No hace bastante tiempo. Tenía veintiseis años y me sentía miserable. Por aquel entonces, ya tenía dos cuentas de trabajo sin éxito y dos descalabros empresariales asoladores.
¿Qué perdí? Unos cuatro mil dólares americanos, amigos, seres queridos y 4 años de mi vida. Podría ser diferente. Podría haber eludido todo eso, solo si supiese ciertas cosas.
Viniendo de una familia india de clase media baja, mi relación con el dinero siempre y en toda circunstancia había sido difícil. Aunque mi padre es dueño de un pequeño negocio, su concepción del dinero y del espíritu emprendedor jamás ha sido tan rica. Por eso, pese a haber prosperado a inicios de los años dos mil, no teníamos ninguna sensación de seguridad.
La manzana tampoco cayó lejos del árbol. Siempre deseé emprender. No por el hecho de que me gustara o supiese algo de ello. No. Estaba muy desconectado de los negocios de mi padre. En cambio, era por el hecho de que desdeñaba la vida de un empleado. ¿Trabajando de nueve a cinco, 6 días por semana? No, me merecía algo mejor que eso. Yo era mejor que eso.
No tiene ningún sentido. ¿Lo tiene? Créeme; en aquel instante, a mi «aguda» psique le parecía muy prudente.
Sin embargo, para comenzar un negocio, precisaba fondos. Así que debí obligarme a pasar por lo que más rehuía de los trabajos. Y cuando sentí que tenía ‘suficiente crédito’ para lanzar una startup: Renuncié.
Todos sabemos de qué manera acabó para mí. ¿No es así? Lo más probable es que no seas tan descuidado como . Tal vez te vaya bien, por el momento. Pero jamás sabes si estás cometiendo exactamente los mismos fallos que .
Cuando te das cuenta, puede ser demasiado tarde.
Esto es lo que debería haber sabido entonces.
Autor: M. J. DeMarco
Puntuación en Goodreads: 4,5/5
«El inconveniente es que has tolerado que el pensamiento ordinario predicado por gente ordinaria genere precisamente eso: una vida ordinaria»
M.J. DeMarco, UNSCRIPTED: La vida, la libertad y la busca del espíritu emprendedor
La razón por la que todo cuanto tocaba se transformaba en un basurero era mi mentalidad de escasez. Estaba agobiado por hacer dinero. Así que lo perseguí con esmero.
Ya sea que estuviese haciendo un trabajo, persiguiendo mi pasión, o empezando un negocio, todo venía del mismo sitio.
Siempre estaba latente el deseo de hacerme rico velozmente.
Gracias a este impulso ciego cara el dinero, aun fui presa de una estafa de MLM a lo largo de mi primer año. Como resultado, suspendí la materia y preocupé a mis amigos más próximos.
¿De qué forma puedo hacer dinero? ¿Cuánto puedo ganar con esto? – Eso es todo cuanto tenía representando a los principios empresariales. Sin embargo, no pude poner mi dedo en la llaga a lo largo de años. Eso es; hasta el momento en que me hallé con este libro.
La gran lección: no se trata de lo que deseo. Se trata de lo que el mercado desea.
De nuevo, al medrar, fui sometido a una ecuación monetaria imperfecta. Se veía aproximadamente así.
Dinero = Salario = Empleo = (Estudio + Trabajo duro) × Varios años
Sí, pese a que mi padre era dueño, ese era mi condicionamiento del dinero. Cabe decir que el hecho de que no estuviesen a la altura de lo que predicaban (un tradicional de la paternidad india) me confundió de raíz. De forma rápida aprendí que esa no era la manera más eficaz de amontonar riqueza. De nuevo, tampoco deseaba trabajar de nueve a cinco a lo largo de cuarenta años.
Así que supe que dicha ecuación estaba mal.
Sin embargo, no tenía ni la más mínima idea de cuál era la ecuación adecuada. Además, al perseguir agitadamente el dinero, no ayudaba a mi causa. Como en su precedente libro The Millionaire Fastlane, M.J. DeMarco cita:
«El dinero es como un gato travieso; si lo persigues por el distrito, te elude. Se oculta en un árbol, tras el rosal o en el jardín.
Sin embargo, si lo ignoras y te centras en lo que atrae al gato, viene cara ti y se sienta en tu regazo».
Y en este libro, lanza nueva luz sobre el tema.
«La mayoría de la gente está arruinada y prosigue estándolo por el hecho de que la estafa del dinero les ha transformado en perpetuos perseguidores de algo que no se puede perseguir: solo se puede atraer ofertando un valor percibido.»
M.J. DeMarco, UNSCRIPTED: Life, Liberty, and the Pursuit of Entrepreneurship
No te confundas. Tu valor percibido no es tu valor real. No, no eres quien decide tu valor percibido. Lo hace el mercado. ¿De qué forma lo hace? Lo hace valorando tu impacto en él. Así que en vez de obsesionarme con mis necesidades, debería haberme centrado en lo que precisa el mercado.
