En los primeros días de la invasión, 3 soldados rusos entraron en una casa de una de las zonas ocupadas de los aledaños de Kiev. Allí vivían dos mujeres y una menor. Uno de los soldados violó a una de las mujeres adultas en el garaje, amenazándola con violar asimismo a la pequeña si se resistía.

Los hechos se repitieron a los poquitos días, conforme una investigación hecha pública últimamente por la Policía ucraniana, que ha identificado al supuesto atacante como un militar de veintisiete años originario de la zona de Buriatia, en el Lejano Oriente de la Federación Rusa.

Ucrania festeja hoy el Día de la Mujer bajo la amenaza del uso de las violaciones como arma de guerra en los territorios ocupados por las fuerzas rusas en el este y el sur del país, donde el ejército invasor campa a sus anchas y podría estar repitiendo abusos como los que Kiev viene descubriendo con la liberación de sus territorios.

El pasado cuatro de marzo, la primera dama ucraniana, Olena Zelenska, anunció que la Fiscalía de su país ha registrado un total de ciento setenta y uno casos de violencia sexual perpetrados por soldados rusos en Ucrania. La apabullante mayoría de las víctimas son mujeres, si bien en la lista asimismo se cuentan treinta y nueve hombres y trece menores.

Como afirmó la esposa del presidente ucraniano, “sabemos de estos casos pues estas personas hallaron las fuerzas suficientes para hablar”, mas el número de víctimas de violaciones podría ser considerablemente mayor. “Cuánta gente padece sin poder contarlo, sobre todo en los territorios ocupados, no lo sabemos”, aseveró Zelenska.

El distrito de Berislav, en el margen occidental del río Dnipró, que divide la zona sureña de Jersón, fue liberado por las tropas ucranianas el pasado catorce de noviembre, cuando los rusos se vieron obligados a retirarse del otro lado del río. En Berislav ocurrió otro de los casos investigados por las autoridades ucranianas.

Desde la ocupación de Jersón en el mes de marzo de dos mil veintidos, la unidad rusa al cargo del distrito vino usando a su antojo las residencias y propiedades de los vecinos del distrito de Berislav, a cuyos vecinos aterraban con usuales redadas, conforme la investigación oficial ucraniana.

Durante una de ellas, un militar ruso conminó con matar al hijo de la dueña de la casa y abusó sexualmente de ella mientras que blandía un cuchillo. El tormento no terminó ahí para la mujer. Su atacante decidió quedarse a vivir en su casa, conforme una investigación de los servicios secretos ucranianos desvelada en el mes de febrero.

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Las violaciones de guerra conminan a las mujeres en la Ucrania ocupada

El retorno de las tropas ucranianas a territorios como la mitad occidental del Jersón separado por el Dnipró pone fin a la amenaza de la violencia sexual de las tropas rusas, mas no supone que se haga justicia.

En la enorme mayoría de los casos, los soldados ocupantes se retiran a otras zonas que controlan, lo que torna imposible que puedan ser detenidos y condenados si bien las autoridades ucranianas los hayan identificado.

En junio del año pasado empezó en Kiev el proceso al soldado ruso Mijaíl Romanov, de treinta y dos años, que es juzgado “in absentia”, acusado de matar a un hombre y violar reiteradamente a la esposa de este a lo largo de la ocupación rusa de Brovarsky, cerca de Kiev, en el mes de marzo del año pasado.

Para que una ocasional condena a Romanov pueda ejecutarse cualquier día, las autoridades ucranianas trabajan para movilizar a sus asociados internacionales en el establecimiento de mecanismos judiciales internacionales que dejen juzgar y hacer abonar las consecuencias de sus condenas a los responsables de crímenes de guerra.

No es simple determinar si las violaciones y otros géneros de agresiones sexuales de los ocupantes rusos contra las ucranianas documentados por Kiev son una estrategia deliberada o el resultado del control absoluto y discrecional ejercido por las tropas invasoras en los territorios que conquistan.

Las autoridades ucranianas están persuadidas de que son parte del manual de guerra de Moscú, y ciertos testigos de estas crueldades aseguran que los comandantes rusos dan permiso a sus soldados para violar a mujeres como premio por sus sacrificios en combate.

Iryna Didenko es la fiscal ucraniana encargada de investigar la violencia sexual como arma de guerra. “Llegan las fuerzas de tierra y al segundo o tercer día empiezan las violaciones”, afirma sobre el comportamiento de los tropas ocupantes rusas en los territorios a los que entran. 

Con información de EFE.