Augusto y Mateo Salvatto publicaron el libro; «País de mierda.» Desde chicos nos afirman que Argentina es un país sin futuro; que los políticos no pueden arreglarlo; que somos vivos, vagos y chantas. ¿Es posible mudar nuestro destino si esos son los moldes que fabricamos como sociedad?

Si bien no podemos mudar lo que somos, podemos trabajar con los nuevos mitos que contamos, repetimos y transmitimos. Un país se define por lo que se habla sobre él.

Los primeros en meditar la argentinidad pensaron que había que mudar nuestro carácter nacional, y plantearon como estrategias la educación y la inmigración: traer gente civilizada desde afuera y enseñar a los nativos.

Luego de un siglo y medio nuestro carácter nacional no cambió. Los gauchos injuriados por su carácter nómade, rebelde y zorrillo hoy son un símbolo orgulloso. Incluso por quienes los injuriaban, puesto que, la contradicción es una parte de la argentinidad. La viveza criolla y la discordia prosiguen existiendo. Porque no se puede mudar lo que uno es. Somos lo que somos. Como el escorpión que procuraba engañarse a sí mismo, cometiendo el último de sus pecados, que lo llevó a fallecer ahogado.

En mil novecientos cuarenta y cinco nos visitó el premio Nobel de economía Paul Samuelson quien pensó que Argentina sería la próxima potencia. Se sorprendió por nuestros recursos naturales, el tiempo, el capital humano.  Pero Samuelson no sabía que Perón aplicaría la receta: ¡a país rico gobierno populista!  Por eso Argentina no fue la Noruega sudamericana y ocupa hoy el puesto cincuenta y ocho entre sesenta y cinco países en educación. La solución es parar de creer en políticos y comenzar a pensar en la POLÍTICA que hizo grandes a países como Finlandia donde la estrella social es el profesor.

Hay que crear un proyecto país administrado por gente franca a la que absolutamente nadie conoce y que no se hace rica de un día para otro. Vargas Llosa dijo: “Un pueblo educado no puede ser engañado”.

Pero otros sacrificios, los introducidos por la generación que moldeó la otra Argentina produjeron  resultados envidiables en educación y movilidad social, que fueron veloces y efectivos.  

Pero estos cambios nutrieron la idea contraria: de que estábamos llamados a ser una enorme potencia, diferente a nuestro contexto real. Sería la síntesis entre la civilización europea y el futuro del nuevo planeta. Lo mejor de las dos tierras. En el propio mito fundacional se hallaba el germen de su destrucción. O de nuestra decadencia, para ser menos radicales.

Hay millones de interpretaciones sobre por qué no somos lo que habríamos de ser, y poquísimos que piensen en de qué manera ser lo que podemos ser. No podemos mudar lo que somos. Pero sí podemos mudar la manera en la que charlamos de eso. Las ficciones ordenan la realidad.
La ficción del sueño argentino ha hecho que muchos de nosotros estemos acá y no en otra parte, al tiempo que la ficción de la salida es Ezeiza ayuda a que muchos estén en otra parte.

La realidad es que solo un tres% de los argentinos viven en el exterior.

No son tiempos simples. La crisis, la tristeza y el desánimo se incrementan por una inflación que no da tregua, un estancamiento que pareciese estar consumiendo las últimas reservas. Una gran batalla precisa algo en qué pensar.

Si no hay elementos para la esperanza en que el futuro va a ser mejor que el presente, se cierra la ventana. Pero si un rayo de luz entra por alguna rehendija deberemos explorarlo.

La idea de edificar un nuevo relato que conforme el sueñoargentino es una parte esencial del camino. Uno que abarca muchas ideas.

La idea de que este país… este país, es una mierda.

Argentina, qué país de mierda. Se escucha una y otra vez. En el taxi, en la cola, en una asamblea de amigos, en casa. ‘Que no se puede progresar’; ‘Que este país no da para más’, ‘Que es un país de garcas’. ‘Que la salida está en Ezeiza”.

Sin embargo, la entrada también está y estuvo en Ezeiza’. Entraron premios nobeles, premios Oscars. Entraron miles que se fueron y no soportaron estar lejos. Entraron Copas del Mundo. “En este país de mierda los artistas se quieren quedar a vivir.

¿Será que le gusta la mierda a esta gente?”

“Este país de mierda tiene científicos, cineastas, y escritores reconocidos. Tiene unicornios y astronautas. Qué raro que valga la pena jugársela tanto por un país de mierda, ¿no?”. “Hay gente que se puso este país de mierda en la piel y en el corazón. Y otros que darían todo por haber nacido en este país de mierda”. “Un país tan de mierda que tenemos todos los climas y hasta generamos un clima irrepetible en cualquier lugar del mundo”. “Cantamos el himno y nos emocionamos hasta las lágrimas.

