Los rancios viven del tráfico que les da nuestra indignación. Lo sabemos, procuramos hacer un esmero por ignorarlos, bloquearlos, borrarlos de la faz de la tierra, mas no podemos eludir responder, darles pábulo, transformar la anécdota en regla y así, contra nuestro más cerebral, hacer que nuestra realidad sea un tanto más irrespirable. El consejo […]