Este rasgo cultural que obedece a opiniones arraigadas que se han transformado en paradigmas limitantes de las personas. En la cultura de Norteamérica, por servirnos de un ejemplo, el bulto de salario y beneficios es algo público, se habla, todo el planeta sabe a qué adherirse, del mismo modo que los costes de los productos y los honorarios por servicios intangibles que son fijados meridianamente desde el principio.
Todo se debe a la carencia de educación financiera desde la niñez.
De hecho, el temor al dinero tiene un nombre: crometofobia, la fobia irracional a relacionarse con la plata. En este caso es precisa la intervención de un profesional de salud mental.
- Abundancia y riqueza no son lo mismo
Si bien normalmente se complementan, hay una distinción entre ser autores de exuberancia contra de riqueza. La riqueza es más amplia: es generativa, al paso que la exuberancia es bastante general, poco concreta, por servirnos de un ejemplo, cuando alguien afirma «deseo exuberancia para mí y para los demás»: desde cierto punto de vista del «deseo» esto está excelente; no obstante, es poco precisa cuando qué es lo que significa exuberancia (tener mucho de algo). En cambio, la riqueza es contributiva; se la comprende como «tener mucho de aquello que puede mudar tu vida sustancialmente».
La inhabilidad cultural que nos inculcan en la familia y en la escuela para manejar las finanzas personales, no incita una cultura donde charlar de dinero sea natural. Es un tema tabú, y, hoy, es más tabú que charlar de sexo.
Por ejemplo, en la Ley de Educación Emocional (que estamos fomentando en Argentina; es un proyecto creado por el educador Lucas Malaisi), se incluye la enseñanza de finanzas personales desde el jardín de infantes de ahora en adelante, como una de las dimensiones a abordar para tener inteligencia para decidir y producir asimismo en este campo.
- Frases que desgastan la relación con el dinero
La conocida oración familiar «¡De dinero acá no se habla!» o “Es de mal gusto hablar de dinero en la mesa” se traslada entonces al planeta laboral, donde las compañías esconden los sueldos previstos a abonar a los aspirantes a un puesto, y las personas, a su vez, no se animan a consultar cuál es el sueldo que van a percibir. Mucho menos se habla de los incrementos proyectados, ni se trasparentan los números en la enorme mayoría de las organizaciones.
Con referencia al salario, particularmente, es una cosa que genera temor. El temor es una emoción que se manifiesta de diferentes maneras: minimizando («No trabajo por dinero», «es mi pasión»); exagerando («aunque no me pagasen nada igual trabajaría aquí»); sintiendo resquemor («yo merezco más que tal otra persona»); culpa («no estoy listo para merecer un salario así), y tantas más.
- 10 opiniones limitantes sobre el dinero
Si bien la lista es más extensa que las acá incluidas -en ocasiones reforzadas «inocentemente» por los dichos populares, por servirnos de un ejemplo-, estas son diez de las opiniones extendidas que limitan la posibilidad de llegada de dinero a tu vida.
Es preciso tener en consideración que puede haber considerablemente más opiniones que imposibiliten tu acceso a esta fuente intercambio de energía que se emplea en el planeta.
La buena nueva es que, como hay personas que se hicieron desde la miseria y hoy tienen grandes imperios, negocios y proyectos muy prósperos, es posible mudar de raíz estas opiniones, si te comprometes a consciencia. Puede ser un proceso lento y gradual, donde vas a ir trabajando una por una, ya antes de pasar a la siguiente: no es posible desactivar una cadena de opiniones de cuajo, de la noche a la mañana. Quizás desees buscar ayuda en un adiestrador o un sicólogo para superar este tema que, habitualmente, se convierte en nosología.
¿De qué manera mudar? Una creencia se cambia por otra creencia de signo opuesto y positiva. Como siempre y en todo momento, el éxito depende solamente de ti (no de lo externo) y de tu compromiso y convicción por apreciar mudar. El proceso es lento y paulatino.
Estas son diez de las más populares opiniones limitantes sobre el dinero:
1) El dinero es malo/sucio. Esta oración se escucha hasta el hartazgo desde pequeños, especialmente cuando el dinero es escaso o procedes de familias pobres o frágiles. Funciona sobre una lógica equivocada, ya que el dinero, en sí, no es ni malo ni sucio; lo que puede distorsionar su uso, es lo que hacen las personas en sí.
