El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, echó mano este lunes de una vieja ley de tiempos de guerra ―concretamente, la de Corea (mil novecientos cincuenta-mil novecientos cincuenta y tres)― para firmar un decreto que busca atenuar los peligros de un desarrollo sin control de la inteligencia artificial generativa (IA), una tecnología que promete mudar de manera profunda el modo perfecto en el que vivimos, y plantea enormes retos para el futuro de la humanidad. “La tecnología debe ser gobernada, no puede haber discusión”, defendió Biden en un alegato en el ala Este de la Casa Blanca. La regla de urgencia, recordó el presidente, se usa en casos inusuales, como el reclutamiento de tropas, o para movilizar recursos a lo largo de la pandemia. Con el nuevo decreto, Estados Unidos se transforma en el primer país en regular sobre el tema.

“Vamos a asistir a cambios tecnológicos más profundos en los próximos cinco años que en los últimos 50. Y en esa revolución la tecnología más importante de nuestro tiempo es la inteligencia artificial, que está acelerando los cambios. En gran parte, está mejorando nuestras vidas, nos ayudará a explorar el universo, a predecir el tiempo, a acabar con el cáncer”, afirmó, “pero también las está empeorando: por ejemplo, permite emplear los datos personales de los adolescentes para descubrir qué los mantendrá pegados a sus teléfonos, o cómo hacer que las redes sociales sean más adictivas. Todo lo cual tiene el potencial de provocar un profundo daño a su salud mental y a su bienestar”. Biden asimismo recordó que “los deep fakes [reproducciones falsas de la imagen de una persona] utilizan audio y vídeo generados por IA para difamar, difundir noticias falsas y cometer fraudes”.

Con este decreto, las compañías dedicadas a la IA en Estados Unidos, trabajen o no con el Gobierno, van a estar obligadas a avisar a las autoridades federales cualquier avance que suponga un “riesgo grave para la seguridad nacional, económica o para la salud y seguridad públicas”, como a mejorar los mecanismos que fortalezcan la confianza en esos avances en tecnología, conforme consta en un documento que la Casa Blanca distribuyó ya antes de la comparecencia de Biden. Para ello, se va a crear un nuevo organismo: la Junta de Seguridad de IA, dependiente del Departamento de Seguridad Nacional. La orden asimismo promete resguardar a los estadounidenses del “fraude y el engaño” que pueden conllevar estas tecnologías, con, por poner un ejemplo, la perturbación de documentos o imágenes oficiales, en las comunicaciones del Gobierno y las agencias federales, con medidas que, aguardan, sirvan de ejemplo a otros países y al campo privado.

Biden se ha tomado, conforme sus cooperadores, un singular interés en hacer frente los desafíos de la IA. “Estoy decidido a hacer todo lo que esté a mi alcance para promover y exigir una innovación responsable”, afirmó el primer día de la semana. Y en Washington se aprecian los sacrificios por no reiterar los fallos cometidos anteriormente con las redes sociales. Cuando estuvo clara la emergencia en la regulación de su uso, ya fue demasiado tarde y las consecuencias de su empleo sin control habían perturbado las elecciones presidenciales en dos mil dieciseis, contribuido a la difusión de teorías de la conspiración a lo largo de la pandemia, perjudicado a la salud de los adolescentes o acentuado el tiempo de división política del país.

El Senado organizó en el mes de mayo una audiencia sobre IA, que contó con la comparecencia de Sam Altman, creador de Chat GPT, la tecnología que supuso hace un año un enorme paso adelante y se puso en el centro del discute público. En septiembre, ciertos hombres más poderosos de Silicon Valley, desde el consejero encargado de Tesla, Elon Musk, al de Meta (Facebook), Mark Zuckerberg, pasando por el líder de Alphabet (Google) Sundar Pichai, y el creador de Microsoft Bill Gates, asistieron a la llamada del líder de la mayor parte demócrata en el Senado, Chuck Schumer, presente en la Casa Blanca este lunes, para tratar sobre un futuro de máquinas inteligentes.

Acuerdo bipartidista

“Todavía necesitamos que el Congreso actúe [más allá del decreto recién firmado]”, advirtió el presidente. “Estamos en un punto de inflexión. Necesitamos un acuerdo bipartidista para impedir que las grandes tecnológicas recopilen datos personales de nuestros niños y adolescentes en línea. O para prohibir la publicidad dirigida a la infancia o limitar la información que sobre nosotros recogen y almacenan”

La defensa de los usuarios frente a los engaños derivados de la IA, y la protección de la privacidad, la igualdad y los derechos civiles son otras prioridades del nuevo decreto. “Los usos irresponsables de la IA pueden provocar y profundizar la discriminación, los prejuicios y otros abusos en la administración de la justicia, así como en la atención sanitaria y la vivienda”, se puede leer en el documento de la Casa Blanca. Para conseguirlo, la Administración de Biden adiestrará en el uso adecuado de la IA a, entre otros muchos, los funcionarios del Departamento de Justicia y a la policía.

La orden se detiene en otro de los grandes desafíos: el futuro del trabajo. Identifica sus promesas (una mayor productividad) y sus peligros (más vigilancia, más prejuicios y, sobre todo, la redundancia de determinados trabajos). Como soluciones, la Administración de Biden plantea fortalecer los mecanismos de negociación colectiva e invertir en capacitación de los trabajadores.

Para asegurar que Estados Unidos prosiga siendo “líder en innovación”, la orden crea asimismo un instituto nacional de investigación de IA y confía la vigilancia de la justa competencia en ese mercado a la Comisión Federal de Comercio de Lina Khan, cuya tarea se ha caracterizado por el marcaje a las grandes tecnológicas. La Administración de Biden asimismo aspira a que Estados Unidos conduzca el discute sobre IA artificial en el planeta, por medio de pactos con otros países.

El subjefe de gabinete de la Casa Blanca, Bruce Reed, las definió como “el conjunto de acciones más sólidas que cualquier gobierno del mundo haya tomado jamás en materia de seguridad y confianza en la IA. Es el siguiente paso en una estrategia agresiva para hacer todo lo posible en todos los frentes para aprovechar los beneficios de la IA y mitigar los riesgos”. En una declaración a AP, Reed desveló que la preocupación de Biden medró con la proyección a lo largo de un fin de semana en la vivienda presidencial de Camp David, de Misión: Imposible. Sentencia mortal. Parte 1, cuyo villano es una IA inteligente y rebelde llamada “la Entidad” que hunde un submarino y mata a su tripulación en los primeros minutos de la película.

Ese paso prepara el terreno para una asamblea prevista para esta semana en el Reino Unido, en la que políticos y empresarios van a tratar el futuro de la IA. Organizada por el primer ministro británico, Rishi Sunak, está previsto que hable en la cima la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, que recordó que tanto como Biden comenzaron a preocuparse por el tema conforme tomaron posesión de sus cargos, “antes de que se convirtiera en el tema del momento”.

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Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.