aplica a una obra es la fragmentación, yo, personalmente, diría que sí se está disfrutando del original”, opina Elisa Yuste. Cambiar el orden, como el caso de Dracula Daily, ya es otro tema. Lo que sí ocurre frecuentemente, confiesa Matt Kirkland, es que se comience por el folleto y se acabe acudiendo al libro. “A veces me escriben usuarios que se acaban de borrar de la newsletter para explicarme que no es por nada malo. No han sido capaces de esperar: se han comprado el libro y ya lo han devorado”, cuenta.

_

Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.