Autor: Ryan Holiday
Puntuación en Goodreads: 4.1/5
«La mayoría de la gente de éxito es gente de la que jamás has oído charlar. Lo desean así. Les sostiene sobrios. Les ayuda a hacer su trabajo»
Ryan Holiday, El ego es el contrincante
Para ser un aspirante a emprendedor, era irremisiblemente ingenuo. Eso no era lo más triste.
Lo peor era que acostumbraba a considerarme, bueno, sagaz.
Por ejemplo, hace un par de años, buscaba unos cursos de comercio. Después de visitar ciertos institutos de primera categoría, llegué a este humilde establecimiento. Y no me agradó el instructor. En contraste a los que conocí ya antes, no parecía costoso. Ni turismo, ni iPhone, ni ropa de marca. Llevaba una simple camisa abrochada que se podía adquirir por diez dólares americanos. Si le das diez dólares americanos, puedes tener su reloj. No charlemos de sus zapatos. Así que, no, no pensaba que estuviese ganando dinero.
Luego, mientras que charlaba, me quedé desvariado. Explicó los detalles del comercio tan bien que todo quedó grabado en mi psique. Ni una sola vez, sentí que trataba de vender el curso. Habló verdaderamente desde su experiencia y respondió a mis preguntas. No pasó por alto los peligros, sino descubrió de qué manera los minimizaba con los stop-loss.
Así que me anoté allá, sin saber que estaba a puntito de ser sorprendido una vez más en unas poquitas semanas. Cuando me mostró su cuenta Demat para explicarme de qué manera calcular las cosas, lo vi. Había ganado unos quinientos dólares americanos el año precedente.
No solo me sorprendió ver lo bien que ganaba, sino asimismo me sorprendió descubrir lo equivocado que estaba.
No tenía sentido. Para alguien a quien le va tan bien, ¿cómo no gasta más en sí? No vivía comedidamente. Yo sabía que no lo hacía. Vi al hombre comprando acciones de mil dólares americanos tal y como si no fuese nada. No tenía temor de gastar dinero. Entonces, ¿por qué no estaba alardeando? ¿No es ese la meta de ganar dinero: vivir en grande?
Ahí es donde me confundí.
Ryan Holiday, estratega de relaciones públicas y viejo directivo de marketing de American Apparel, lo confirma en su libro El ego es el contrincante. A la edad de veintiuno años, Ryan se aseguró su puesto en American Apparel. A los veintinueve, ya tenía 3 libros superventas a su nombre. Al lograr el éxito desde el comienzo de su vida, Ryan fue testigo de la fuerza destructora del ego de primera mano. En este libro, prueba de qué manera el ego desmandado puede paralizarnos en múltiples etapas de la vida.
La gran lección: dejarse llevar es el camino seguro al averno.
- ¿Quieres ser rico? ¡Compra mis cosas por mil cuatrocientos noventa y nueve dólares americanos! Alcanzarás sueños alén de tu imaginación.
- Sí, eres singular. Solo que no tienes las herramientas convenientes. Aquí, toma lo que es legítimamente tuyo a cambio de dos mil ciento cuarenta y nueve dólares americanos.
- Pídelos ahora. O te lo vas a perder.
Hay mucho estruendos en torno a los negocios y el emprendimiento. Coaching, intercambio de secretos, clases magistrales y demás, se ha transformado en una industria en sí. Por supuesto, para vender sus productos, esta industria fabrica una excitación, una insensatez a su alrededor.
Golpea nuestro ego, nuestras inseguridades, nuestras aspiraciones y se aprovecha de nuestras emociones.
En realidad, esa insensatez solo te sostendrá persiguiendo una ilusión. Porque siempre y en toda circunstancia te sostendrá distraído de lo que más importa.
«Es una tentación que existe para todos: que la palabrería y la exageración reemplacen a la acción».
Ryan Holiday, El ego es el enemigo: La lucha por dominar a nuestro mayor oponente
Eso es precisamente lo que hacía. Me esmeré tanto en vender los servicios que me olvidé de trabajar en lo que vendías. En cambio, procuraba parecer esencial y auténtico cuando no estaba aportando nada a mis clientes del servicio. No era bueno en lo que hacía, y mi ego jamás me dejó verlo.
Esto es lo que apunta Holiday al respecto
«Se podría decir que la capacidad de valorar la propia capacidad es la habilidad más esencial de todas y cada una. Sin , es imposible progresar. Y efectivamente el ego lo complica a cada paso».
Mi instructor de comercio, en cambio, tomó el camino adecuado. Persiguió una profesión a nivel económico ventajosa y prosiguió mejorando en ella. Y lo que es más esencial, mientras que lo hacía, fue suficientemente sabio para sostenerse distanciado de su magnificencia. Eso le dotó de la calma y la claridad que tanto precisaba, contribuyendo así a su éxito.
Autor: Darren Hardy
Puntuación en Goodreads: 4,4/5
«El trabajo va a heder el noventa y cinco% del tiempo. Pero ese otro cinco% es jodidamente increíble».
