Los emprendedores tenemos un contrincante fanático llamado zona de confort, un oponente muy inteligente y sutil que acostumbra a apresarnos sin que nos demos cuenta.

Aparece como oasis en el desierto, nos cautiva, nos mima y nos hace sentir muy cómodos. Su presencia es tentadora por el hecho de que toma la manera de aquello que nos agrada, es realmente difícil resistirse si no estamos atentos. Es como estar  sentado en un sillón comodísimo, con nuestro trago preferido en la mano, escuchando la música que más nos agrada y sentir que ese estado de placidez dura para siempre.

La zona de confort es, realmente, una fracción de tiempo que se  acaba para dar paso a otro momento que requiere de nosotros otro género de acción.

No se trata de un sitio fantástico sino más bien todo lo opuesto. Es el sitio donde la comodidad y la seguridad aparentes sostienen cautivo a nuestro espíritu emprendedor. No es un espacio extenso sino más bien un hueco pequeño donde nuestros sueños y capacidades se acorrucan, resguardándose de la nada y dejando escapar múltiples ocasiones de emprender, medrar y mejorar.

Emprender es crear desde cero, algo donde no había nada; implica salir cara lo ignoto y enfrentar nuevos retos nuevos. Precisamente por eso, la zona  marcha como un ancla que tira nuestros sueños cara abajo.

Le agrada hacerte sentir que el estatismo es seguridad, que la ausencia de transformación es seguridad; que el sueldo es seguridad. Es como una grabación que de forma automática se enciende en la cabeza cuando el corazón decide lanzarse. Te tienta, te cautiva y busca apresarte.

Vivir en la zona de confort es muy caro puesto que nos cuesta los sueños, ilusiones y abandonar a la vida que deseamos vivir.

Por eso, probablemente este cuento, nos venga de maravillas para poder ver lo que puede pasar cuando salimos de la zona:

“Un maestro y su asistente llegaron a la pequeña choza perdida en el medio de una campiña en busca de ayuda. En el frente de la casa sólo había una vaca. Al golpear el Maestro la puerta, un hombre se le apareció:

-“¿Qué puedo hacer por usted?”, preguntó sonriendo.

-“Hemos tenido problemas con nuestro transporte: ¿podrías darnos cobijo por la noche?”.

-“Por supuesto. Pasen y siéntanse como en casa”.

Su mujer invitó a los visitantes a sentarse a cenar. Los 4 compartieron leche, queso y carne asada. El asistente, sorprendido por la simpleza que lo rodeaba, preguntó:

-“Sólo he visto una vaca en el frente de su casa… ¿Cómo hacen para vivir así?

-“Mire”, respondió el hombre. “Es vaca nos da la leche que tomamos, sus terneros son nuestro alimento, sus cueros nuestros abrigos… No necesitamos nada más”.

Tras la cena, todos partieron a sus cuartos. Por la mañana siguiente, los huéspedes dieron las gracias y emprendieron su camino. En ese instante, el asistente quedó atónito frente al pedido de Maestro: “Mátales la vaca”.

El asistente, aunque estupefacto, cumplió la orden.

El cargo de consciencia lo persiguió por años, al punto de volver a aquella casa para saber qué había sido de esa familia. Su sorpresa fue mayúscula al encontrarse con una enorme hacienda, llena de animales, un molino y múltiples comodidades más. Sorprendido, golpeó la puerta. Ante , apareció un hombre a quien no reconoció.

-“¿Qué puedo hacer por usted?”, preguntó.

-“Hace años estuve en esta casa pero todo era muy distinto. Quería saber qué fue de la familia que aquí vivía”.

-“Debemos ser nosotros, jamás nos hemos mudado”.

-“Pero… ¿Cómo es que llegaron a tener todo esto”.

-“Mire, sucedió algo muy extraño. Una mañana, nos despertamos y nuestra vaca estaba muerta. Por lo tanto, debimos comenzar una nueva vida, llena de esfuerzos y nuevos desafíos, que hoy nos permite tener todo lo que ve”

Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.

Juan Pablo Cortez

Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.