Cuando los cofundadores Larry Page y Sergey Brin anunciaron que dejarían sus funciones cada día en la compañía matriz de Google, Alphabet, en dos mil diecinueve, entregando a Sundar Pichai las llaves del reino, meditaron sobre la edad de Google.
“Si la compañía fuera una persona, sería un adulto joven de veintiuno años y sería hora de dejar el gallinero”, escribieron. “Creemos que es hora de aceptar el papel de progenitores orgullosos, ofertando consejos y amor, ¡mas no riñiendo diariamente!”.
Cuatro años después, cuando Google se encara a las incursiones de los contrincantes de IA empeñados en deponer el icónico negocio de busca de la compañía, los progenitores ausentes han regresado a casa. Microsoft, un contrincante que alguna vez estuvo inactivo, ha cobrado vida con una nueva versión de Bing, con la ayuda de OpenAI, el fabricante del bot de IA ChatGPT. Conforme el chatbot empezó a hacer olas, Page y Brin, quienes se transformaron en aconsejes de la compañía tras dejar sus puestos oficiales, empezaron a desempeñar un papel más activo: asistieron a asambleas de estrategia de IA. Brin se puso manos a la obra con el código.
El renacer de los creadores, como la torpeza de los sacrificios de inteligencia artificial del consumidor de Google, ha sacudido la confianza de ciertos en el hombre a cargo: el amable Pichai, quien alguna vez apareció en la primera plana de Bloomberg Businessweek abrazando un Android de peluche como “El poder blando de Google”. Rivales, inversores y observadores de la industria se preguntan si Pichai es el CEO que puede guiar a la compañía mediante lo que semeja transformarse en una crisis existencial.
Lea también: Microsoft anuncia millonaria inversión en OpenAI, autora de ChatGPT
Con el ejército de ingenieros e estudiosos de la compañía, la IA era el juego de Google para perder. Todavía es temprano, mas ahora Google se halla en la situación poco probable de jugar desde atrás en un campo que asistió a ser vanguardista, un déficit que ciertos han atribuido al liderazgo.
“Sundar es un operador realmente fuerte, mas no tanto como un pensador estratégico y visionario”, afirmó a Forbes Nimrit Kang, codirector de inversiones de Northstar Asset Management, que tiene cerca de US dólares americanos20 millones en acciones de Alphabet. Kang afirmó que la compañía precisa “perturbarse” a sí, aun si eso significa dolor en un corto plazo, para prepararse para el futuro en un largo plazo. “Sentimos, por todo cuanto vemos cuando menos, que Sundar no es esa persona”.
Los cuestionamientos
“La junta directiva de Google, incluyendo los creadores, debe preguntarse: ¿Es Pichai la persona conveniente para dirigir la compañía o es hora de que Sundar se vaya?” el veterano escritor de Silicon Valley, Om Malik, escribió el mes pasado. “¿La empresa precisa un CEO más ofensivo? ¿Alguien que no está satisfecho con [el] estado de cosas y está presto a romper ciertos huevos?”. Después de la publicación de Malik, el respetado analista tecnológico Ben Thompson asimismo dio crédito a el interrogante y la abordó en su weblog Stratechery, muy leído. Los Googlers han meditado de forma anónima a este respecto en la plataforma Blind, bajo la publicación “¿Será expulsado Sundar Pichai?”
“Creo que Sundar y el equipo se volvieron complacientes”, afirmó Dan Ives, directivo general de Wedbush Securities. Afirmó que es demasiado pronto en la competencia de IA para meditar en un cambio ejecutivo, mas precisan alterar su enfoque. “Van a precisar un ejército formado con liderazgo que vaya tras este mercado, pues este es un juego de póker de alto peligro y hasta el momento están perdiendo”.
Google se negó a comentar o poner a Pichai a predisposición para una entrevista.
Pichai ha resistido este género de críticas ya antes. Los ejecutivos de Google se han quejado a lo largo de un buen tiempo sobre su aparente inquina al peligro y su lenta toma de resoluciones, conforme un perfil del CEO del New York Times en dos mil veintiuno. En ese instante, Google defendió a Pichai al apuntar que las encuestas internas sobre su liderazgo eran positivas. Pero aunque los Googlers han susurrado sus molestias anteriormente, el parloteo se ha vuelto más fuerte en las últimas semanas. Lo que está en juego se aproxima a un crescendo conforme los contrincantes disparan por la refulgente operación de busca de Google, una de las máquinas de ganar dinero más eficaces en los negocios modernos. Las preguntas asimismo brotan cuando Google encara el golpe ética de los despidos masivos; Pichai despidió a doce trabajadores, o el seis% de la compañía, en el primer mes del año.