Darren Hardy, La montaña rusa de los emprendedores: Por qué ahora es el instante de #sumarse al viaje
En mis emprendimientos, siempre y en toda circunstancia había sido una persona que renunciaba. No es que abandonar en sí sea intrínsecamente malo. De hecho, saber por qué, qué y en qué momento desamparar puede asistirte a eludir pérdidas y a centrarte en empresas más ventajosas. Pero cuando abandonas a la primera señal de un obstáculo para procurar algo nuevo cada un par de años, hay algo que no marcha.
En mi caso, fue el temor al descalabro. Quería ser empresario, mas no deseaba correr peligros. Era como estimar ganar el torneo del planeta de boxeo y, al tiempo, ser demasiado sentimental por percibir un puñetazo en la cara.
El tema es el próximo. Recibir un puñetazo en la cara es más bastante difícil de lo que semeja. No solo te duele la cara, sino te sacude todos y cada uno de los sentidos. Nosotros, el público, no lo sabemos. Los pugilistas profesionales lo hacen parecer tan simple que pensamos que asimismo podemos hacerlo. Lo mismo ocurre con los emprendedores.
Los que llegaron a la cima, no comprendemos la gravedad de sus luchas. Solo vemos el resultado, la riqueza, los brillos. Incluso la historia que hay detrás, los sacrificios que debieron hacer, los peligros que debieron aceptar, se transforman en elementos de unas memorias bien embaladas para compartir citas motivadoras. Consumimos estas historias sin digerirlas.
Ahora bien, Darren Hardy, en su The Entrepreneur Roller Coaster, no se priva de enseñar la verdad.
Ahora bien, te advierto que si deseas una charla de motivación de «puedes hacerlo», no te invito a este libro. Porque hacer que te sientas bien contigo es la menor de sus preocupaciones. Hardy apunta claramente las razones por las cuales la mayor parte de la gente no consigue salir al mercado. Tal y como sugiere, el camino está repleto de contrariedades, descalabros y roces con la gente.
La gran lección: emprender no es una estafa para volverse rico velozmente. Es un juego largo, y hay que tener resistencia sensible.
«»Solía ser considerablemente más sensible al descalabro, mas trabajé duro para reducir mi tiempo de recuperación: para levantarme más alto, antes… Lo que acostumbraba a deprimirme a lo largo de un par de semanas, terminé reduciéndolo a un par de días al centrar mi atención no en el descalabro, sino más bien en las lecciones aprendidas y las ocasiones creadas.»».
Darren Hardy, La montaña rusa del emprendedor: Por qué ahora es el instante de #sumarse al viaje
Los descalabros son tan ineludibles para un emprendedor como los puños para un pugilista. Hay veces que los esquivas. Hay veces que los recibes. Tomarás malas resoluciones, vas a ser rechazado, vas a perder dinero y vas a tener ganas de rendirte. Si no puedes aguantarlo, no pasa nada. No es para todo el planeta.
Pero si te empeñas en ser un emprendedor de éxito, debes tener paciencia, soportar algún castigo y proseguir aportando el valor conveniente al mercado conveniente.
¿Pero de qué manera? Una cosa es soportar, mas asimismo hay que avanzar. Ahí es donde debemos tener clarísimo cara dónde nos dirigimos. ¿Qué significa el éxito para nosotros? Esto es lo que cita Hardy al respecto:
«Pregúntate a ti. ¿Qué es el éxito para mí? ¿Qué me hace realmente feliz? ¿Qué me da alegría? ¿Cuándo estoy más satisfecho? ¿De qué forma voy a saber en qué momento he alcanzado el éxito? ¿Qué aspecto tiene?».
Por ejemplo, puedes anotar las 3 mejores cosas que pueden acontecer en un año. Asegúrate de que están alineadas entre sí. Una vez que lo hayas descubierto, considera ahora el camino a proseguir.
¿A qué mercados dirigirte, qué valores aportar para hacer realidad esos sueños?
¿Cuáles son las cosas en las que debes progresar?
Y lo más esencial, cuáles son los obstáculos que más temes.
De nuevo, de la misma manera que los descalabros, el temor es una eventualidad arraigada en nuestra mente. Por eso Hardy ha dedicado una sección completa a de qué manera eludir que tus temores obstruyan tu éxito. Como señala:
«Las señales de contestación de temor y escapada que el cerebro daba a nuestros ancestros cuando se hallaban frente a frente con un león rugiente son exactamente las mismas que sentimos ahora cuando miramos un teléfono ya antes de llamar de prospección.»
Aclaremos las cosas. No somos damas en apuros, y el dinero no es el caballero de refulgente armadura. Si no nos ponemos las pilas, nada va a poder solucionar nuestros inconvenientes vitales.
Todo debe ver con nuestros valores percibidos: lo que el mercado piensa que son nuestros valores. Cuanto más y mejor valor demos, más alto va a ser nuestro valor percibido. Para ello, debemos proseguir mejorando a lo largo de un largo periodo. Solo entonces nos favorecemos del efecto compuesto de nuestros sacrificios.
Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.