2) Si tienes dinero, algo malo debes haber hecho. Se asocia con la deshonestidad y la poca honra; y se ha reforzado de manera inconsciente con aquella oración mortal de “pobre, pero honrado”.
3) El dinero es solo para gente rica. Si bien es verdad que el dinero es un imán, pues cuanto más tienes, más te llega, hay millones y millones de ejemplos en el planeta de personas que partieron de la más absoluta pobreza y se encuentran entre los más ricos del planeta. Incluso personas sin ningún género de instrucción o conocimientos han creado imperios. Busca sus biografías, estúdialas, aprende sobre de qué forma lo consiguieron, y vas a ver que no fue de un día para otro.
4) El dinero solo trae inconvenientes. Otra creencia muy reiterada, ya que supone que cuanto más tienes, más inconvenientes atraerás a tu vida. Es una victimización de quienes escogen no exponerse ni tomar la exuberancia que siempre y en todo momento está presente, si bien tus opiniones limitantes no dejan que la veas ni goces.
5) No mereces tanto dinero. Aquí entra en juego un componente sensible realmente fuerte, que es el sentido de merecimiento. Si has vivido muchas privaciones económicas en la vida, y tus progenitores han sido pobres, posiblemente debas estimar que ya eres adulto y tienes la responsabilidad de tu vida. ¿O vas a proseguir viviendo -asimismo en este aspecto- una vida de restricciones contestando lo que hicieron? Si lo has sufrido, desea decir que no te gustaba; puede que te hayas habituado. El cambio es interno y comienza por ti, no por lo externo.
6) A mis progenitores les costaba ganar dinero; por eso, a mí asimismo. Otra de víctima, que solamente desean es poner afuera lo que ha de estar dentro: tu responsabilidad personal.
7) No hay suficiente para todos. Uno de los grandes inconvenientes del planeta (y te incluye) es que el planeta es muy abundante: lo que falla es la distribución de riqueza. Si te quedas aguardando que venga alguien a darte tu porción, proseguirás pobre tu vida. Es preferible que la produzcas por ti, con tu esmero, y que la conquistes punto por punto.
Un ejemplo concreto: alguien en extrema pobreza siente que está agotado de esa situación, decide meditar y crea algo excelente. Empieza a ponerlo en marcha y consigue un pequeño ingreso; y lo va multiplicando hasta hacer grande su proyecto. Como vas a ver, “abre” y “toma” la ocasión con su fuerza de voluntad y persistencia desde una situación individual que escogió mudar por siempre.
8) Soy pobre, y así voy a morir. En términos de transformación personal, esto tiene por nombre “decretar”. Es tal y como si alguien superior, que realmente eres tu mismo, emite un dictamen de que tu vida va a ser siempre y en todo momento así. ¿Adivina qué es lo que conseguirás a cambio?
9) Si tengo dinero, soy mala persona. Así como hay personas ricas sumamente corruptas, y personas pobres del mismo modo indeseables; lo mismo sucede al contrario. En todos los modelos de personas del planeta hay actitudes buenas y de las otras. Entonces, debes escoger de qué lado estar y de qué forma deseas dejar que la exuberancia entre a tu vida. La riqueza es una cosa que mismo puedes generar; es infinita, como, por servirnos de un ejemplo, el amor. Cuantas más entregas, más sientes, más recibes.
10) El dinero no hace la dicha. Esta es otra de las grandes disculpas que las personas pobres escogen para victimizarse, y echarle la culpa al gobierno, al sistema, a su familia, a sus ancestros ricos que no lo heredaron, etc.. La dicha es una conquista interna que nada debe ver con el dinero: es un proceso individual; por eso hay personas ricas sumamente felices y plenas; y pobres sumamente infelices. Y todo lo opuesto. No te creas estos paradigmas: anímate a retarlos y mudarlos, si es lo que deseas.
Técnica 1: Acostumbrarse a tener conversaciones sobre el dinero.
Hablar en el campo del trabajo del salario, de beneficios, de bonos por desempeño, y solicitar las ofertas por escrito, e inclusive sugerir mejoras basándonos en la productividad, son prácticas de muchas empresas que evolucionan cara nuevos modelos de negocios. Lo mismo con los clientes del servicio cuando ofreces tus productos y servicios, precisas que esta charla sea natural y no forzada, y que tenga determinados plazos de revisión a fin de que las dos partes estén lo más satisfechas posible.
Técnica 2: Introducir el dinero y la riqueza en las conversaciones con amigos.