Es increíble lo que la mierda produce, “Si logramos esto diciendo que Argentina es un país de mierda, en una de esas nos puede ir todavía mejor si le damos más justicia y si le ponemos un poco más de amor”. Quizás haya que ajustar la oración. Que tal si pasamos de “Argentina, qué país de mierda” a “Mierda”. “Qué país”.

Toda medida que afecte a la economía tiene una trama humana que la procesa conforme su modelo cultural. Para Peter Drucker: «la cultura se come a la estrategia en el desayuno». Para mudar se precisa estimar de qué manera opera esa cultura o de qué manera marcha el cerebro. El modo de meditar «el ser nacional» fue forjado por la experiencia. El carácter argentino es el de un superviviente que antepone lo más básico y primitivo después de haber pasado por instancias límite.

No hay motivos que merezcan que uno se involucre por el hecho de que el inconveniente está en el resto. Por ende, de la solución deberá ocuparse alguien. Mientras tanto, se encarga de cuidar lo que tiene. La recurrencia de las levantas y bajas forjó una sociedad que vive con la guarda alta, que está siempre y en todo momento en modo defensivo y que frente a la primera señal de peligro corre a buscar refugio.

Un colectivo que tiende a una conducta individualista prácticamente instintiva. El «sálvese quien pueda» es un patrón arraigado, y va desde adquirir dólares estadounidenses hasta recalcar costes. Y no solo para cubrirse, sino más bien por el hecho de que saben que hay argentinos que adquirirán igual, antes que lleguen los nuevos valores.

Velocidad y capacidad de reacción son sus ordenes básicos. Para el argentino no hay cosa peor que llegar tarde. Es una cultura en lucha con el sistema. Si hay un cepo, eludirlo; si hay controles, sortearlos; si hay nuevas leyes, localizar zonas grises; si hay descuentos aprovecharlos; si se paga por una contraseña, compartirla para amortizar el costo; si hay una promoción para nuevos clientes del servicio, dar de baja del servicio y comenzar nuevamente.

«La viveza es la habilidad mental para manejar un inconveniente sin resolverlo». El cincuenta y dos% piensa que son tan altos los impuestos que si se pagan, no se puede tener una vida digna. Para progresar hay que comenzar por comprender el comportamiento humano. El ochenta y cuatro% de la transformación digital falla, es plata tirada. En el planeta no ganan los renovadores, sino más bien los que comprenden la cultura de la gente.

Combinando las certidumbres que tenemos hoy sobre la forma de ser y actuar del argentino promedio y las incógnitas sobre la economía, surgen 3 peculiaridades que podrían asistir a configurar la toma de decisiones: prudencia, plasticidad y paciencia.  

La prudencia fue agregada por Platón a la tríada original de bravura, sensatez y justicia. Se la definió como la virtud de actuar de forma justa, conveniente y con moderación. En la actualidad se comprende como «la cautela para eludir posibles daños». Ante la inseguridad, cabeza fría.

La plasticidad es una característica esencial. Terreno sinuoso, pozos, curvas y la necesidad de leer bien el mapa yendo a gran velocidad. Temple y capacidad de reacción. Y la paciencia, definida como la actitud que lleva al humano a poder aguantar incidentes y contrariedades para lograr algún bien. Se impone aliviar la ansiedad y moderar las esperanzas. Las tres P, prudencia, plasticidad y paciencia, son muy precisas. La Argentina no es sencillo para absolutamente nadie.

Hay quienes atienden solo a parte de la información que reciben o alteran un recuerdo a fin de que encaje con su opinión. Esto reduce la capacidad del cerebro. Si alguien se cree su patraña es más simple que pueda persuadir a el resto, sobre todo a los que comparten su creencia. El vivo es la versión tosca del inteligente.

Se amolda al medio con un truco, maneja los efectos mas no soluciona el inconveniente. La capacidad de engaño choca con las funciones superiores del cerebro para enfrentar situaciones nuevas.

Sabe que la mejor solución es gana-gana: los dos ganamos o no hay trato. Desde el punto de vista cognitivo, engañar es un proceso complejo y exigente. Ocultar o exagerar, inventar una disculpa o cometer un engaño no es bien simple, demanda esmero y falta de escrúpulos. En ocasiones se considera vivo al que no quiere trabajar en la solución real de su inconveniente y busca mil tretas para eso. Pero esa busca de disculpas le ocupa más energía que si cumpliese responsablemente su labor. Tan esencial como la patraña es el autoengaño. Las formas más frecuentes de engañarse a sí mismo deben ver con la racionalización de una situación para persuadirse de que una patraña es cierto. El colmo es persuadirse de que es el mejor de todos.  La viveza criolla es una inteligencia de patas cortas. El vivo no busca una solución durable y colectiva, sino más bien un hatajo para conseguir su solución ruin. Su receta es: “Yo gano y tú pierdes”.
En medio de un tránsito difícil por una avenida, una ambulancia se abre camino con su sirena. Los autos dan paso a fin de que la urgencia sea atendida. Pero el vivo se cuela tras la ambulancia y se aprovecha de la desgracia ajena.