Aún así, Pichai es sumamente respetado en Google, y cualquiera que cuestione su liderazgo se apura a prologar las críticas con comentarios sobre lo inteligente e pasmante que es. Muchos de los críticos de Pichai apuntan a la dicotomía del CEO en tiempos de paz y el CEO en tiempos de guerra, un tropo acuñado por el capitalista de peligro Ben Horowtiz en dos mil once. Un CEO en tiempos de paz, escribió, goza de una “gran ventaja en frente de la competencia en su mercado principal”. al paso que un director en guerra es como un general que “se defiende de una amenaza existencial inminente”.
“Él es el epítome, la quintaesencia, el pináculo del CEO en tiempos de paz”, afirmó a Forbes un exejecutivo de Google. Un exdirector de Google lo expresó aún más sin rodeos: “Estamos haciendo apuestas sobre cuánto va a durar”, afirmó la persona. “Creo que todos están conformes en que se irá. La pregunta es ¿cuánto tiempo de ahora en adelante?”
Los defensores de Pichai valoran su enfoque equilibrado, en especial con algo tan poderoso como la IA. Con su capitalización de mercado de un billón de dólares estadounidenses y miles y miles de millones de usuarios, Google siempre y en todo momento iba a estar en una situación más precaria que cualquier start-up, con menos que perder y menos gente a la que enojar. Los partidarios afirman que la compañía aún está bien posicionada para ganar la guerra de la IA, con años de investigación y desarrollo de aprendizaje automático, décadas de datos de usuarios y un historial de escalado de productos. “¿Quién puede decir que no es buen director en tiempos de guerra?”, afirmó un empleado actual de Google. “Todavía no ha ido a la guerra”.
La precaución podría resultar prudente. Google ha eludido una parte de la reacción violenta dirigida cara Bing de Microsoft una vez que el chatbot comenzase a contestar con contestaciones violentas y obsesivas, mientras que los cronistas y los primeros evaluadores procuraban ampliar los límites del software. Pero pese a que Google se ha movido más lento, aún así se ha quemado: una vez que su chatbot Bard produjera una contestación incorrecta a lo largo de un vídeo promocional el mes pasado, lo que aumentó aún más las preocupaciones sobre el retraso de Google, la compañía perdió US dólares americanos100.000 millones en valor de mercado.
Además: Elon Musk espera localizar nuevo CEO de Twitter a fines de 2023
El ascenso de Pichai ha sido una buena historia de Silicon Valley. Nacido en Chennai, India, asistió al Instituto Indio de Tecnología de Kharagpur. Se mudó a los EE. UU. en mil novecientos noventa y tres y consiguió maestrías en Stanford y Wharton. Después de graduarse, trabajó como asesor para McKinsey ya antes de una entrevista en Google el 1 de abril de dos mil cuatro, exactamente el mismo día en que la compañía lanzó Gmail.
En Google, de manera rápida ascendió de rango. Primero se desempeñó como gerente de producto al cargo de la barra de busca del navegador, ya antes de presionar a Google a fin de que crease su navegador, Chrome. En dos mil trece, se encargó de Android de su autor Andy Rubin, ahora caído en desgracia. Dos años después, fue escogido para inspeccionar toda la cartera de productos web de Google, incluyendo las buscas, los anuncios y los mapas. Cuando la compañía se remodeló bajo Alphabet en dos mil quince, Pichai se encargó de Google. Cuatro años después, se transformó en director de todo el conglomerado.
Mientras que Page y Brin fueron vistos como soñadores (Page asevera que la idea de Google se le ocurrió en un sueño), los empleados afirman que Pichai es el líder práctico que sostiene los trenes a tiempo: talentoso y eficiente, mas no necesariamente inspirador. En sitio de actuar con resolución, frecuentemente adopta un enfoque más pasivo, afirman las personas que trabajaron con él. Un ex ejecutivo lo llama un “CEO niñero”.