Así como se charlan temas íntimos, bastantes personas postergan la conversación sobre lo que ganan o sus inversiones o el manejo del dinero a muy contadas personas. El comenzar a hablarlo más claramente va a hacer, aun, que puedas conocer otras perspectivas diferentes a tu modelo mental, lo que te dejará contrastar situaciones salariales. La sugerencia es hacerlo con un conjunto escogidos para sostenerlo en un círculo íntimo, e pesquisar interiormente de qué forma te sientes desde las emociones mientras que lo haces.
Técnica 3: En el trabajo, eludir ligar el aumento salarial a la necesidad.
Se trata de un fallo muy usual. Muchas personas creen que el salario debe cubrir la necesidad de una persona, y no es así. Por ejemplo, expresar “Necesito un aumento porque no me alcanza” señala que estás reafirmando o declarando tu patrón de falta, en vez de producir riqueza.
El salario es el que ha preparado la compañía y el empleado admitido. Forma una parte del contrato entre las dos partes. Cuando alguien pedirá un aumento salarial diciendo “no me alcanza para pagar la renta de mi vivienda”, verdaderamente no es un motivo válido para cualquier clase de organización, pues se rige por otro género de factores.
La herramienta que puede asistir, si sientes que estás retrasado en el sueldo, es expresarlo con algo de este estilo: “Quiero tener una conversación contigo acerca de mi sueldo. Quisiera saber qué puedo mejorar aún más en mi desempeño, productividad y rendimiento para la empresa, para acceder a un aumento de salario. ¿Podríamos conversar sobre esto?”. Es totalmente diferente.
Técnica 4: Establecer al comienzo del trabajo cada cuánto se charlará del salario, y agendarlo.
Como es una charla de las que llamamos “difíciles”, es esencial pre-acordarlo para ir preparando el terreno.
Técnica 5: Buscar el instante apropiado y crear el ambiente.
Por ejemplo, en plena pandemia del coronavirus conozco casos de empleados que fueron a lamentarse por su salario -sin ser profesiones esenciales ni demandados, es más, estaban con actividades provisionalmente anuladas-. Algo absolutamente fuera del contexto que se vivía en ese instante.
Para charlar del salario con tus superiores o el área de recursos humanos es esencial adelantarse, preparar interiormente la charla, saber qué se tiene para ofrecer (o se viene consiguiendo específicamente, no en abstracto, con respecto a logros laborales superadores, cifras medibles, aportes específicos al equipo de trabajo), para, entonces, charlar del tema salarial.
Técnica 6: Para las empresas: políticas salariales transparentes
En empresas aconsejo que la política salarial sea transparente, se publique, y que todos y cada uno de los empleados conozcan la activa de incrementos, negociaciones, situaciones singulares que se pueden o no contemplar. Esto va a hacer considerablemente más clara la situación tanto para la compañía para el equipo.
Técnica 7: Evita la comparación: focalízate en el valor que agregas
Tanto en el desempeño como empleado, como cuando ofreces servicios y productos, cuidado con la excesiva comparación con el resto como razonamiento para proponer tus temas, o fijar tus honorarios. Es un comportamiento muy usual y enraizado en la cultura latina. Lo que sucede es que, simplemente, en la comparación prácticamente siempre y en todo momento se pierde. La pretensión es que centres en el agregado de valor que das a tu mercado o empleador.
Técnica ocho. Cuidado con el efecto Dunning-Kruger
La sicología ha comprobado que las personas que están menos preparadas tienden a sobreestimar sus logros, y les da la sensación de que dan considerablemente más de lo que verdaderamente entregan con su labor; al paso que los más preparados padecen de algo similar al Síndrome del Impostor -esto es, tienen la encalla demasiado alta consigo mismos, y sienten que tal vez no merecen tanto-. A esto la sicología le llama Efecto Dunning-Kruger.
Para acabar, y con referencia al merecimiento, es un tema al charlar del sueldo; por eso existen algunas empresas que han comenzado a incorporar experiencias donde el empleado es el que fija el factor de lo que le semeja adecuado.
En mi carrera como entrenador empresarial tengo la experiencia de trabajar con ciertas compañías donde todos conocen las cantidades claramente. Cuando se lleva adelante esta política en forma adecuada, deja que se impliquen considerablemente más en el negocio, aumenta la motivación y la consciencia sobre el negocio, y se consigue que el equipo “se ponga la camiseta”.
Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.