La historia de Alexéi Soldátov, el pionero que montó la primera conexión a Internet en la Unión Soviética, es hoy una triste realidad. A sus 72 años de edad y enfermo terminal, se encuentra encarcelado en condiciones inhumanas, durmiendo en el suelo sin una cama, rodeado de decenas de presos en una cárcel rusa.

La activista Eva Merkachiova, miembro del Consejo de Derechos Humanos del presidente Putin, ha denunciado esta situación como un verdadero tormento para el ingeniero y ha calificado los hechos como una forma de tortura. Su hijo Andréi Soldátov, un reconocido periodista independiente, se muestra consternado desde el exilio al no comprender la crueldad con la que su padre está siendo tratado.

Alexéi Soldátov, quien sufre de enfermedades terminales y graves, incluyendo cáncer y problemas cardíacos, fue trasladado a un hospital penitenciario tras la denuncia de Merkachiova. Aunque ahora comparte habitación con una sola persona y recibe tratamiento médico, su hijo se muestra preocupado por la falta de claridad en los medicamentos que le están suministrando.

El legado de Soldátov en la historia de Internet en Rusia es innegable. Montó el primer proveedor de Internet en 1990 y ha sido una figura clave en el desarrollo de la red en el país. A pesar de haber tenido cargos gubernamentales, su oposición a una Internet controlada por el Estado lo llevó a enfrentar acusaciones y finalmente a su encarcelamiento.

La empresa que fundó, RosNIIROS, manejaba cientos de miles de direcciones .SU, las cuales tuvo que transferir al Estado bajo presión del Kremlin. A pesar de estar en arresto domiciliario en un momento, Soldátov terminó en prisión en una sorprendente decisión judicial, dejando a su familia en shock.

Actualmente, la familia de Soldátov espera una apelación que podría modificar su situación en los próximos meses. Mientras tanto, su hijo Andréi Soldátov, desde el exilio, clama por un trato más humano hacia su padre y una posible revisión de su pena.

El caso de Alexéi Soldátov pone de manifiesto no solo la lucha de un hombre contra un sistema opresivo, sino también la necesidad de respetar los derechos humanos más básicos, incluso en situaciones judiciales complejas como la suya.