Le puede interesar: Cofundador de Globant no piensa que la inteligencia artificial vaya a sustituir a los programadores de software
Una vez al comienzo de su orden, Pichai convocó una asamblea entre el liderazgo y el personal superior de ciertas plataformas de Google, incluyendo el directivo de Android, Hiroshi Lockheimer, y el cofundador de Nest, Tony Fadell, conforme dos personas que asistieron a la asamblea. Las diferentes unidades habían estado discutiendo qué equipo trabajaría en qué proyecto. “Sundar fue contratado literalmente para negociar las negociaciones de paz entre las facciones en guerra”, afirmó un asistente a Forbes.
El conjunto se reunió a lo largo de 3 o 4 horas. Pichai escuchó el punto de vista de todos e hizo ciertas preguntas, mas estuvo básicamente mudo. Al final, les afirmó a los líderes de la plataforma que lo resolvieran entre ellos e informaran, afirmaron dos asistentes, en vez de dar una dirección clara. Uno de los asistentes equiparó la situación con Game of Thrones. “Quería unir los reinos, y todos respetan a Sundar, así que se arrodillarían ante él”, afirmó la persona. “Pero cuando lleguen los dragones, no va a saber qué hacer”.
Google se negó a comentar sobre la asamblea. Fadell, quien dejó la compañía en dos mil dieciseis, asimismo se negó a comentar.
El episodio es simbólico del estilo de liderazgo que Pichai ha dado en la compañía. En dos mil dieciocho, un conjunto de más de doce vicepresidentes habría enviado a Pichai un e-mail que afirmaba que la compañía tardaba demasiado en tomar resoluciones esenciales y que era bastante difícil regular los comentarios técnicos. Parte de la lentitud de la compañía se debe a la conducta de Pichai, afirmó a Forbes un exejecutivo de Google que trabajó con él. “No le agradan los enfrentamientos. No le agrada tomar resoluciones impopulares”, afirmó esa persona. “Es solo un sitio lento y letárgico”.
Pichai está en una situación bastante difícil. Google está lejos de ser la start-up que Page y Brin crearon en un garaje de Menlo Park en mil novecientos noventa y ocho. La compañía ha tresdoblado su tamaño desde el instante en que aceptó el cargo en dos mil quince, incrementando a más de ciento noventa con cero empleados a tiempo completo en el último mes del año ya antes de los despidos.
No se pierda: Listado Forbes | Los veintitres del 23
Ese desarrollo explosivo viene con cambios culturales que pueden ocasionar estancamiento. Sin nombrar particularmente a Pichai, Praveen Seshadri, un ex ingeniero de Google, llamó a la gerencia de la compañía el mes pasado por una atmosfera burocrática donde las personas no están estimuladas para ir más allí. “En general, es una cultura blanda en tiempos de paz en la que no merece la pena combatir por nada”, escribió Seshadri en un ensayo de tres mil seiscientos palabras.
En otras palabras: “Google ya no es Google”, afirmó a Forbes un empleado de base despedido. “Dudo en inculpar o responsabilizar a Sundar, pues no proyecta una fuerte voz de liderazgo de una manera u otra”, siguieron. Pero ese punto de vista aún no es buen vaticinio para el CEO. “Ni siquiera estoy seguro de poder decir cuál es su visión particular para la compañía, aparte de sostener la participación de mercado que ya tenemos”.
Ahora esa perspectiva ha perjudicado a Pichai, ya que los contrincantes hacen una carrera significativa en esa participación de mercado por vez primera en décadas. Incluso tras sentar las bases para el dominio de la IA (los estudiosos de Google fueron vanguardistas en un avance hace 6 años que sosten chatbots como ChatGPT y Bing), Google fue derrotado en el mercado a lo largo de lo que se está transformando en un instante esencial para el futuro de la IA. “Todo su tema fue una apuesta por la IA primero. Ese fue meridianamente su toque de tambor”, afirmó el exdirector de Google. “Y realmente no ha hecho mucho”.
Puedes descargar la más reciente edición de la gaceta aquí
Monterrey (México), 1990. Estudió una licenciatura en comunicación y comenzó trabajando en medios locales de su ciudad, como periódicos, revistas, estaciones de radio o canales de televisión. Tiene un gran interés por la cultura mexicana, incluyendo la música, la comida y la historia. Es un apasionado de los deportes, especialmente del fútbol.