Graduada en Ingeniería de la Salud, Ana Medina advirtió las contrariedades que tienen los médicos para diagnosticar enfermedades extrañas. En el inconveniente halló una ocasión y en dos mil dieciocho creó Genengine, startup que digitaliza y optima procesos para facilitar a los profesionales ese diagnóstico. “Unificamos muchísima información para crear nuestra propia base de conocimiento y, mediante algoritmos, creamos un software guía a los sanitarios”, explica la malagueña, que trabaja al lado de su hermano Daniel. La empresa, reconocida como la de Mayor Impacto Social en los Premios Emprendemos de Andalucía concedidos en el mes de noviembre pasado y una de las cien finalistas de la Copa del Mundo de Emprendimiento, es una entre los cientos de ideas transformadas en negocio en los últimos tiempos en Málaga. La urbe se ha habituado al éxito de sus startups merced a un ecosistema de políticas públicas y actores privados que ponen al emprendedor en el centro.

La compañía de Medina nació en La Farola, aceleradora de empresas de corte tecnológico fundada en dos mil quince. Impulsada por Telefónica y la Junta de Andalucía, en sus 8 años de vida ha acogido ciento veintiocho ideas, de las que cuarenta y uno están ya facturando, como DocLine, Logistiko o la propia Genengine. “Incentivamos que el talento de Málaga se quede aquí y no tenga que irse fuera”, explica su directivo, Juan Carlos Urbano. No es la única incubadora de startups malagueña. La más vieja nació en mil novecientos noventa y uno en el Málaga Tech Park (viejo Parque Tecnológico de Andalucía) de la mano de la Administración autonómica, el Ayuntamiento de Málaga y Unicaja Banco. Se llama BIC Euronova y ha dado luz a quinientos veinte empresas de áreas como la Inteligencia Artificial, la ciberseguridad o la fotovoltaica aeroespacial. Mediante la iniciativa pública Promálaga, la urbe asimismo ha promovido una red municipal de incubadoras con catorce centros —el primero abrió en 1997— que protegen hoy a unas doscientos compañías. “Es una apuesta clara por impulsar la creación de empresas, riqueza y puestos de trabajo”, asevera Rosa Sánchez, concejal de Promoción de la Ciudad y Captación de Inversiones del consistorio malagueño.

El ecosistema malagueño cuenta con factores internos y externos: de la calidad de vida, a las infraestructuras, pasando por políticas públicas, iniciativa privada y una actividad económica en alza. Todos han servido para poner la alfombra roja a la creación y desarrollo de startups y unos focos que dejan retener y atraer talento. La existencia de grandes casos de éxito —como Freepik o BeSoccer— han servido asimismo para inspirar a jóvenes emprendedores. Dos de ellos fueron Luis Hernández y José Domínguez, que en dos mil tres transformaron una idea en negocio en la primordial opción alternativa mundial a Google Play para la descarga de aplicaciones. Se llama UpToDown, tiene ciento treinta y dos millones de usuarios únicos mensuales, cuatrocientos cincuenta millones de descargas cada mes y los responsables calculan que a fines de año va a estar instalada en cuatrocientos setenta y cuatro millones de dispositivos móviles. Todo desde Málaga.

“La ciudad tiene algo especial. Es integradora, atrae gente de todas partes. Hay una dinámica positiva para emprender y han coincidido proyectos con propósitos muy claros”, resume Hernández, quien resalta la existencia de una “explosión de creatividad” y que el propio ámbito tecnológico se ha retroalimentado de ideas. “Nos ayudamos unos a otros, hacemos encuentros como el BarCamp. Todo suma”, asevera el empresario. Sus sensaciones las corrobora el Estudio de las activas de cooperación en el Ecosistema de Emprendimiento Basado en Innovación de Málaga, publicado días atrás en el foro de discusión Transfiere, cuyas conclusiones reflejan que el índice de cooperación en el ecosistema emprendedor es de 7 sobre diez, cuando en Madrid es del cinco con tres y el de Barcelona un cinco con ocho. “Hay un entorno tecnológico en el que hay acceso a ideas, proyectos, colaboraciones e inspiración. Todo te anima a emprender si tú tienes la chispa. Y si ves que a otros les va bien, te da más seguridad”, agrega Alejandro López, que al lado del danés Morten Poulsen, creó en dos mil quince la compañía Plytix, cuyo software ayuda a las pequeñas y medianas empresas a posicionarse en el comercio virtual.

De la capacitad a la empresa

Emprendedores, ámbito privado y municipio apuntan asimismo al papel esencial que ha jugado la Universidad de Málaga (UMA) para facilitar el acceso a talento. Lo ha hecho a través de una estrategia que deja producir emprendimiento en la corporación. “Nos corresponde generar capital humano emprendedor, desarrollar ideas y proyectos”, revela Rafael Ventura, vicerrector de Innovación Social de la UMA. Para ello ha concebido una extensa oferta de programas y servicios que asisten a los universitarios en las primeras fases de su idea, mas asimismo en la maduración de los proyectos o en la incubación de sus empresas en el propio campus.

Lo intangible se vuelve tangible en El Rayo Verde, hub de creación natural de dos mil quince con la meta de conectar al talento que desea ponerse en acción con el ecosistema donde va a medrar. El centro impulsa numerosas actividades y acontecimientos, mas asimismo ofrece tutorización o espacios de co-working. “Son 1.500 metros cuadrados diseñados para generar innovación”, insiste el vicerrector, que resalta que la idea es ir aún más allá: “Tenemos el objetivo de generar y consolidar start-ups, pero las universidades no solo aceleramos proyectos, también a las personas. Queremos que adquieran un nivel de conocimiento, habilidades y capacidades diferentes a las que tenían cuando entraron. Hay estudiantes que no tuvieron éxito con sus ideas pero ahora son relevantes y ocupan puestos importantes”, apunta.

Para el desarrollo de este modelo ha sido básica la red de relaciones construida desde la universidad con el ámbito privado —con ideas como Link by UMA-Atech— como la implicación de empresas y espacios como el Málaga TechPark. La llegada de Vodafone, el Banco Santander, City, Globant o el nuevo centro de ciberseguridad de Google han puesto la guinda en la urbe. Eso sí, no es oro todo cuanto relumbra. El ámbito piensa que las políticas públicas no van acompañadas de una enorme inversión privada, aspecto básico para la consolidación y desarrollo de las startups. El último gran ejemplo es la inversora de talento Demium, que ha inyectado dos con uno millones de euros en diecinueve startups locales —como Kaikoo, Zexel o Agro Analytics— y que ha decidido cerrar su sede malagueña. La empresa explica que desean centrar su actividad en sus hubs de Madrid, Barcelona y Valencia. Muestra de que aún queda camino por caminar.

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