Todos en algún momento hemos dicho la frase «Odio la rutina». Es un sentimiento común que nos lleva a buscar nuevas experiencias y desafíos. Sin embargo, ¿realmente odiamos la rutina o en realidad la amamos sin saberlo?
La rutina nos brinda seguridad, nos simplifica la vida y nos permite automatizar muchas acciones del día a día. Pero, como menciona Albert Einstein, para obtener resultados diferentes, es necesario probar cosas diferentes.
En el ámbito financiero, la rutina puede llevarnos a tomar decisiones poco beneficiosas, como contratar una hipoteca sin comparar, mantener inversiones por costumbre familiar o renovar seguros sin revisar las condiciones. Es aquí donde debemos cuestionar nuestra rutina y buscar alternativas.
- Contratar la hipoteca con tu banco de siempre (sin comparar).
- Renovar y renovar el depósito, en el banco de arriba, y ahora no sabes ni cuanto te dan (casi mejor no saberlo).
- Tener acciones de Telefónica, de Acciona y de Grifols, porque las tenía tu padre.
- Renovar los seguros automáticamente, con lo que pagas por el coche pequeño, que tiene 14 años, como si fuese un Maserati.
- Comprarte la casa de la playa, a la que hace ya 3 años que no vas, pero lo hiciste como inversión.
- Pagar la cuota de autónomo, por si te sale algún trabajo.
- No comprar Bitcoin porque eso no es para ti.
La rutina puede ser buena o mala dependiendo de cómo la gestionemos. Si te identificas con alguna de las situaciones anteriores, es momento de replantear tus decisiones financieras.
Es importante romper con la rutina al menos en las decisiones importantes, para evitar que otros tomen el control de nuestras finanzas. Buscar asesoramiento y explorar nuevas opciones puede marcar la diferencia en nuestro bienestar económico.
Recuerda que la clave está en cuestionar lo establecido y buscar alternativas que nos ayuden a crecer financieramente. ¡No dejes que la rutina limite tus posibilidades de éxito!
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¡Que tengas un excelente día!
