“Soy un emprendedor que está en su tercera experiencia empresarial. Desde siempre quise emprender y, en mi familia, he crecido entre hosteleros. Nunca me recomendaron emprender en hostelería por lo sacrificada que es esta profesión, pero algo me llamaba en comenzar este camino. Mi abuela me terminó de empujar hacia el negocio hostelero porque principalmente, ella no entendía eso de tener una empresa online”, explica Cristian Gómez Villarpriego.
Este pucelano de solo treinta y cinco primaveras de edad decidió abrir hace 4 años y medio la Cafetería Piraña que se sitúa en la Calle Real de Burgos número ocho de la urbe del Pisuerga. Fue en el mes de enero del dos mil diecinueve. Un local pequeño mas agradable, con terraza, que está experto en ofrecer las mejores tortillas. La hay normal, mas las rellenas están para chuparse los dedos. Mil quesos, barbacoa, de cangrejo… la pluralidad es extensa, mas todas y cada una tienen un sabor singular.
Cristian ha empezado, este lunes tres de julio, con las obras del que va a ser el segundo Piraña de la urbe. Estará ubicado en la Plaza de San Miguel número dos, va a crear, más o menos diez puestos y va a estar listo, como cuenta el protagonista de la historia en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, a fines de septiembre.
De una web a las morcillas para terminar creando Piraña
“Empresarialmente, empecé como becario y acabé comprando una web de eventos deportivos que se llama Solohayfutbol. Tras un paso fugaz por Londres, aposté por la idea de crear productos españoles y exportarlos. Así puse en marcha una fábrica de un producto muy típico que me enseñó mi abuela paterna como es la morcilla”, asevera Cristian.
Nuestro entrevistado agrega que “tras pelear con la burocracia y aprender de mil errores” perdiendo todo lo invertido, decidió probar en la hostelería. Conocía la zona de la universidad de cuando estudié en ella y pensaba que “un producto que se sirva rápido y fuera diferente podría funcionar”. Una preparación que había tenido desde siempre y en todo momento cerca.
“En mi casa siempre ha habido tortillas rellenas. La primera, con la que crecí, era la que hacía mi madre en Café Central, en la calle San Lorenzo. Después, en Churrería Bruselas, he conocido otras cinco variedades que creó mi tía. Mi madre me pegó ese gusanillo de la innovación”, agrega.
Así que Piraña “reúne todas las experiencias pasadas”. Que van desde los conocimientos de marketing de su empresa on-line, pasando por la experiencia de fabricación en la industria alimenticia, hasta el savoir faire que tenía en casa con las tortillas y una comunicación muy familiar y próxima. “Es, como si te hablara tu abuela. Eso ha servido para conectar con un público muy variado”, agrega nuestro entrevistado.
El nuevo proyecto
“Piraña es un proyecto que va mucho más allá de un bar de tortillas. Para mí el límite lo van a poner los clientes cuando deje de comprarnos. Todos los años hacemos acciones solidarias. Quiero destacar el trabajo de mis empleados. En Piraña creemos que estamos preparados para dar un salto y en septiembre abriremos nuestro nuevo local en Plaza de San Miguel”, agrega Cristian.
Charlamos con él a la primera hora de la mañana. Este lunes, tres de julio, empezó con las obras. En un local que se sitúa en el número dos de esta famosa plaza valisoletana en un sitio en el que su padre, que se jubiló hace un par de años, tenía su negocio. “No hemos encontrado ningún inquilino con un proyecto serio y hemos apostado por una zona céntrica, que tenemos cerca y ayudamos a mi padre a tener el local ocupado”, explica.
Un local pequeño, mas con una terraza grande que espera que esté preparado a fines de septiembre para hacer las exquisiteces de sus comensales. “Empezaremos contratando a cinco o seis personas, pero creo que acabaremos creando 10 puestos de trabajo”, amplía.
Precursor de la cultura de la tortilla
“El nuevo local va a tener una nueva imagen, más atrevida. También una carta nueva y varias propuestas innovadoras que tenemos ganas de ver como se adapta. En Piraña no tenemos un patrón y nos encanta ser disruptivos y cuestionarnos todo”, agrega orgulloso e ilusionado el dueño del negocio.
También van a ofrecer lo que tienen en el local de siempre y cuando triunfa desde hace más de 4 años. Potenciarán el servicio delivery para estar presentes en toda la urbe y en el alfoz. Todo en una Valladolid que cada vez potencia más su cultura de la tortilla.
“El objetivo es disfrutar el camino, aprender y seguir apostando por una idea. Nuestro público nos llevará al éxito si sabemos escuchar y podemos ofrecérselo. Para mí no hay más secreto”, concluye nuestro entrevistado.
Un nuevo Piraña en el centro de Valladolid calienta motores.
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