La viveza puede entrar en pugna con otras capacidades humanas: la ética, la calidad de la interacción con el otro, el poder desarrollar una visión.

Este conjunto de habilidades cognitivas que dejan ver en un largo plazo son las funciones superiores de la psique que dejan hacer en frente de situaciones nuevas e implican habilidades como: la planificación del futuro, la resolución de inconvenientes, la realización de objetivos en un largo plazo y la inhibición de conductas prepotentes. La sociedad argentina está confundida y  considera una virtud del líder su viveza para trampear las reglas, el decir una cosa y hacer otra.

Tiende a imitar lo que ve, por medio de las neuronas espejo. Este mecanismo automático es esencial en todos y cada instancia de la vida. Ciertas neuronas se activan cuando algo nos cautiva o nos sorprende e imitan lo que ven. Laneurociencias resaltan su relevancia. Así es como se despliega la empatía (la capacidad de ponerse en el sitio de otro).

La cultura del ejemplo debe valer para imitar a los inteligentes y no a los vivos. Argentina es un país rico en recursos naturales mas falla en la administración y por eso el cuarenta y tres% de su gente es pobre. Dilapida recursos en temporadas de bonanza, prevalece la burocracia y la incapacidad.

as resoluciones no se fundamentan en el conocimiento y la memoria institucional es baja por el hecho de que los funcionarios cambian con los comicios, no son bien retribuidos, no se comprometen con el interés nacional y se escogen por amiguismo. Eso reduce la capacidad de ejecutar proyectos y de contestar frente a la crisis. 

Un equipo profesional brinda capacidad a la política. Los argentinos descreen del gobierno, evaden impuestos y esconden su dinero. La deuda externa es igual al dinero que tienen en el exterior.

El falseo de la información se introdujo con un sistema de enseñanza. De esa temporada proceden axiomas que la mentalidad acrítica instalada repite dogmáticamente, sumisa a una autoridad intocable. Descubrirlas es un acto de liberación que cura la indigestión intelectual. Para hacerlo se requiere no ser zonzo por naturaleza; sino más bien estar atontado. La fuerza de la zoncera  no es su argumentación.

Su eficiencia depende de que no haya discusión. Porque cuando el zonzo la examina deja de ser zonzo. Muestra de qué manera fueron metidas en nuestra cabeza por medio de la educación y que nos dañan e impiden nuestro desarrollo. Las zonceras se introducen en las materias y se apoyan y se asisten unas con otras con elementos de una pedagogía, que impide que el pensamiento se elabore desde los hechos comprobados.

Obnubila la forma de meditar. Nos inculcan “verdades” en forma de axiomas, que nos impiden meditar la realidad. Al advertir como las zonceras operaban sobre su conciencia, Jauretche se sorprendía pensando alguna zoncera, y bastaba examinarla para darse cuenta de su cosa obvia. El estudio de cada zoncera, nos conduce a la historia, por el hecho de que muchas nacieron con un fin pragmático. Pero su siguiente deformación, responde a una especie de pedagogía colonialista, que consigue que frente a los hechos específicos, actuemos en función de una zoncera abstracta hecha principio. La falsificación de la historia tiene la meta de presentar el pasado como una lucha maniquea entre santurrones y demonios, una historia creada para la conveniencia de su falsificador.

Noruega, el país más desarrollado. La sanidad pública incluye la ortodoncia gratis hasta los dieciocho años. Cuando la mujer da a luz, cobra el ochenta% de su sueldo. El padre debe tomar seis semanas libres. Solo el tres% no tiene trabajo, mas cobra el seguro. Si una familia acoge a un pequeño en adopción, la madre cobra su salario  si bien no asista al trabajo. El fondo soberano de Noruega invierte con inteligencia ética: prohíbe inversiones en fabricantes de armas, en los que violen derechos humanos, estén implicados en hechos de corrupción o hayan producido graves deterioros al medioambiente. Las zonceras argentinas han hace que siendo uno de los países con más riquezas naturales y un tiempo conveniente, sea uno de los países más pobres del planeta.

Existen métodos para progresar la cultura, como la práctica por medio de viajes o contactos afables con personas diferentes. Ilvem se dedica a la educación del cerebro con métodos que se alimentan de las neurociencias. Un humano desarrolla un diez% de su capacidad potencial. Capacitar al capital humano de una compañía y a los ciudadanos del país implica acrecentar la productividad y la capacidad competitiva de las organizaciones.

La educación es la industria pesada de cualquier país, ya que fabrica los ciudadanos del futuro.